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El sexo de la descendencia no depende solo de la salud de la madre

Una famosa teoría evolutiva, la Trivers-Willard, señala que las madres sanas tienen más hijos que hijas, porque a igualdad de calidad genética, los varones pueden diseminar más sus genes que las hembras. Ahora, un estudio realizado con el borrego cimarrón canadiense ha demostrado que el porcentaje de hembras y de machos que tienen las madres depende de muchos factores, no sólo de la salud de la madre.

El sexo de la descendencia no depende solo de la salud de la madre

Según una teoría muy conocida en biología evolutiva, las mujeres sanas deben dar a luz a más hombres que mujeres. Un estudio financiado por la Fundación Nacional de Ciencias de Suiza muestra por qué esto no siempre es cierto.

Popularmente se cree que si se tiene una niña o un niño es puramente una cuestión de azar. Y, sin embargo, un estudio publicado hace varios años muestra que, por ejemplo, las madres con trabajos estresantes dan a luz a más niñas que niños. La correlación entre tales cambios en la proporción de sexos de la descendencia y el estado general de la madre es algo con lo que los biólogos evolutivos están familiarizados gracias a otras especies animales. Una influyente hipótesis dice que la selección natural explica los desequilibrios observados.

La hipótesis Trivers-Willard afirma que es beneficioso para las madres poder ajustar el sexo de su descendencia, en respuesta a su propio estado de salud. En consecuencia, una hembra en buen estado debe dar a luz a más varones. Esto se debe a que los hombres, en principio, tienen el potencial de producir más niños en su vida que las mujeres.

Al producir hijos fuertes, las madres sanas aumentan la probabilidad de que sus propios genes estén ampliamente distribuidos. Por el contrario, las hembras que no están en tan buena forma son más propensas a producir hijas, porque las posibilidades de dar a luz a un futuro macho dominante son pobres.

«Sin embargo, no es tan simple como eso», señala el biólogo Peter Neuhaus, subvenciado por la Fundación Nacional de Ciencias de Suiza, y que trabaja en la Universidad de Calgary (Canadá). Tomando el ejemplo de un modelo con datos de ardillas de tierra colombinas y del borrego cimarrón canadiense, Neuhaus -junto con sus colegas del Reino Unido, EE.UU., Francia y Sudáfrica- ha demostrado en un artículo publicado en la revista Nature que una reproducción óptima también depende de una serie de otros factores.

Éxito

El borrego cimarrón, por ejemplo, da a luz a sólo un cordero por año. La mayoría de las hembras se aparean con el carnero dominante, lo que significa que muchos de los otros machos no tienen oportunidad. Las hembras en buen estado a menudo transmiten su condición a la descendencia y por lo tanto se puede esperar que «hagan supermachos», como explica Neuhaus.

No obstante, las hembras sanas no producen más machos que hembras. Como demuestra el modelo, otros parámetros, como el hecho de que un gran número de machos mueran antes de alcanzar la madurez sexual, juegan un papel central en la evaluación de la capacidad de reproducción.

Pero, ¿qué tienen las ovejas que ver con las madres en puestos de trabajo con un cierto grado de estrés? Nadie duda de que tienen más chicas, pero Neuhaus aconseja cautela en la nota de prensa de la Fundación Nacional de Ciencias Suiza: «La evolución es muy compleja. Para entender cómo funciona, es necesario tener en cuenta el mayor número posible de factores que podrían influir en la capacidad de reproducción.»

Referencia bibliográfica:

S. Schindler, J.-M. Gaillard, A. Grüning, P. Neuhaus, L. W. Traill, S. Tuljapurkar y T. Coulson: Sex-specific demography and generalisation of Trivers-Willard theory. Nature (2015). DOI:10.1038/nature14968.

RedacciónT21

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