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Cuestionada la neutralidad ideológica de la ciencia

En un reciente artículo, aparecido en Theology and Science, de Marzo 2005, prestigiosa revista editada por el CTNC de la Universidad de California en Berkeley, el profesor en Uppsala University (Suecia), Mikael Stenmark se ha planteado la pregunta de si la ciencia debe ser religiosamente “partisana”, es decir, ideológicamente comprometida con una creencia religiosa.

La ocasión ha sido la tesis coincidente de Alvin Plantinga desde el punto de vista cristiano (ciencia cristiana) y de Mehdi Golshani desde el islámico (ciencia islámica). Pero desde el prestigio actual de una idea ideológicamente “neutral” de la ciencia, no dejan de sorprender estas posturas, aunque quizá estén en concordancia con cuestionables tendencias socio-políticas en el mundo actual.

El profesor Mikael Stenmark, en su artículo titulado precisamente ¿Una ciencia religiosamente partisana? Perspectiva islámica y cristiana, parte de la constatación de la coincidencia de dos autores, uno cristiano y otro islámico, que convergen en una misma tesis epistemológica: que la ciencia no puede dejar de ser, e incluso debe ser también, ideológicamente comprometida y, en consecuencia, cristianismo e islam deben hacer su propia ciencia.

El conocido filósofo americano Alvin Plantinga, del departamento de filosofía de la religión en Notre Dame University, en Notre Dame (Indiana), ha defendido, en efecto, la tesis de la necesidad de una “ciencia cristiana”. Lo mismo ha hecho desde el punto de vista islámico Mehdi Golshani, profesor de física en la Sharif University of Technology (Teherán), que ha defendido también la necesidad de que la ciencia sea una “ciencia islámica”.

Stenmark entiende por “concepción de la ciencia” aquel punto de vista sobre cómo la ciencia debería ser concebida y referida a la sociedad. Debería decirnos, por tanto, quién es un científico, cómo la ciencia debería organizarse internamente y conectarse con otras instituciones en la sociedad, qué métodos deberían aplicarse y qué objetivos perseguirse, entre otras cosas. Debería ser un ideal normativo sobre cómo hacer ciencia, cómo valorar sus resultados y cómo aplicarlos en la sociedad. Esta normativa permitiría considerar qué es una “buena” y “mala” ciencia.

El objetivo de Stenmark no es otro que exponer la concepción de la ciencia en Plantinga y en Golshani, desde sus argumentos, como alternativa a la llamada neutralidad valoral de la ciencia. Su enfoque no es hoy único, ya que otras líneas de pensamiento en variados grupos de gente, como feminismo o grupos políticos progresistas, pretenden también proponer alternativas a la neutralidad científica, tales como “ciencia feminista” o “ciencia progresista”, u otras semejantes.

Ciencia neutral y ciencia “partisana”

La concepción de una “ciencia teísta” en Plantinga o en Golshani depende en todo caso del concepto de “ciencia neutral” y “ciencia partisana”. Stenmark define la ciencia neutral como una ciencia que ni está alineada con, ni supone la aceptación de una ideología particular, una religión o una concepción del bien.

En cambio, ciencia “partisana” es una ciencia que está alineada con, o presupone la aceptación de, una ideología particular, una religión o una concepción del bien. En el fondo diríamos que la ciencia es neutral cuando se mantiene al margen de concepciones metafísico-éticas; cuando no lo hace es entonces “partisana”.

Pero la cuestión es qué debería ser la ciencia, si neutral o partisana. Y esto no puede responderse sino como consecuencia de una cierta “concepción de la ciencia” que nosotros calificaríamos simplemente como “concepción epistemológica”: una teoría de la ciencia dentro del marco interdisciplinar de las ciencias y del conocimiento humano.

En este sentido, para nosotros, es claro que la teoría epistemológica actual de la ciencia justifica el sentido de una ciencia neutral. Esta neutralidad metafísico-ética es consecuencia inmediata de la misma concepción actual de la ciencia, bien sea en el positivismo, neopositivismo, popperianismo o en otras epistemologías científicas: la ciencia tiene siempre, por tanto, un método normativo que la vincula a la simple producción de un conocimiento fundado en hechos o también al establecimiento de hipótesis (o teorías) que, al menos, puedan aspirar a ser confrontadas ante el tribunal de la experiencia.

La ciencia, pues, no especula sobre concepciones filosóficas, metafísicas o religiosas. Estas especulaciones son legítimas y pueden abordarse, pero ya no son ciencia. Sin embargo, una ciencia neutral puede haber descubierto hechos contrastados, o concebido teorías en curso de discusión, que no sean neutrales ideológicamente.

Así, por ejemplo, temáticas científicas como el origen del universo, de la materia, la evolución, la explicación del psiquismo animal y humano, entre otras muchas, surgen dentro de una ciencia neutral como resultado de las evidencias científicas, pero no son neutrales para la filosofía, la metafísica y las religiones.

Pero no es a la ciencia misma a la que corresponde como tal (de acuerdo con la delimitación epistemológica de sus objetivos y de sus métodos) discutir y defender unas u otras posiciones filosóficas, metafísicas y religiosas. A no ser que la ciencia confunda sus papeles y no sólo exponga “ciencia”, sino “filosofía”. El científico está también legitimado para hacer “filosofía” y defender sus posiciones propias: pero no está legitimado para tratar de imponer sus opiniones filosóficas como si fueran “ciencia”.

¿Es la ciencia actual verdaderamente “neutral”?

Nos dice Stenmark que “cuando Mohamed Abdus Salam, el ganador del Premio Nobel en Física del año 1979, cuando escribe que “hay sólo una ciencia universal, sus problemas y sus modalidades son internacionales y no hay algo así como una ciencia islámica por lo mismo que no hay una ciencia hindú, ni judía, ni confucionista, ni cristiana”, esto debería ser entendido como una defensa de la ciencia neutral.

La idea básica tras la concepción de una ciencia neutral es que la ciencia debería ser una empresa universal, de tal manera que la gente, al margen de la ideología, religión y concepción del bien que asumen, pudiera participar y beneficiarse de ella”.

La ciencia neutral es lo que la mayoría entiende que debiera ser la ciencia desde sus bases epistemológicas. Pero, ¿es realmente así de hecho? Es decir, las corrientes actuales de ciencia y los científicos que la representan, ¿son realmente científicamente neutrales (aparte de que puedan tener sus posiciones filosóficas personales)? Si les preguntáramos, la mayoría de los científicos dirían probablemente que son neutrales, ya que esta es la idea de la ciencia epistemológica y socialmente prestigiosa.

Sin embargo, tanto Plantinga como Golshani entienden que no es así. Para ambos la ciencia actual se ha corrido hacia una “filosofía camuflada”. Bajo capa de exponer resultados científicos, transmite continuamente ideas de naturaleza filosófica o metafísica, muchas de ellas agresivas e incluso incompatibles con las cosmovisiones religiosas.

Se trata de una situación de hecho que nos puede plantear la pregunta de fondo acerca de si es posible verdaderamente que la ciencia sea neutral, ya que de hecho vemos que no lo es. Más en concreto: bajo capa de ciencia se expone una determinada filosofía naturalista incompatible con lo religioso, cuando no una filosofía materialista, más o menos cercana al mecanicismo y al determinismo.

La imposición fáctica de una determinada filosofía bajo capa de ciencia llega hasta el punto, observa Plantinga, de que ni siquiera se admite que un creyente pueda producir resultados científicos correctos y aceptables. Es la llamada fallacy of guilt by association: el creyente es declarado culpable de incompetencia por asociación de su actuación científica a una filosofía religiosa que algunos consideran excluida porque falsamente piensan que la ciencia ya tiene su filosofía materialista, la única posible en la ciencia.

Necesidad de una ciencia teísta, islámica o cristiana

La consecuencia que Plantinga y Golshani sacan es clara: si la ciencia es de hecho “partisana” a favor del naturalismo, y de un uso de sus aplicaciones tecnológicas al margen de la moral y de la ética, y si es casi inviable que la ciencia sea neutra e imparcial, entonces los creyentes deben construir una “ciencia teísta”.

Esta es para Plantinga una “ciencia cristiana” y para Golshani una “ciencia islámica”. Frente a la ciencia camuflada de filosofía naturalista, los creyentes deben crear un frente confesional que construya una ciencia teísta.

Veamos cómo ve Golshani la ciencia islámica. “Es una ciencia que está inmersa en la cosmovisión islámica y cuyas características esenciales son que considera a Alá como creador y sustentador del universo; que no limita el universo al mundo material; que atribuye una finalidad al universo; y que acepta un orden moral en el universo”.

Nos dirá también que deberá ser la fe islámica la que determine qué debe investigar la ciencia y qué no; de la misma manera que expondrá los criterios ético-sociales para aplicar los avances tecnológicos hacia la paz, el humanismo y la exclusión de la guerra.

Recientes sucesos extendidos a todo el mundo islámico nos hacen ver que la pretensión de una ciencia islámica no es apuntar a una reflexión “ideal”, un deseo o propuesta, sino una realidad ya existente, socialmente impuesta y consolidada.

Por otra parte, las ideas de Plantinga están tomando también forma en los Estados Unidos, amparadas en los movimientos políticos fundamentalistas cristianos, en los que tienen su base electoral muchos de los sectores del partido republicano actualmente en el gobierno.

Apelación epistemológica a una ciencia imparcial y neutra

Parece claro que hacer filosofía y tener opiniones metafísicas, sean ateas, agnósticas, teístas o religiosas, es legítimo. Los científicos pueden hacer uso de este derecho humano incuestionable. Sin embargo, la ciencia no es epistemológicamente “filosofía”. Como decíamos, alcanza resultados que tienen una posible repercusión filosófica, sin duda. Pero argumentar esa repercusión no es propio de la ciencia, sino de la filosofía.

Gran parte de los científicos defienden y ejercitan una ciencia neutra y en este sentido metafísicamente neutral. Sin embargo, es un hecho que otros muchos dan la razón a Plantinga y a Golshani, ya que hacen una ciencia “partisana” que confunde ciencia con una cierta filosofía de la ciencia naturalista antireligiosa y crean ámbitos sociales donde reinan doctrinas incuestionables sobre lo “filosófico-científicamente correcto” y se aplica a los creyentes la fallacy of guilt by association.

Todos sabemos que hay ámbitos del mundo científico “sectarios” donde se impone con firmeza una determinada filosofía que no es ciencia. Los científicos deberían reflexionar para caer en la cuenta de que este tipo de actitudes no son propias, ni de una epistemología crítica moderna, ni de la tolerancia de la sociedad abierta ilustrada y tolerante, reconciliadora y convivencial, que la mayoría social defiende.

Estos radicalismos, impropios de una ciencia naturalista, son los que provocan el radicalismo, que nosotros consideramos inaceptable, de autores como Plantinga y Golshani hacia un ciencia teísta socialmente combativa.

La polémica en torno al intelligent design en América es un ejemplo de adónde conducen estos radicalismos de la falsa conversión de la ciencia en filosofía. Los fundamentalistas americanos observan que la enseñanza de la ciencia en los Estados Unidos está transmitiendo un mensaje camuflado de naturalismo filosófico y protestan. Quieren entonces que se enseñe la otra filosofía posible, la del intelligent design y estalla el conflicto jurídico.

La Constitución americana es neutra ideológicamente y, por tanto, no apoya que se enseñe el intelligent design: pero tampoco otro tipo de filosofías camufladas. Que la ciencia (y la enseñanza), por tanto, fueran realmente neutras favorecería la neutralidad ideológica del estado moderno que debe respetar sienpre las decisiones personales del individuo sobre el sentido de su vida.

Esto no supondría que la enseñanza no pudiera tratar cuestiones filosóficas, metafísica o religiosas: pero en su punto, no bajo la forma camuflada de ser evidencias científicas.

Artículo elaborado por Juan Antonio Roldán, de la Cátedra CTR, a partir del artículo de Mikael Stenmark en Theology and Science (CTNS, U.C. Berkeley) titulado: A Religiously Partisan Science?: Islamic and Christian Perpectives, vol. 3, n.1 (2005) 23-38.