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El Net Art se convierte en el crisol de la civilización electrónica

¿Fatigados de páginas bidimensionales y mensajes políticamente correctos? ¿De páginas web que se parecen unas a otras, carentes de imaginación y de valores estéticos?.

Que no se asuste nadie: al conectar con su portal, el norteamericano Terror Pilot hace su aparición estelar, cubierto con una careta idéntica a la que usa Annibal Lecter.

Sobre una tribuna, que emula el ‘President of the USA Seal’, Terror Pilot comienza su discurso ‘presidencial’. Este personaje tan políticamente incorrecto, un Marilyn Manson de la www, denuncia con sus construcciones algo demenciales la violencia que vivimos.

El resultado es una página a su vez muy violenta, con música del mismo tono, textos revulsivos, sonidos de sirenas antiaéreas repicando, un diseño heterodoxo y provocación a raudales.

Lo suyo, aunque parezca una gamberrada, puede ser considerado como una nueva forma de arte. Un arte que en sus variantes lúdicas o siniestras, será el elemento necesario para humanizar las gélidas aguas por las que navegamos cada vez más horas diarias.

El Net Art constituye el punto de encuentro electrónico de todos los anteriores. Es un arte multidisciplinar y en ese sentido representa la cúspide de la postmodernidad.

Un poco de todo, y algo más, debido al componente fuertemente interactivo que incluyen sus páginas. Un arte que, a pesar de sentirse heredero de los anteriores, tiene sus propias señas de identidad: trabajo en equipo, alta interactividad, sentido del juego.

Arte en Equipo, Alta Interactividad, Sentido de Juego

La sofisticación que ha alcanzado el multimedia en red llega a un punto que es necesaria la participación de diseñadores y programadores con diversas habilidades y procedencias, que investigan a fondo las distintas aplicaciones gráficas para crear un producto que asombre. Por este motivo, se fomentan cooperaciones entre miembros separados a distancias continentales.

La notable Neostream Interactiva, que se presenta como “Serious Interactive Company”, está localizada en el Sidney’s Riverside Corporate Park de Australia. Pero este dato resulta anecdótico: algunos de sus mejores miembros son argentinos, franceses, belgas.

Para un página de calidad gráfica como la de Neostream, se utilizan a fondo las prestaciones de Photoshop o Freehander, para las imágenes y composición de textos; 3D STUDIO MAX para dotar de profundidad y ‘cuerpo’ a las figuras; FLASH para la animación de las imágenes.

Aún así, muchos ‘net artists’ acaban programando, para conseguir el efecto insólito, el movimiento más increíble. El resultado es un entorno altamente interactivo que, con ayuda de unos altavoces, se convierte en una experiencia envolvente.

Eso sí, en caso de utilizar una tarjeta gráfica obsoleta, el equipo de casa puede decir ‘basta’ en cualquier momento, dado que las animaciones tridimensionales que presentan sus páginas consumen cuantiosas cantidades de RAM, y ponen a prueba las tarjetas de video.

Los acabados espectaculares producen un efecto hipnótico, secuestran la atención del oyente-vidente, y le reclaman altas dosis de participación, cuando no sentido del humor.

Arte lúdico

Muchos portales de arte en red se plantean con un acusado sentido del juego. En ellos se reclama una alta participación por parte del conectado, del que se exige una atención sensitiva intensa, el abandono del proceso analítico y racional de intelección, y la aceptación de nuevos estímulos sensoriales.

Los diseñadores de vanguardia, con sonadas excepciones, no pretenden elaborar un discurso teórico. Se limitan a hacer lo que antes no se hizo.

En sus páginas hay que ‘tocar’ los muñecos, ‘encontrar’ el siguiente enlace jugando con los elementos, ‘sentir’ plenamente un espacio tridimensional al que invitan con indudable maestría, ‘escuchar’, también, el sonido que emiten los distintos objetos, la música que acompaña los videos y animaciones; dejar de leer y permitirse ver las cosas de una forma global, como lo haría un niño. Se acabó la Era del Espectador.

Benayoun y Gsus, en el filo del futuro

Uno de los pioneros en el ‘net art’ es el francés Maurice Benayoun. Benayoun enseña ‘Video Arte y Nuevas Imágenes’ en la Universidad Paris 1 (Phanteon –Sorbona) desde 1984, y ha sido profesor invitado en la Escuela Superior de Bellas Artes de Paris.

Es también co-fundador de Z-A, compañía cuyas instalaciones de Realidad Virtual la colocan en los primeros puestos mundiales del ramo. Benayoun tiene la particularidad de mezclar los diseños técnicos de ultravanguardia con un abundante trabajo teórico en torno a nuestra nueva relación con el entorno electrónico.

Por su parte, el diseñador madrileño gsus, explora también nuevas fronteras. Un trabajo elegante, minimalista, con profundidades geométricas y un cuidado sentido del espacio web. Recomendable su ‘Old Site’ dentro de la página, y el “guest book” o libro de visitas, donde la firma convencional ha dado paso a un lienzo donde el visitante debe dibujar algo.

Altas exigencias para el usuario

Las páginas de estos artistas electrónicos exigen también un uso intensivo de recursos informáticos. De ahí proviene su principal inconveniente: es necesario un equipo de altas prestaciones para apreciar los diseños y animaciones al completo.

Para la ‘sencilla’ página de Gsus, por ejemplo, se recomienda, de entrada, un navegador explorer 6.0 o similar, además de tarjeta de video y gráficos que permitan refrescar la pantalla, que deberá estar configurada a 1024 X 768 pixels.

Una página de Net Art como Dios manda puede hundir una conexión de acceso telefónico a las primeras de cambio. Si se dispone de un equipo antiguo, la visión de los diseños puede convertirse en una pesadilla. Los artistas, conscientes de este problema, suelen ofrecer versiones ‘light’ de menores prestaciones y exigencias, para así evitar ‘cuelgues’ masivos en los sacrificados usuarios.

B[Pioneros del Cyberespacio]b

Al margen de la provocación, agresividad y el contenido de sus mensajes, es cierto que este ejército invisible de nuevos artistas, centrados en el diseño de vanguardia en la red, están explorando territorios en la dirección justa a la que se dirige la civilización electrónica.

Representan el camino hacia la inmersión total en el entorno Web. Y no hay duda de que, en el momento en que se produzca el salto definitivo, habrá que llamarles a ellos, a los constructores de mundos virtuales, para que decoren nuestros rincones del ciberespacio y nos ayuden a perdernos en experiencias plenas de sensaciones.

Con visores incidiendo directamente en la retina, con ayuda de cascos para obtener un sonido envolvente, vestidos con guantes de datos y prendas de estimulación corporal, terminaremos navegando ‘nosotros mismos’ en el hiperespacio.

En lugar de mover un absurdo ratón y clickear el siguiente hiperenlace, nos ‘zambulliremos’ volando sobre el link, cuya forma habrá abandonado definitivamente su jurásico aspecto de palabra o texto coloreado, y será un cuadro, una piscina de miel, o un arco de luz sobre la nada. Permaneceremos cada vez más tiempo allí, en la corriente de sensaciones y experiencias electrónicamente producidas.

Adios a los tabloides

Para llegar a ese punto inevitable, ya se ha dado la señal de salida. Los cambios en el contenido experiencial no vendrán, por supuesto, de la mano de los grandes portales, esos que conoce todo el mundo, con su aspecto de tabloides llenos con recuadros de texto, a veces de letra diminuta y una estructura mareante, rodeados siempre por anuncios de publicidad cuya injerencia es cada vez más descarada.

Los sitios web convencionales, sometidos a una bidimensionalidad inexplicable, y con eterno aspecto de boletines, son herederos de la tradición escrita. Su organización es convergente, jerárquica y administrativa, como lo son los media en el mundo real.

En cambio, estos exploradores del hiperespacio, investigan las cualidades de sensación con una intensidad refrescante. Poco a poco, la capacidad de hacernos «viajar» en su diseño gráfico aumentará, hasta que llegue el momento en que estaremos “dentro”: nuestros sentidos nos informarán de que estamos viviendo en un lugar con sus propias reglas.

De momento, mientras llega el futuro, enciendan los altavoces, habiliten todas las opciones de Java en su navegador, y optimicen sus pantallas a 1024X768. Comienza el espectáculo.