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El piano cuántico

Ficha Técnica
Título: El piano cuántico
Autor: Elías Prada Galán
Edita: Ediciones Libertarias. Madrid, marzo 2012
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 157
ISBN: 978-84-7954-720-2
Precio: 12,50 euros

El final es el principio. Sí: la muerte, el final de la vida, está en el comienzo de este libro. Ante la muerte, solo dos posturas: la del creyente y la del ateo; Prada Galán rechaza a los agnósticos, a quienes acusa de no querer pronunciarse por falta de interés, de emoción o por gandulismo. Arremete, también, contra los fanáticos de ambos bandos y se confiesa ni ateo ni agnóstico, para situarse frente a unos y otros, además de frente a los creyentes: él cree, pero no sabe en qué.

La esperanza es lo que diferencia a ateos y creyentes. Porque el otro pilar que el autor considera básico, hacer el bien, difícilmente es rechazado por nadie. Llega a reconducir el principal de los mandamientos: amarás al prójimo como a ti mismo y a Dios también. Las religiones deberían insistir más en que hagamos primero el bien y amemos luego a Dios, o, al menos, en que hagamos el bien. Y Prada Galán explica su objetivo en las páginas del libro: “presentar diferentes argumentos que afirman que hacer el bien es el principal acto trascendente que puede realizar una persona, pues, en mi opinión, haciendo el bien construimos la realidad, nos construimos a nosotros mimos y, además, ayudamos a Dios”. ¿Qué Dios? No, ciertamente, el de las religiones monoteístas, al que considera muy hecho a la medida humana.

Y entra de lleno con el tema de la ciencia, esa ciencia que lleva siglos arrebatando terreno a las religiones, básicamente por culpa de las propias religiones; una ciencia que, como producto humano, padece la misma enfermedad que las religiones: la soberbia. Comienza este apartado con un resumen muy simplificado de lo que nos dice la ciencia sobre quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos: la historia partiendo del Big Bang hasta la actualidad y los planteamientos acerca de cuál es el posible futuro del universo. Y continúa explicando lo que no aclara la ciencia: de dónde salió el Big-Bang, cuál será el fin del universo, cómo y por qué surgió la conciencia o qué ocurre tras la muerte. Son rechazables los ataques que ha sufrido y sufre la ciencia, especialmente por parte de las religiones, pero el autor mantiene con determinación que nunca estará de parte de la ciencia dogmática, acogiendo ejemplos de lo que considera abuso de sus teorías, como ocurre con la selección natural o la fe ciega en el principio de causa-efecto.

Le toca el turno, seguidamente, a la religión. ¿Qué nos dicen, en términos generales, las religiones? Pues que Dios creó al universo y al hombre y que éste debe obedecer a Dios para ganar la vida eterna; aunque hay religiones que se fijan más en la forma (rituales, oraciones, …) y otras que lo hacen en el fondo. Prada Galán manifiesta su opinión de que las tres religiones monoteístas están en gran parte equivocadas y la sostiene, fundamentalmente, al plantearse el problema del mal en el mundo. Pero, también ataca al ateísmo, al que, con un estilo desenfadado, acusa de hacer del accidente/azar, como origen de todo, un dios absoluto.

Para finalizar este capítulo, el autor se detiene en el esoterismo, ese mensaje oculto que se halla en el fondo de algunas religiones. Ese mensaje oculto es, más o menos, el siguiente: el ser humano está constituido por la misma Esencia que lo que dio origen al universo, y esta Esencia está presente en todas las cosas. Pues bien: es posible acceder al conocimiento de esa Esencia-Dios por unos caminos que no son los de los científicos, alcanzando a conocer la respuesta a la pregunta fundamental de quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos. Tal conocimiento, desde luego, está en nuestro interior. Se refiere, seguidamente, a la ciencia objetiva, que es precisamente ésta de los esotéricos, en contraposición a la ciencia subjetiva, la que todos conocemos habitualmente. Y aduce ejemplos de científicos que han dedicado tiempo a esta forma de conocer, reflejada en lo que ha sido la alquimia. En todo caso, es interesante su conclusión: Jesús de Nazaret alcanzó la conciencia objetiva y entró en contacto con Dios y con la realidad entera.

La segunda parte de este libro se titula Patmos. Y se inicia con la afirmación de que el universo carecería de sentido sin la conciencia, una conciencia que nos permite actuar sobre la evolución normal del universo que impediría su ciclo con un final destructor. Y en eso consiste la trascendencia, esa característica que capacita al ser humano para modificar la evolución del cosmos; característica que, evidentemente, lo sitúa en el nivel de la fuerza que inicia la creación, que lo hace a su semejanza.

A continuación, para continuar con el curso de su exposición, explica el autor cómo es lógico y razonable pensar que, en el interior de las partículas elementales, están escritos, como su ADN, los planos y el manual de instrucciones para que esas partículas y sus interacciones sigan un camino que tiene como último objetivo la generación de vida y, luego, de la vida consciente. Dicho esto, se puede pensar que el principal objetivo de los seres conscientes debe ser mantener la realidad y no destruirla, objetivo que solo se puede alcanzar a través del amor a toda la realidad.

Llega así al alma universal, esa propiedad de cualquier tipo de universo posible, que obliga a las partículas fundamentales a seguir unas interacciones que, a la larga, generan la conciencia en el ser humano. De esta alma universal, llega Prada Galán al alma particular, respondiendo a preguntas tales como de qué forma se percibe el alma, si el alma es individual o colectiva o si se puede llegar más allá de la percepción del alma y su sobrevivir a la muerte. Destaca en su razonamiento la importancia del amor, ya que, a través de él, nos acercamos a la Verdad.

Ya en las últimas páginas de esta segunda parte, nos ofrece su visión pormenorizada sobre el alma, su existir y su futuro, con párrafos sumamente atractivos y sugerentes, pero que, evidentemente, no serán compartidos por otras mentalidades que difieran de los planteamientos de base del autor.

La tercera parte de la obra lleva por título Delfos. Prada Galán comienza exponiendo teorías de Gurdjieff sobre los distintos tipos, más bien niveles, de hombres; para alcanzar aquellos niveles más altos, donde se hallan los místicos, los santos o los sabios, hay que trabajar sobre uno mismo. ¿En qué consiste ese trabajar sobre uno mismo? Consta de muchas técnicas de dominio del cuerpo, de la mente y de las emociones, con el objeto de llegar a ser el amo de uno mismo. Y prosigue su razonamiento explicando que, si somos capaces de comprender algo, es porque nuestra mente está configurada para ello; de ahí que, si estamos capacitados para comprender la realidad es porque nuestra mente está configurada del mismo modo que la realidad lo está. Todo lo necesario para conocer y comprender la realidad está ya dentro de nosotros; nuestra conciencia, que es el colofón de la evolución del universo, debe tener toda la información necesaria para comprender el cosmos.

Considerando el parvo número de mujeres que gozan del privilegio de ser consideradas maestras o líderes espirituales, concluye el autor que es fácil predicar el conócete a ti mismo cuando no se es mujer.

Se detiene, seguidamente, en la figura de Jesús de Nazaret, al que admira, a la vez que explica el proceso histórico que ha conducido al alejamiento de los cristianos de su mensaje original, el del amor. Un amor que, a juicio de Prada Galán, no es fruto de una serie de reacciones químicas y eléctricas de nuestro cerebro, sino que, más bien, está en el origen de éstas. Es el sentido del altruismo el que ha hecho posible la aparición de la conciencia y, en definitiva, del ser humano. Y, antes de finalizar esta tercera parte, dedica unas líneas a la Iglesia, en la que reconoce errores, pero, también aciertos, entre ellos el ser uno de los referentes morales de hoy día.

Tras un epílogo, aborda una reflexión final que da título a la obra, El piano cuántico. Más que de una realidad, se trata de una propuesta del autor. Primeramente, explica lo que entiende por música, diferenciándola de lo que él llama entretenimientos auditivos. Luego, se adentra en proponer que las variaciones de alguna magnitud física (como es la presión) pueden llegar a generar en la materia un cambio de estado que la conecte con lo trascendente, algo así como música para la materia. Y, al fin, su propuesta: “Construyamos un piano cuántico. Este piano, de color negro por supuesto, tiene la propiedad de que su nota más grave emite la radiación de frecuencia más baja que transmuta la materia, y la más aguda es la que más la transmuta”.

Acaba, así, esta obra singular. Una obra que, ciertamente, pese a la argumentación de su autor, no resuelve (ni lo pretende) el problema de la trascendencia que tantos y tantos debates, estudios, ensayos, ha provocado y provoca. Pero que, no cabe duda, supone una aportación, basada en el razonamiento y experiencia personal de su autor, a la reflexión sobre tan apasionante y apasionado tema. Su estilo es sencillo, alejado de rigorismos académicos, desenfadado y, en ocasiones, irónico, lo que hace que su lectura resulte nada complicada. Otra cuestión es si logra convencer.

Índice

Parte I. Ciencia, religión, esoterismo, ateísmo

La ciencia
Lo que no aclara la ciencia
Atacando a la ciencia
La religión
Atacando a la religión y a su Dios
Variaciones, permutaciones y combinaciones del Dios único
Atacando al ateísmo
El esoterismo
Atacando al esoterismo

Parte II. Patmos

Para existir, el universo precisa de la conciencia (o la inviabilidad de lo predecible)
El ADN “subatómico”
La ley última
El previsible fracaso de la ciencia
Algunas reflexiones previas sobre el alma
El acceso al alma

Parte III. Delfos

Conócete a ti mismo
Esoterismo, supervivencia y mujer
Jesús de Nazaret
Vino nuevo en odres viejos
Altruismo y evolución
La Iglesia
Encore

Epílogo

Rezar a ello
Cierre

El piano cuántico

La música y la realidad
El piano cuántico

Bibliografía

Notas sobre el autor

Elías Prada Galán nació en Bilbao en 1967. Ingeniero Industrial por la ETSII de Madrid. Atraído desde muy joven por la ciencia y la religión, inicia una búsqueda en solitario estudiando por su cuenta y riesgo las religiones, la filosofía, el esoterismo, y las teorías físicas y biológicas sobre el origen del universo, la vida y la conciencia. De educación católica, sus lecturas le apartan rápidamente de la doctrina ortodoxa, pero sin llegar nunca a negar la visión trascendente de la realidad. No es científico, filósofo ni monje; simplemente un ciudadano normal, casado y con dos hijos, que no cree que las religiones convencionales o la ciencia resuelvan el misterio de la existencia.