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EE.UU. se plantea capturar y almacenar los gases de 900 años de contaminación

El National Energy Technology Laboratory (NETL, de Estados Unidos, organismo del Gobierno especializado en energía fósiles, acaba de publicar un nuevo atlas de los lugares de Estados Unidos y Canadá susceptibles de servir para depositar ingentes cantidades de toneladas del dióxido de carbono procedentes de la contaminación industrial.

La captura y secuestro de este agente contaminante recibe el nombre oficial de captación y almacenamiento del dióxido de carbono (CAC). Se trata de una tecnología que aún no se ha aplicado a gran escala. Consiste en reunir este gas cuando surge de la combustión de combustibles fósiles, comprimirlo, y después bombearlo al subsuelo, al interior de formaciones terrestres o marinas, para un almacenamiento a largo plazo.

Según el NETL, la capacidad de captura y almacenamiento de CO2 identificada evitaría que más de 3.500 millardos de toneladas de CO2 se enviaran a la atmósfera: es la cantidad equivalente a 900 años de emisiones de fuentes estacionarias (como las centrales térmicas y las industrias) al ritmo actual, según el mencionado informe.

Tal como informamos en un anterior artículo, tras una experiencia piloto realizada en 1996 en el Mar del Norte (Noruega), se iniciaron una serie de proyectos de captación y almacenamiento del dióxido de carbono, tanto en Europa como en Estados Unidos, que han aportado resultados satisfactorios para la industria.

Fuentes identificadas

El nuevo mapa, bautizado como “Carbon Sequestration Atlas of the United Status and Canada” y desarrollado por el Departamento de Energía estadounidense, identifica las plantas generadoras de energía y otras fuentes estacionarias que emiten en la actualidad más de 3,8 mil millones de toneladas anuales de este gas de efecto invernadero a la atmósfera, así como las empresas candidatas a ofrecer una capacidad de almacenaje de estas emisiones de más de 3,5 mil millones de toneladas.

Tal como señala el NETL en un comunicado, esas mismas fuentes emitieron aproximadamente 3,4 mil millones de CO2 a la atmósfera en 2004 de los casi 6 mil millones que emite anualmente Estados Unidos. Los otros 2,5 mil millones de toneladas procedieron de pequeñas fuentes.

Los propósitos del mapa, que ha sido creado por el NETL, en colaboración con la Regional Carbon Sequestration Partenships y la National Carbon Sequestration Database and Geographical Information System (NATCARB se resumen en la intención de proporcionar una visión de conjunto del ciclo de vida del CO2 a través de los procesos de captura y enterramiento; así como de resumir las actividades de investigación del Departamento de Energía y del Regional Carbon Sequestration Partnerships en este sector. El mapa será actualizado cada dos años.

Información y objetivos

El mapa pretende asimismo posibilitar, al menos en parte y durante los próximos 25 años, el control de las nocivas emisiones de este gas, que se han incrementado durante los dos últimos siglos hasta alcanzar los más de 30.000 millones de toneladas anuales en todo el mundo.

El mapa aspira asimismo a aunar esfuerzos a nivel regional y nacional proporcionando información sobre lugares de emisiones estacionarias de CO2, como plantas de generación energética, refinerías y otras industrias que consuman combustibles fósiles; las formaciones geológicas que pudieran enterrar de manera permanente el gas; y las capacidades estimadas de dichas formaciones para almacenarlo.

El NETL se ha propuesto alcanzar los siguientes objetivos para los próximos años: en 2008, se pretende demostrar el rendimiento de las opciones de almacenaje indirecto de CO2 a gran escala, así como el desarrollo de sistemas comercializables de almacenamiento. En 2010 espera haber generado los protocolos y la instrumentación necesaria para asegurar las medidas, el control y la verificación tanto del almacenamiento del dióxido de carbono como la protección de la salud humana y de los ecosistemas ante este nuevo sistema.

Para 2012, deberán existir sistemas comerciales para la captura y enterramiento directos de los gases de efecto invernadero derivados de la combustión de los combustibles fósiles; y en 2015 se espera que estos sistemas garanticen emisiones nulas sin coste añadido de los servicios energéticos.

Carbón en la crisis medioambiental

La AAAS (The American Association for the Advancement of Science) se ha sumado al desarrollo de esta iniciativa, destacando en uncomunicado que la CAC emerge como una buena opción para la gestión de las emisiones contaminantes, aunque aún se aplique sólo a pequeña escala.

La AAAS informa al respecto que el mes el House Subcommittee on Energy and Air Quality centró una de sus audiencias sobre el cambio climático sobre las posibilidades de esta tecnología de gestión de las emisiones de CO2. El Comité discutió sobre el estado de la investigación y su desarrollo, los posibles costes y el marco regulador que debería desarrollarse para una generalización a gran escala del sistema.

También el pasado mes de marzo, añade la AAAS, el Comité Estatal de Energía y Recursos Naturales celebró una audiencia para conocer un nuevo informe sobre el tema elaborado por el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT.

Este informe, titulado The Future of Coal: Options in a Carbon-Constrained World, apuesta por el carbón como fuente futura de energía si las emisiones de dióxido de carbono llegan a estar completamente reguladas. El informe plantea diferentes posibilidades para que el carbón pueda seguir usándose como combustible abundante y barato, en un contexto de crisis medioambiental global.

Medidas políticas

Según los investigadores de este informe, John Deutch y Ernest J. Moniz, la tecnología de captura y enterramiento del dióxido de carbono será la que permitiría reducir significativamente las emisiones de CO2, y mantener así cubiertas las necesidades actuales aún utilizando el carbón como fuente de energía.

El informe advierte asimismo de la necesidad de que aumenten las medidas económicas contra las emisiones de dióxido de carbono para que se incrementen los atractivos económicos de las nuevas tecnologías que las evitan, así como de la necesidad de que se desarrollen proyectos de demostración del funcionamiento de este sistema a gran escala en Estados Unidos.

Para conseguirlo, concluye el informe, el Gobierno norteamericano debería implicarse promocionando asistencia a dichos proyectos y rechazando aquellas plantas de producción energética a partir del carbono que no posean un sistema de captura y enterramiento de CO2 para control de sus propias emisiones.

Una apuesta por el carbón

El creciente interés norteamericano por las tecnologías que mitiguen el impacto medioambiental del consumo de combustibles se justifica por varios motivos. En primer lugar porque las perspectivas de la reducción de las extracciones petrolíferas sugiere que en las próximas décadas será necesario regresar a un conocido hidrocarburo sólido, el carbón.

En segundo lugar, porque las reservas conocidas de carbón podrían durar, al ritmo actual, algo más de dos siglos, lo que puede convertirse en un poderoso aliado de la transición energética hacia otras fuentes más limpias y tecnológicamente más avanzadas.

En tercer lugar, no puede ignorarse que la combustión del carbón produce la mayor cantidad de CO2 por unidad de energía de todos los combustibles fósiles, por lo que si no se adoptan medidas correctoras del impacto, las excelencias descritas pueden perder gran parte de su oportunidad.

Estados Unidos, al igual que China o India, son países que tienen grandes reservas de carbón y no están sujetos a los compromisos de Kyoto, por lo que han apostado por ambiciosos programas de centrales eléctricas alimentadas con carbón.

La aplicación de la CAC no está todavía asumida. Rusia, China e India no quieren comprometer su desarrollo económico y se resisten a hacerse cargo de los costos de su aplicación: la captación y secuestración de CO2 de una planta térmica de carbón podría aumentar los costos de generación de electricidad un 50%, según estimaciones.

La Unión Europea, aunque sigue con interés la evolución de la CAC, prefiere la eficiencia y uso de energías renovables y Estados Unidos, hasta ahora indeciso, parece que tiende a identificarse con esta tecnología para minimizar el impacto ambiental del mantenimiento del carbón como fuente de energía.

En cualquier caso, hay que tener en cuenta que el CAC pretende enterrar el CO2 el tiempo necesario para que el ciclo natural del carbono permita reducir las concentraciones de CO2 en la atmósfera hasta los niveles previos a la revolución industrial, lo que puede tardar mil o dos mil años en conseguirse. Por otro lado, tampoco puede considerarse una tecnología completamente segura.