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La exposición fetal al DDT podría aumentar el riesgo de síndrome metabólico

La exposición de ratonas embarazadas al pesticida DDT ha sido vinculada a un mayor riesgo de obesidad, diabetes, colesterol alto y condiciones relacionadas con trastornos, en la descendencia femenina. La relación ha sido establecida a partir de un estudio dirigido por la Universidad de California, Davis (EEUU).

La investigación, publicada en la revista PLoS ONE, es la primero en mostrar que la exposición al DDT durante el desarrollo aumenta el riesgo de que las hembras de ratón desarrollen síndrome metabólico en algún momento posterior de su vida. Este trastorno incluye condiciones como aumento de la grasa corporal, glucosa en sangre y colesterol.

El DDT fue prohibido en los Estados Unidos en la década de 1970, pero sigue siendo utilizado para el control de la malaria en países como la India y Sudáfrica.

Diferencias de género

Según se explica en un comunicado de la UCDavis, Los científicos dieron a las ratonas dosis de DDT comparables con la de la exposición al pesticida de personas que viven en regiones infestadas de malaria, donde el DDT se usa con regularidad.

También dosis comparables con aquellas a las que estuvieron expuestas mujeres estadounidenses durante sus embarazos, hace unos 50 años.

Descubrieron que la exposición al DDT antes de nacer redujo el metabolismo de los ratones hembras, así como su tolerancia a las bajas temperaturas (el DDT redujo la capacidad de las ratonas para generar calor). Esto aumentó su probabilidad de desarrollar síndrome metabólico, y la gran cantidad de enfermedades relacionadas con este trastorno.

Por otra parte, el estudio encontró marcadas diferencias de género en la respuesta de los ratones al pesticida. Las hembras presentaron un mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y el colesterol pero, en los machos, la exposición al DDT no afectó los niveles de obesidad o colesterol, y causó solo un pequeño aumento en los niveles de glucosa.

La oscura historia del DDT

En 1948, el químico suizo Paul Hermann Müller ganó el Premio Nobel de Medicina por su descubrimiento del DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano), un compuesto organoclorado incoloro y cristalino muy usado hasta los años ochenta como insecticida y plaguicida.

Sin embargo, a finales de los años 70, y tras una campaña mundial que alegaba que este compuesto se acumulaba en las cadenas tróficas, y ante el peligro de contaminación de los alimentos, se prohibió su uso.

En España, la prohibición llegó en los años 80, pero en 2003 aún hubo un informe de Greenpeace denunciando su utilización dentro de nuestras fronteras.

En el pasado, diversos estudios han demostrado que, como sucede con muchos insecticidas organoclorados, el DDT da lugar en los animales a efectos hepáticos, renales, reproductivos e inmunitarios. Otras nvestigaciones han constatado que el DDT también deja rastro en los humanos.

Y lo sigue dejando pese a las prohibiciones, porque es un compuesto originalmente diseñado para ser muy resistente a la degradación, por lo que sigue presente en el medioambiente y en la cadena alimentaria. Eso sin contar que aún se utiliza para el control de plagas en ciertos países, como Marruecos o Sudáfrica.

En general, por tanto, se estima que la mayoría de las personas estamos expuestas a DDT o a su principal metabolito, el DDE, ambos relacionados con efectos adversos sobre la salud, ha publicado UGRDivulga, el centro de información de la Universidad de Granada.

En estudios previos, el DDT ha sido relacionado con trastornos neuronales en niños, con la obesidad e incluso con el Alzheimer.

Referencia bibliográfica:

Michele La Merrill, Emma Karey, Erin Moshier, Claudia Lindtner, Michael R. La Frano, John W. Newman, Christoph Buettner. Perinatal Exposure of Mice to the Pesticide DDT Impairs Energy Expenditure and Metabolism in Adult Female Offspring. PLoS ONE (2014). DOI: 10.1371/journal.pone.0103337.