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La esperanza contra toda desesperanza de José Gómez Caffarena

En nuestra época contemporánea, en el ámbito de la fe cristiana e iglesia católica se ha tratado de establecer un dialogo con la razón, la cultura y la ciencia. Las iglesias, instituciones religiosas y autores han realizado todo un esfuerzo e investigación para llevar a cabo dicha tarea. Por sólo mencionar algunos, autores como De Lubac y Chenu, Rahner, Zubiri y, en especial en el ámbito específico de la ciencia, T. de Chardin nos vienen enseguida a la memoria como ejemplos de todo este diálogo.

En nuestro ámbito español, entre otros, destacó el jesuita y profesor J. Gómez Caffarena, filósofo y teólogo, maestro de tantas generaciones que se nutrieron de su fecundo magisterio. Después de su muerte, su legado u obra, libros y publicaciones sigue siendo motivo de reflexión, estudio e investigación.

Una experiencia de la religión y del cristianismo que nos proporciona sentido, felicidad y trascendencia, utopía y esperanza. En el amor y en la justicia liberadora del mal, de la muerte e injusticia. El ser humano vale y es digno de esta experiencia de Dios, de que se realicen sus anhelos e inquietudes de sentido y de amor, de esperanza y vida plena, eterna.

A pesar de sus límites e incertidumbres, la persona desea y confía en la esperanza de esa salvación liberadora de todo mal, muerte e injusticia. Un amor esperanzado que, en la debilidad, en solidaridad liberadora con el pobre o excluido, espera contra toda desesperanza y fuerza o poder que domina y se impone con muerte.

Introducción

Este artículo está dedicado a la memoria de José Gómez Caffarena y, más allá de cuestiones pormenorizadas, trata de recoger su espíritu, actualizar y profundizar dicho legado de este maestro del pensamiento que, hoy, creemos más necesario que nunca.

En él, expondremos una serie de claves que pretenden reflejar esta siempre apasionante tarea de pensar la religión e ilustrarla, dando razón de ella, presentando un humanismo integral inspirado por la fe. En estos tiempos de falta de sentido y vacío espiritual, del predominio del paradigmática tecnocrático o utilitarista e individualista con una razón instrumental, el pensamiento, método y espíritu (legado) caffareniano nos sigue aportando mucha clarividencia y luz.

Antropología metafísica

La clave del pensamiento y de la filosofía la encontramos en el sentido o significado de la persona, en las cuestiones e interrogares que marcan el enigma de la existencia humana. La persona es un animal metafísico que busca el sentido de la vida humana, que se pregunta y cuestiona constantemente por el significado que tiene su existencia.

El ser humano se mueve o vive en esta inquietud por conocer, comprender y experienciar el sentido de la vida. Al modo kantiano, diríamos que se inquieta e interroga, en el atrevimiento a pensar, por el qué puede conocer, qué debe hacer y qué le cabe esperar. Cuestiones que expresan o se sintetizan en qué es el ser humano.

Está razón, pasión e inquietud del ser humano por el sentido de la existencia, nos lleva pues a plantear el significado de la persona. Una antropología en la que se manifiesta las diversas e inseparables dimensiones del ser humano. Como son la razón y la emoción, el pensamiento y el sentimiento o afecto.

La inteligencia y los sentidos, el lenguaje, el otro y la comunidad, la ética y el amor, la trascendencia y la esperanza. La persona busca la verdad, la belleza y el bien, cuál es su origen (de donde viene), su proyecto (quién es) y su destino o meta (a dónde va). El sentido de las cuestiones vitales como el sufrimiento, el mal y la muerte.

La razón y las ciencias en diálogo con la filosofía

Para y por ello, en este dialogo con la razón, debemos emplear las diversas ciencias, como las llamadas naturales o empíricas y del espíritu o ciencias humanas/sociales. Las ciencias pretenden describir, explicar o comprender el mundo, el para qué de este mundo e historia. Sus descripciones, hechos y funcionamientos de la naturaleza o de la realidad histórica son necesarios.

Imprescindibles para la razón e inteligencia, que busca este conocimiento y compresión de la realidad. El funcionamiento o descripción del universo, de la sociedad o de la acción de la persona es, a la vez, conveniente e insuficiente.

Ya que desde la antropología metafísica que nos constituye, el ser humano no solo se conforma con los meros hechos o para qué de la realidad. La persona busca los porqués de la existencia, el sentido profundo de la vida y de la realidad, sus fundamentación y trascendencia. La ciencia o el pensamiento científico no agota la diversidad u hondura de la realidad, se muestra limitada e insuficiente ante el sentido profundo y último de lo real.

A estas alturas del pensamiento y de la filosofía, el mero positivismo, el idealismo u otros reduccionismos científicos-filosóficos no son válidos. Ocultan o deforman el sentido y el ser, la vida o la realidad de la persona e historia. Tal como muestran, por hacer un somero elenco, corrientes de filosofía tan importantes como la fenomenología con Husserl, la hermenéutica con Heidegger y el raciovitalismo de Ortega. La teoría crítica de la escuela de Frankfurt con Horkheimer, Adorno, Benjamin, Habermas… El personalismo con Levinas y Mounier, Zubiri y el mismo Ellacuría o el pensamiento latinoamericano con Scannone y Dussel.

En este sentido, la ciencia o el conocimiento no es neutro y aséptico. Tiene de fondo unos intereses, unos pre-supuestos teóricos/filosóficos, antropológicos y metafísicos. Una filosofía subyacente que hay que explicitar. Unos condicionamientos sociales e históricos, unas fuerzas o poderes que se deben desvelar mediante esta razón crítica, ética y antropológica.

Estos condicionamientos o límites sociales y éticos de la ciencia, por ejemplo con el auge de la economía financiera e industria militar o biotecnológica, son hoy en día todavía más claro. Y como han transmitido los mismos científicos, como Einstein, muestran hasta qué punto es perjudicial y destructiva una ciencia sin conciencia, sin ética y valores e ideales que le den sentido, humanicen y lleven al bien.

Ciencias, ética y el mal: la moral

En la línea de lo anterior, los tremendos males e injusticias que han asolado la historia- cuyos símbolos podemos ver en Austwichtz, Hiroshima o en el hambre y miseria del Sur empobrecido del planeta-, cuestionan esta razón positivista e instrumental. Con su supuesto progreso tecnocrático.

Es por ello que la ciencia, la política o economía, por sí solas, no bastan para ir estableciendo el sentido, el bien y la justicia. Sin un sentido humano, moral y trascendente para la realidad científica, para la naturaleza y lo social e histórico, se producen los totalitarismos, las desigualdades e injusticias sociales-globales, las agresiones a la vida y dignidad de la persona, la barbarie.

Las víctimas, el mal e injusticias cuestionan al progreso, a la búsqueda de una supuesta moralidad y a la mera ciencia o técnica. El sufrimiento, la infelicidad y la muerte chocan con el empeño ético, con la lucha por la paz y la justicia por un mundo mejor. La crítica muestra como la razón pura y el conocimiento meramente teórico son limitados.

Se abre el espacio a la razón práctica, a la razón moral, humana y universal que, en la búsqueda de la dignidad, colisiona de frente con el mal e infelicidad que impide el triunfo de la justicia y del bien. El amor, la justicia y la dignidad de esta felicidad que busca el bien: son cuestionadas por la realidad del mal, de la muerte e injusticia definitiva.

La filosofía de la religión y la esperanza

Por tanto, la razón o el conocimiento, teórico-práctico, se interroga por el mal o sin sentido de la existencia, porque esté sentido que ansía el ser humano no se deba convertir en una pasión inútil. El ser humano busca y lucha por liberarse del caos, del sin sentido y de la frustración que supone el mal y el sufrimiento irrevocable, la muerte e injusticia definitiva. Y encuentra en la experiencia religiosa todo un caudal de significado y meta-sentido para su vida, de experiencias sanadoras y liberadoras, de salvación y de vida plena, eterna. La vida, la humanización y el amor que busca la persona en el otro y en lo otro se abre a la trascendencia, al Otro.

El enigma que es el ser humano y su existencia, la realidad y el cosmos, se desborda o trasciende en la apertura al Misterio, a lo sagrado y divino. La experiencia de esta finitud, límite e indigencia del enigma de la persona y de la existencia encuentran vías, caminos e itinerarios en la religión; en la religación con lo trascendente, con el Misterio el Dios.

El sentido, la trascendencia y la esperanza, que constituyen metafísicamente al ser humano y a la realidad, anhela y suspira una plenitud, una justicia y felicidad consumada. Una redención y liberación trascendente, plena e integral de todo mal, de la muerte e injusticia que muestra el don de la revelación de Dios. Sin esta trascendencia y salvación liberadora que nos muestra la experiencia religiosa, el dolor y el mal se imponen, triunfa definitivamente la muerte e injusticia.

Aunque no demostrable empírica o científicamente, la creencia y la fe religiosa son razonables, plausibles al nivel de la inteligencia y de la experiencia humana. Ya que responden a los deseos, anhelos y utopías o esperanzas más profundas de la persona, a la inquietud y búsqueda del sentido trascendente u hondo de la existencia.

Es una fe razonada, crítica y humanizadora que promueve y plenifica la vida, dignidad y felicidad de las personas; que es liberadora de todo mal, opresión e injusticia. Como muestran hoy las diversas disciplinas o ciencias de la religión. Tales como fenomenología y la psicología o la sociología, más allá de sus patologías y alienaciones, la religión ha sido y puede ser un caudal de una vida con sentido. Con una existencia saludable y humanizadora, de servicio solidario y compromiso por la justicia liberadora con los pobres, oprimidos y víctimas.

En esta línea, las nuevas disciplinas científicas como la nueva física o cosmología, las ciencias ambientales o neurociencias nos presentan al ser humano como constituido por la religación y comunión con la realidad, con los otros y con el cosmos. En una inteligencia emocional, sentimental y espiritual que nos religa solidariamente con la realidad. Con el desarrollo de la dignidad, justicia y amor con los otros. En sintonía con la antropología metafísica y espiritual, trascendente y mística que nos trasmite la experiencia religiosa, la cual es reconocida en toda su capacidad simbólica, estética, moral y liberadora.

El cristianismo como humanismo integral

Como se puede observar esta religión razonada y razonable, humanizadora y liberadora, se puede encontrar en la fe cristiana. El Dios de la revelación cristiana, Jesús de Nazaret, nos manifiesta a un Dios que se ha humanizado, que ha acogido y asumido todo lo humano para llevarlo a su plenitud. En la fe cristiana, Dios se nos revela en Jesús como el Dios del amor y de la vida, de la paz, el perdón y la justicia con los pobres, que nos libera de todo mal, muerte e injusticia.

El humanismo ético, espiritual e integral inspirado por la fe cristiana nos lleva a la comunión con Dios, con los otros y con la naturaleza, al amor y fraternidad universal con toda la humanidad, con los pobres y con el cosmos.
La ética en la perspectiva cristiana se nos muestra como una moral liberadora de todo mal, opresión e injusticia, de la ley, del pecado y de la muerte.

Una ética humanizadora donde es sagrada e inviolable la vida, dignidad y protagonismo de toda persona en la realidad comunitaria, social, política y económica. El amor a los otros y la justicia con los pobres, la vida y dignidad de la persona, se convierten en la clave de valoración ética. Lo cual libera de los ídolos del poder y de la riqueza, del estado y del mercado-beneficio convertidos en nuevos dioses que exigen el sacrificio de la vida digna y de los pobres.

La verdad, belleza y bien se han revelado en el Dios Creador y Padre de Jesucristo que nos hace imagen, semejanza e hijos de Dios con una vida y dignidad trascendente. Dios encarnado en lo humano, en los pobres, víctimas y crucificados de la tierra. Tal como se nos muestra en Jesús Pobre y Crucificado, hace de la persona, de la víctima y del pobre sacramento de Dios, del compromiso por la justicia con los pobres u oprimidos, lugar de encuentro y comunión con Dios en Jesús Pobre-Crucificado.

Conclusión

Después de todo este recorrido, inspirados por la filosofía y teología de J. Gómez Caffarena, se vislumbra una religión y fe cristiana razonada, razonable y humanizadora. Una experiencia de la religión y del cristianismo que nos proporciona sentido, felicidad y trascendencia, utopía y esperanza. En el amor y justicia liberadora del mal, de la muerte e injusticia. El ser humano vale y es digno de esta experiencia de Dios, de que se realicen sus anhelos e inquietudes de sentido y de amor, de esperanza y vida plena, eterna.

A pesar de sus límites e incertidumbres, la persona desea y confía en la esperanza de esa salvación liberadora de todo mal, muerte e injusticia. Un amor esperanzado que, en la debilidad, en solidaridad liberadora con el pobre o excluido, espera contra toda desesperanza y fuerza o poder que domina e impone con muerte. Por todo ello, por esta tarea u horizonte de seguir pensado y esperando en el amor, querido Pepe, te damos las gracias, a ti y a Dios por tu legado, obra y vida.

Referencias bibliográficas:  

Almazán, Gabriel (2014). De la admiración y el horror, a la acción y la esperanza. Antropología y ética de José Gómez Caffarena. Madrid: E-prints.UCM.
Seguró Mendlewicz, Miquel (2010). El cerco trascendental de la Metafísica. Acerca del pensamiento metafísico de José Gómez Caffarena. Barcelona.
Egido, José (1999). Fe e Ilustración: el proyecto filosófico de José Gómez Caffarena. Madrid: UPCO.
Gómez Caffarena, José (1970). Metafísica trascendental. Madrid: Revista de Occidente.
Gómez Caffarena, José (1983). El teísmo moral de Kant. Madrid: Cristiandad.
Gómez Caffarena, José (1988). La entraña humanista del cristianismo. Pamplona: Verbo Divino.
Gómez Caffarena, José (1991). Qué aporta el cristianismo a la ética. Madrid: SM.
Gómez Caffarena, José, (2007). El enigma y el misterio: una filosofía de la religión. Madrid: Trotta.
Gómez Caffarena, José (2010). 10 lecciones sobre Kant. Madrid: Trotta.

 
Artículo elaborado por el Dr. Agustín Ortega Cabrera, Profesor e Investigador en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador Ibarra y colaborador de Tendencias 21 de las Religiones.