Una investigación en la que han participado científicos daneses y alemanes ha identificado el origen común de la maldad humana y lo han llamado el “factor oscuro de la personalidad” o “Factor D”.
Según esta investigación, el “Factor D” es la tendencia general a maximizar el interés individual sin tener en cuenta, de manera malintencionada, el daño que ese comportamiento puede tener sobre los demás, ni la inutilidad de su comportamiento.
Todos los rasgos oscuros de la personalidad se explican por esta tendencia psicológica a poner los intereses personales por encima de cualquier otro interés, ya sea de otra persona o comunidad, según esta investigación.
Esta tendencia se expresa incluso cuando se disfruta haciendo daño a los demás. Una serie de creencias sirven como justificaciones que evitan los sentimientos de culpa, vergüenza o similares, en las personas que actúan de esta manera
Esta investigación aporta también una compilación de los rasgos oscuros de la personalidad más frecuentes, acompañados de sus respectivas definiciones. Pueden agruparse en nueve.
Nueve rasgos oscuros
El egoísmo es el primero de ellos y puede definirse como la preocupación excesiva por el beneficio propio a expensas de los demás y de la comunidad. El segundo es el maquiavelismo, una actitud manipuladora e insensible hacia los demás, acompañada de la convicción de que el fin justifica los medios.
La desconexión moral es el tercero de los rasgos oscuros de la personalidad y se define como un estilo de procesamiento cognitivo que permite comportarse de manera amoral sin sentir remordimiento alguno por ello.
El narcisismo, cuarto rasgo, se define como una auto-admiración excesiva, acompañada de un sentimiento de superioridad y de una necesidad extrema de atraer constantemente la atención de los demás.
La creencia persistente de que uno es mejor que los demás y que por lo tanto merece ser tratado mejor, es el quinto rasgo oscuro de la personalidad y se llama derecho psicológico. La psicopatía, sexto rasgo, se define como la falta de empatía y autocontrol, a lo que se le agrega un comportamiento impulsivo.
El sadismo es el séptimo rasgo y se define como el deseo de infligir daño mental o físico a otros por placer. El interés propio (entendido como el deseo de promover y destacar el propio estatus social) y el rencor, definido como destructividad y disposición a causar daño a otros, incluso si uno corre el riesgo de infligirse daño a sí mismo, son respectivamente el octavo y noveno rasgos oscuros de la personalidad establecidos en esta investigación.
Núcleo oscuro
Según los autores de este trabajo, la mayoría de estos rasgos oscuros se pueden entender como manifestaciones de una única disposición subyacente común: el “núcleo oscuro” de la personalidad. En la práctica, esto implica que, si se tiene tendencia a mostrar uno de estos rasgos oscuros de personalidad, también es más probable que se tenga una fuerte tendencia a mostrar otros de los rasgos oscuros.
Ingo Zettler, autor principal de esta investigación, explica al respecto en un comunicado que en una persona determinada, el Factor D puede manifestarse principalmente como narcisismo, psicopatía o cualquiera de los otros rasgos oscuros, o bien como una combinación de varios.
“Nuestra gráfica del denominador común de los diversos rasgos oscuros de la personalidad, permite establecer que determinada persona tiene un Factor D alto. Esto se debe a que el Factor D indica la probabilidad de que una persona participe en el comportamiento asociado con uno o más de estos rasgos oscuros «, dice Zettler.
En la práctica, esto significa que una persona que exhibe un comportamiento malévolo particular (como que le gusta humillar a otros) tendrá una mayor probabilidad de participar también en otras actividades malévolas (como hacer trampas, mentir o robar).
2.500 encuestados
Aunque los nueve rasgos oscuros pueden dar lugar a tipos específicos de comportamiento, sin embargo, en su núcleo, generalmente tienen mucho más en común que lo que los diferencia.
Por ello, el conocimiento de este «núcleo oscuro» puede jugar un papel importante para los investigadores o terapeutas que trabajan con personas con rasgos específicos de personalidad oscura, ya que es este “Factor D” es el que determina diferentes tipos de comportamientos y acciones humanas imprudentes y maliciosas.
“Lo vemos, por ejemplo, en casos de violencia extrema, incumplimiento de normas, mentira y engaño en los sectores corporativo o público. Aquí, el conocimiento sobre el Factor D de una persona puede ser una herramienta útil, por ejemplo, para evaluar la probabilidad de que la persona vuelva a delinquir o participe en conductas más dañinas”, afirma Zettler.
Para llegar a estas conclusiones los investigadores encuestaron a más de 2.500 personas a las que, a través de una intensa batería de preguntas relacionadas con los comportamientos oscuros, estudiaron sus actitudes hacia la agresión o la impulsividad y sus comportamientos egoístas y poco éticos.
Referencia
The dark core of personality. Moshagen Morten et al. Psychological Review, DOI:http://dx.doi.org/10.1037/rev0000111