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La isla interior


Una isla de felicidad en tu interior

La isla interior

Durante siglos, gente de todo el mundo ha venido a las Islas Afortunadas para relajarse y divertirse. Un hombre llamado Prem Rawat viaja por todo el mundo para ofrecer su ayuda a las personas que deseen descubrir una isla de felicidad en su interior, donde, según él, la diversión no tiene fin.

A quienes les preocupa que la búsqueda de la felicidad personal pueda ser un afán egoísta, les dice: «Tu deseo de ser feliz y de sentirte satisfecho es tan natural como el de tomarte un vaso de agua cuando tienes sed. No es un lujo. ¿Acaso beber agua es egoísta? ¿Es egoísta dormir?».

Afirma que la fuente de esa felicidad -paz, amor, plenitud, o como se le quiera llamar- puede ser hallada en nuestro interior, y ofrece un medio práctico, que denomina el Conocimiento, para encontrarla. Ha venido ofreciéndolo desinteresadamente desde hace más de 30 años.

«Lo que ofrezco a la gente», explica, «es un modo de ir adentro y saborear la belleza que ahí existe». Este viaje interior supone la práctica diaria de cuatro técnicas simples que él enseña a quienes, habiendo escuchado sus presentaciones y entendido su mensaje, deciden que el Conocimiento es algo en lo que desean profundizar.

Bertha Trujillo, una mujer que hace malabarismos para compatibilizar sus numerosas responsabilidades profesionales con la de criar a dos hijos pequeños, nos cuenta cómo el Conocimiento ha cambiado su vida. Escuchó hablar por primera vez sobre el Conocimiento en el año 1973, durante una presentación celebrada en una universidad:

«Yo no buscaba una cosa así en absoluto. En cierta forma, me topé con ello por casualidad. Pero, mirando hacia atrás, veo que lo que él me ha mostrado ha salvado mi vida. Me ha hecho feliz. Cada día, la práctica del Conocimiento me proporciona un ancla a la que agarrarme, pase lo que pase a mi alrededor. Me da acceso a un sentimiento profundo que me llena de satisfacción. Ahora piso tierra firme. A lo largo de estos últimos 30 años, mi vida no ha hecho más que mejorar».

Como asesora de una gran compañía de informática, nos asegura que a menudo ha de afrontar conflictos, tanto con clientes como con compañeros de trabajo.

«El Conocimiento me ha ayudado a encontrar un lugar interior en el que respeto y admiro la vida, mi vida y la de los demás. Esto me ha hecho profundamente respetuosa y tolerante con la vida que hay dentro de cada uno. Veo a todas las personas como a seres humanos -dice-. Y más aún, me ha ayudado a sentir la belleza y la paz que la vida encierra en sí misma».

Nacido en India, Prem Rawat ha vivido principalmente en los Estados Unidos desde que era apenas un adolescente. Dedica gran parte de su tiempo a viajar por todos los continentes, llevando su mensaje a personas de diferentes culturas, credos, doctrinas, y religiones. Siempre abierto a los avances de la tecnología moderna, se sirve de Internet y de las emisiones vía satélite para difundir su mensaje. Sus conferencias, que no se basan en un guión preparado de antemano, rebosan de espontaneidad, una sabiduría llana y un gran sentido del humor. Su estilo coloquial permite a la audiencia sentirse cómoda de inmediato.

Durante todos estos años, ha visitado más de 250 ciudades en 50 países, la mayoría de ellas en numerosas ocasiones. Sin embargo, al margen de las distintas perspectivas de la vida que puedan tener sus oyentes, su mensaje es siempre el mismo. «No me dirijo a un determinado grupo social», señala, «me dirijo a cada individuo. Nos identificamos con nuestro papel de padre, madre, hermana o amigo. En lugar de eso, fijémonos en el yo: yo, que vine a este mundo; yo, que estoy vivo en este momento. Viviendo. Respirando. Existiendo».

Prem Rawat opina que aprender a vivir en el presente es importante, quizá incluso necesario. «Para lograrlo», indica, «hemos de poner fin a nuestros amoríos con el ayer y el mañana».

«Cada día pensamos en las cosas que todavía no han ocurrido. Planificamos muchas cosas que aún no han sucedido. Me refiero al mañana. ¿Y cuánto equipaje acumulado del ayer, de anteayer, y del día anterior intentamos acarrear hasta el mañana? Dos realidades inexistentes: ayer y mañana. ¿Y dónde vivimos? Vivimos en este diminuto, diminuto y a la vez gigantesco espacio: el momento llamado ahora. Es tan diminuto cuando no le prestamos atención. Pero cuando lo hacemos, descubrimos lo grande que puede llegar a ser. Se convierte en una vida. Nuestra vida».

Si bien ha dicho que tal vez el Conocimiento no sea para todo el mundo, su propósito es dar a tantas personas como sea posible la oportunidad de escuchar su mensaje de esperanza y paz, y de decidir por sí mismas hasta qué punto desean profundizar en él. Mantiene, para ello, una apretada agenda de viajes. En el transcurso de un año, puede que su itinerario le lleve a recorrer el mundo entero, desde el interior de Australia hasta Canadá, de Ghana a Sudáfrica, de Japón a las estribaciones del Himalaya.

«Programo meticulosamente mi día -comenta-. Pero incluso con toda esa planificación, sigo sin saber qué va a pasar mañana. Lo que sí sé es que si mañana estoy vivo, tendré que buscar mi plenitud. Ese es mi plan para hoy, y ese es mi plan para toda la vida. Si estoy vivo dentro de un año, sé lo que debe ocurrir: he de estar satisfecho como lo estoy hoy. He de estar satisfecho como lo estaba ayer, y como lo estaré mañana».

Encontrar la plenitud es, en resumen, lo más importante que un ser humano puede hacer por sí mismo y por la humanidad.