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Crean un robot submarino que se suspende en el mar como un helicóptero

Ingenieros del MIT han diseñado un robot submarino que puede quedarse suspendido en un lugar concreto, como hacen los helicópteros. Esta herramienta puede ser muy valiosa para los oceanógrafos, para las empresas petrolíferas o para los arqueólogos marinos.

El nuevo aparato se llama Odyssey IV y es el último de una serie de pequeños y baratos submarinos dotados de inteligencia artificial desarrollados en las últimas dos décadas por el Sea Grant College del MIT. Los robots Odyssey revolucionaron la investigación submarina en los años 90 por ser económicos y tener muchas capacidades. Los primeros Odyssey tenían una limitación: sólo podían operar moviéndose, como hace cualquier pez. Esta última versión ha terminado con esta limitación.

El Odyssey IV, que ha terminado recientemente su primera misión científica, puede moverse bajo el agua (hasta una profundidad de 6.000 metros), parar en cualquier corriente de agua y corregir su posición constantemente. Asimismo, puede navegar hasta un destino previamente programado o hacer inspecciones más detalladas de la base de una plataforma petrolífera, por ejemplo.

“Nuestros modelos más antiguos tenían que nadar y avanzar para mantener su capacidad de maniobra”, comenta Chryssostomos Chryssostomidis, que es director del MIT Sea Grant Program, en un comunicado. “Pero la gente quiere que sea posible trabajar en el océano y parar y suspenderse para hacer un tarea específica. Antes, sólo se podía pasar por el lugar seleccionado, sacar una fotografía, volver a pasar por eser lugar, y sacar otra fotografía. Ahora, es posible parar. De esta manera, se pueden observan escenas submarinas de un modo más detallado”.

Primeras pruebas

Este verano, esta última generación de aparatos ha demostrado sus habilidades en su primera misión científica. Se trató de un estudio en el área George´s Bank en el Golfo de Maine, una zona de mucho valor pesquero del estado norteamericano de Massachusetts. En concreto, el Odyssey IV se sumergió para mapear y observar una especie de ascidia, llamada Didemnum, muy invasiva y que ha infectado las aguas de Nueva Inglaterra.

Las posibilidades del nuevo submarino van más allá de simplemente ver un objeto. “Como los grandes helicópteros, puede coger un carga bajo el agua”, comenta Chryssostomidis. “Ahora, podemos visitar un pozo petrolífero, tomar una muestra y sacarlo a la superficie”. Además, sus creadores han incorporado al Odyssey un brazo mecánico que permitirá, por ejemplo, manipular una válvula.

La mayor diferencia entre este robot submarino y otros es la profundidad a la que puede descender. Como ya dijimos, el Odyssey es capaz sumergirse hasta los 6.000 metros. Otros vehículos dirigidos por control remoto pueden sumergirse el doble, pero necesitan un cable que les permita mantener una conexión con un controlador humano. Aunque el Odyssey tiene previsto empezar a probar el uso de un módem acústico para mantener por lo menos con contacto limitado con el robot (lo suficiente para darle un nueva misión o abortar un comando) una exploración en zonas realmente profundas, como hacen los vehículos por control remoto, significaría, en este caso, dejar al robot “suelto” durante horas o días.

Otra de las características del submarino es que se mueve con mucha rapidez (unos dos metros por segundo) Su velocidad y su habilidad para quedarse suspendido sobre un punto concreto se han conseguido gracias a la acción combinada de unas aletas y unos propulsores instalados a ambos lados, así como en la proa y en la popa.

Aunque su diseño es impresionante, lo es casi más el modo en que es dirigido. El informático que ha desarrollado su software, Justin Eskesen, lo maneja usando un tablet PC. Mediante el programa instalado en este dispositivo, es posible acceder a un menú de misiones. El robot recibe los comandos de su misión a través de una conexión wireless Ethernet. Cuando ha terminado su misión, el Odyssey vuelve solo a la superficie.

Mejoras

Chryssostomidis y el profesor del Departamento de Ingeniería Mecánica del MIT, Franz Hover, junto a su equipo, una vez terminadas las primera pruebas, ya están pensando en cómo mejorar este dispositivo.

En concreto, necesitan mejorar el abastecimiento de energía y las comunicaciones para permitir que el robot se pueda sumergir durante más tiempo, cubra más terreno y, finalmente, envíe más información. En última instancia, la idea es producir un dispositivo que sea capaz hacer misiones bajo el mar de un año de duración, tiempo en el que recogería y mandaría datos ininterrumpidamente sin necesidad de una intervención desde la superficie.

“Una vez que hemos probado esta capacidad para mantenerse suspendido, el siguiente reto es la recarga, porque de este modo quedaría liberado de un barco en la superficie”, dice Chryssostomidis.

Otra de las mejoras que los ingenieros se están planteando es crear un brazo robotizado que sea capaz de interactuar de un modo más flexible en el medio marino para coger objetos o hacer ciertas reparaciones.