El National Research Council (NRC, de Estados Unidos, ha publicado recientemente un informe (encargado por la Food and Drug Administration) en el que se identifican las necesidades de investigación para una mayor comprensión de los efectos en la salud humana de la exposición a los campos de radiofrecuencia que emiten los dispositivos de comunicación sin cable.
El National Research Council funciona bajo los auspicios de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, así como de la Academia Nacional de Ingeniería (NAE) y el Instituto de Mediciona (IOM). Su misión es asesorar al gobierno en las deciciones relativas a la política científica, así como potenciar la educación pública y promover el conocimiento en materias como la ciencia, la ingeniería, la tecnología y la salud.
Tal y como explica la Organización Mundial de la Salud (OMS, los campos de radiofrecuencia se utilizan actualmente en numerosos ámbitos de la vida cotidiana, como la transmisión de radio y televisión, las telecomunicaciones (por ejemplo, los teléfonos móviles), el diagnóstico y tratamiento de enfermedades y en la industria, o para el calentamiento y sellado de materiales.
Pero es con la rápida introducción de dispositivos de telecomunicación móviles, particularmente entre la población general, que ha surgido una especial atención a los problemas asociados con la exposición a los campos cercanos de RF emitidos por estos dispositivos.
Necesidad de investigación
El comité encargado de la redacción del presente informe identificó las necesidades (así como las cuestiones pendientes) de las investigaciones basándose en presentaciones de expertos internacionales, así como en sesiones de debate con asistentes a un encuentro de tres días celebrado el pasado agosto. En él, se evaluaron disciplinas y asuntos, como las mediciones de RF y su exposición, los estudios al respecto relativos a la población humana o las investigaciones llevadas a cabo en laboratorio con humanos, informa el NRC en un comunicado.
Entre las cuestiones pendientes en este campo destacan los estudios sobre RF y su incidencia en la salud a los que no se ha dado prioridad o que no serían llevados a cabo hasta que no se evalúen los resultados de investigaciones actuales. En cuanto a las necesidades de investigación identificadas por el comité, una de ellas es la de analizar las posibles consecuencias para la salud de la exposición de larga duración y de baja intensidad de múltiples fuentes de radiofrecuencia.
Por ejemplo, señala el informe, habría que medir la cantidad de energía RF que incide en jóvenes, niños, mujeres embarazadas y fetos procedente de dispositivos sin cable y antenas de radiofrecuencia para ayudar a definir la tasa de exposición de diversas poblaciones.
También las antenas
Aunque aún se desconoce si los niños son o no más susceptibles a estas exposiciones, podrían ser un grupo de riesgo porque sus cuerpos se encuentran en una fase de desarrollo de órganos y tejidos, además de que parecen tener un mayor Índice de Absorción Específica (SAR, unidad de medida de la cantidad de energía de RF absorbida por el organismo al emplear un teléfono celular) que los adultos. Por otro lado, los niños empiezan a usar el móvil a edades cada vez más tempranas, lo que alarga su tiempo de exposición en comparación con los adultos.
Los tipos de antenas de las estaciones de base para la comunicación sin cable también deberían ser analizados por las radiofrecuencias que envían a diferentes partes del cuerpo. Ya se han estudiado los efectos del uso de los móviles en el cerebro, pero deberían analizarse también los efectos en otras partes del cuerpo, como las orejas. La expansión de otros dispositivos sin cable de comunicación, aparte de los móviles, como los ordenadores portátiles, hace extensiva la necesidad de estudiar los efectos de las RF a otras zonas del cuerpo.
Otras necesidades de investigación identificadas por el informe son la de realizar un estudio retrospectivo en un grupo humano sometido a exposiciones ocupacionales medias y altas; conducir estudios de laboratorio con humanos enfocados a los posibles efectos de los campos electromagnéticos de radiofrecuencia en las redes neuronales y la actividad eléctrica del cerebro; realizar estudios de población de niños y mujeres embarazadas, incluyendo en ellos cánceres infantiles y el cáncer cerebral o evaluar los efectos de las RF a un nivel microscópico.
La OMS tranquiliza
Hasta ahora, según la OMS, el único efecto de los campos de RF en la salud señalado por los estudios científicos se refería al aumento de la temperatura corporal (> 1º C) por la exposición a una intensidad de campo muy elevada, y que sólo se da en determinadas instalaciones industriales, como los calentadores de RF. Los niveles de exposición a RF de las estaciones de base y las redes inalámbricas son tan bajos que los aumentos de temperatura son insignificantes y no afectan a la salud de las personas.
Por otro lado, una serie de estudios recientes ha puesto de manifiesto que la exposición a RF de las estaciones de base y tecnologías inalámbricas en lugares de acceso público (incluidos hospitales y escuelas) suele ser miles de veces inferior a los límites establecidos por las normas internacionales.
Aún así, la opinión pública está inquieta por noticias publicadas en medios de comunicación sobre concurrencia de casos de cáncer en torno a estaciones de base de telefonía móvil. Según la OMS, dada la presencia generalizada de estaciones de base en el entorno, puede producirse esta concurrencia simplemente por casualidad. Además, los casos de cáncer notificados en esos conglomerados suelen ser de distinto tipo, sin características comunes, por lo que no es probable que se deban a una misma causa.
En los últimos 15 años, se han publicado estudios en los que se examinaba la posible relación entre los transmisores de RF y el cáncer. En ellos no se han encontrado pruebas de que la exposición a RF de los transmisores aumente el riesgo de cáncer.
También ha habido estudios que han examinado el efecto de RF en las ondas cerebrales, las funciones intelectuales y el comportamiento tras la exposiciones a niveles 1.000 veces superiores a la exposición del público en general, sin que se hayan detectado efectos adversos.
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