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El debate sobre Inteligent Design involucra a importantes intelectuales

El debate no es nuevo, ya que responde a las ideas filosófico-teístas de la llamada teleología. La ciencia del siglo XVIII y del XIX, así como en gran parte del XX, parecía favorecer una explicación naturalista del universo. La teleología se batió en retirada, pasando discretamente a un segundo plano. Pero los resultados más modernos de la ciencia han replanteado hoy las evidencias objetivas y ello ha dado lugar a una reformulación de los argumentos antiguos a favor de la teleología. Este renacer de la teleología no se explicaría si no fuera por el hecho de que la ciencia efectivamente parece haber introducido nuevos resultados a considerar.

En este debate juegan tres conceptos que se deben distinguir: creacionismo (fundamentalismo protestante que niega el hecho mismo de la evolución y trata de rebatir a Darwin); ID en sentido fuerte (un nuevo concepto que esconde las mismas posiciones del creacionismo, aunque camufladas en moderna pseudociencia) e ID en sentido débil (se admite la evolución pero en ella se argumenta la existencia de un diseño racional que conduce a un teísmo evolutivo en que Dios crea y diseña por medio de la evolución).

A su vez el ID débil puede tener dos posiciones: la de quienes pretenden que sus argumentos forman parte de la ciencia y la de quienes consideran que su interpretación sólo es filosófica (aunque fundada en los datos de la ciencia).

Larga historia

La teleología tiene una larga historia. Aristóteles introdujo la teleología y la intencionalidad en sus consideraciones filosóficas. Santo Tomás en la Summa Theologica consideró que la teleología es una parte esencial de la explicación natural de los fenómenos. Años después, en la ilustración, Voltaire ridiculizó en su obra Cándido la idea de teleología en un universo tan mal hecho que conducía al sufrimiento del terremoto de Lisboa.

Es clásica la Natural Theology de William Paley en 1800 que reunió todos los argumentos posibles en su tiempo para demostrar la existencia oculta de un relojero universal (la ciencia inglesa siempre fue mucho más teísta que la continental, comenzando por el sobresaliente caso de Newton).

Darwin eliminó, sin embargo, el diseño para explicar las formas naturales por un proceso natural evolutivo. La teleología comenzó entonces a batirse en retirada, aunque tanto el creacionismo radical fundamentalista como el ID moderado siguieron presentes discretamente en los grupos religiosos.

En 1961 la obra The Genesis Flood de John C. Whitcomb, Jr., y Henry M. Morris (un ingeniero civil) replanteó con fuerza el llamado “creacionismo científico”. El naturalismo en la teoría atea de la evolución reafirmó sus posiciones con el libro de Richard Dawkins The Blind Watchmaker que, en la misma línea de la sociobiología de Wilson, hacía una clara alusión al “relojero universal” de Paley. En 1989 Percival Davis y Dean Kenyon publican Of Pandas and People: The Central Question of Biological Origens, que pasó a usarse como libro de texto en biología, compuesto desde la idea del ID.

En 1996 se funda el Center for Science and Culture del Discovery Institute, en torno al cual aparecerán diversos nombres de científicos, filósofos y teólogos fuertemente comprometidos en la defensa del ID. En 1999 el matemático, y defensor del ID, William Dembski es nombrado director del Center for the Study of Intelligent Design en la Baylor University; en 2004 pasa al Center for Science and Theology del Southern Baptist Theological Seminary. En 2004 la prestigiosa revista científica Proceedings of the Biological Society of Washington publica por primera vez un artículo sobre ID escrito por Stephen Meyer, director del Center for Science and Culture del Discovery Institute.

En la actualización de los argumentos a favor del ID se han apoyado, sin duda, quienes, por lo común desde dentro del fundamentalismo protestante, han pretendido introducir, cuando no imponer, la doctrina del ID en el curriculum escolar americano, reavivando la antigua controversia jurídica en torno al creacionismo.

Autores y argumentos a favor del Intelligent Design

Nos referimos obviamente a quienes han intervenido más recientemente en el debate abierto en la sociedad americana, ya que, ampliamente estudiada, la problemática del ID supone una larga historia, como observábamos antes. Comencemos por Michel Behe, quizá uno de los autores serios cuyas aportaciones científicas han servido de apoyo a otros muchos.

Behe es professor de bioquímica en Lehigh University en Pennsylvania. Es autor del libro Darwin´s Black Box: The Biochemical Challenge to Evolution (New York, Simon and Schuster, 1998). Estudiando entre otras cosas las funciones del sistema visual, la coagulación de la sangre y el sistema inmunológico. Arguye en contra de que la evolución sea la sóla explicación de estos procesos biológicos. Después de explorar todas las alternativas explicativas existentes, dentro y fuera de la teoría evolutiva, expone al final del libro su propia argumentación a favor del ID.

Behe no trata de imponer su punto de vista, pero cree necesario que éste sea escuchado porque representa hoy una alternativa explicativa viable y respetable. Cuanto más conocemos en la ciencia sobre la naturaleza, nos dice, tanto más nos vemos obligados a dirigirnos a una explicación fuera de la misma naturaleza. Introduce el concepto de “sistemas irreductiblemente complejos” (que funcionan como un todo compacto) que difícilmente pueden tener un origen evolutivo al azar, sin diseño previo.

Owen Gingerich es professor emérito de astronomía e historia de la ciencia en Harvard University y astrónomo emérito del Smithsonian Astrophysical Observatory, en Cambridge, Massachussets. Cree en un Creador inteligente del universo y, por tanto, en su ID, pero critica la confusión del ID con un creacionismo antievolucionista. Con Behe, o con Theodosius Dobzhansky y Francis Collins, director del Human Genome Proyect, considera que ID no es otra cosa que “teismo evolutivo”.

El punto crucial

El punto crucial es para Gingerich si cabe admitir que ciertas mutaciones están guiadas por diseño o no. Pero la ciencia no permite decidir una cosa u otra. ID es sólo para él una idea filosófica, que no se construye dentro de la ciencia. Pero la evolución presentada como filosofía naturalista tampoco es ciencia, es pura ideología, y es legítimo resistir entonces a quienes tratan de imponer esa ideología como pseudociencia.

De entre los autores relacionados con el Center for Science and Culture del Discovery Institute destaca William Dembski, autor de Intelligent Design: The Bridge Between Science & Theology (Downers Grove, Intervarsity Press, 2002). Considera que ID es una teoría científica que no alcanza la evidencia por la presión social ejercida injustamente por el naturalismo.

En la misma línea de reclamar la introducción del ID como parte de la ciencia (al menos como teoría alternativa) se posicionan Stephen Meyer, Jay W. Richards y Jonathan Wells. Richards es autor, junto al astrónomo de Iowa State University Guillermo González, de The Priviliged Planet, también en la línea del ID; obra que suscitó, por cierto, apasionadas reacciones entre parte del profesorado de Iowa University contrario al ID.

Los grandes autores, digamos “clásicos” o “maestros”, en el estudio de las relaciones ciencia-religión, provenientes del ámbito cultural anglosajón, como son Ian Barbour, Arthur Peacocke, John Polkinghorne y John D. Barrow (Premio Templeton 2006) tienen todos una matizada posición a favor del ID: la naturaleza, ya desde el principio antrópico en la ciencia física, muestra una racionalidad y diseño que permite argumentar a favor de un “teismo evolutivo”.

Pero es una argumentación primero filosófica; segundo que no se impone, aunque es posible y racionalmente construible; tercero que no niega la posibilidad de explicaciones racionales alternativas, por ejemplo el naturalismo sin Dios.

Autores y argumentos en contra del Intelligent Design

La posición en contra del ID puede tener diversos fundamentos. La más básica considera que el ID no es defendible (no se apoya en argumentos objetivos) ni en la ciencia, ni en la filosofía. Puede haber quien considera que es defendible en filosofía, pero no en ciencia. La mayoría de los opositores consideran que no debe mencionarse en la docencia de la biología científica en las escuelas (aunque pudiera ser filosóficamente argumentado).

Han destacado en la crítica al ID Kenneth Miller, Brown University, Ronald Numbers, University of Wincosin en Madison y Eugenie Scott, directora del National Center for Science Education, en Oakland, Ca. Fraqncisco J. Ayala y el jesuita de Georgetown University John Haught consideran que defender el ID es irrelevante para el diálogo ciencia-religión, ya que una biología naturalista no estaría en contradicción con la religión.

Haught piensa que tratar de eliminar el misterio por argumentos del estilo del ID, buscando evidencias, es un flaco favor a la teología y a la religión que se fundan en una experiencia misteriosa del universo.

Barbara Forrest y Paul R. Gross son autores del libro: Creationism´s Trojan Horse: The Wedge of Intelligent Design (Oxford University Press, England, 2004). Representa la crítica y denuncia más organizada del movimiento a favor del ID desde todos los puntos de vista: religiosos, científicos, sociales, políticos, etc.

Para Daniel C Dennett (Tufts University), conocido defensor de una idea computacional (es decir, robótica del hombre) y crítico de la religión en general, los esfuerzos a favor del ID son una manifestación patológica más de cerebros infectados por los “memes” religiosos (ideas transmitidas por la cultura) que nos determinan irracionalmente. Para Richard Dawkins (Oxford University) el ID no explica nada porque retrasa la explicación: ¿Quién diseñó al diseñador?

Sólo la explicación naturalista de la evolución explica las cosas porque concibe un comienzo de la vida y argumenta su forma de evolución en el tiempo (sigue los argumentos de Dennett). Para Peter Atkins (Oxford University) insiste en la misma línea en que el ID no es fruto de la racionalidad objetiva de la ciencia sino de la angustia, el sentimiento y la ofuscación.

Juan Antonio Roldán es miembro de la Cátedra Ciencia, Tecnología y Religión. Artículo elaborado a partir de los materiales ofrecidos por Science & Theology News, números Noviembre 2005, Diciembre 2005 y Enero 2006, y las páginas web: American Scientific Affiliation, The American Society of Naturalists, BBC News Evolution Website, The Discovery Institute, The ID Update, Intelligent Design the Future, Intelligent Design Network.