La séptima entrega del Informe Anual sobre la Política China profundiza en los acontecimientos más importantes transcurridos en 2012 en el gigante asiático. Naturalmente, concede una especial relevancia al XVIII Congreso del PCCh, un evento que singularizará la trascendencia del último año en la vida política del país, inicio formal del adiós de Hu Jintao y del arribo de Xi Jinping, su sucesor al frente de los destinos de China en la próxima década.
El año 2012 fue revelador de las importantes tensiones y dificultades que habitan el universo chino. Lejos de ceder, estas parecen ir a más convirtiéndose inevitablemente en la primera prioridad de la agenda de Xi Jinping, el nuevo secretario general del PCCh elegido en el XVIII Congreso. Este evento, “y sus circunstancias”, logró marcar, de principio a fin, un año “corto”, iniciado con el testamento político de Wen Jiabao en las sesiones anuales de la APN, en marzo, y la realización del propio congreso, en noviembre, tras una convocatoria tardía que fomentó la especulación a propósito de la existencia de graves divisiones en el seno del liderazgo chino.
En la despedida de Hu Jintao, cabe señalar que en sus diez años de mandato al frente del PCCh, la economía china creció a un 10,7% de media anual (el resto del mundo, al 3,9%). China sorteó la crisis de 2008 y sacó de apuros a medio mundo afirmándose como la mayor potencia comercial. La economía del gigante asiático pasó del sexto puesto al segundo en el ranking mundial. El PIB per cápita, que equivalía a 1.135 dólares anuales hace 10 años, asciende ahora a 5.432 dólares. Su legado alude a una agenda más equilibrada pero con enormes desafíos, especialmente en lo social y lo político. Xi Jinping asume el mando de una China más fuerte en muchos sentidos, pero igualmente con carencias estructurales notorias que amenazan seriamente el éxito del proceso de modernización.
El signo del rumbo que China puede adoptar en el próximo lustro apunta a una activación del reformismo económico y social y a un congelamiento timorato de la reforma política. En efecto, cabe esperar un impulso a los ejes esenciales del nuevo modelo de desarrollo, con activación del proceso de urbanización, del aumento de los ingresos de la población y, en paralelo, a la redefinición de los equilibrios público-privados en el orden económico que planteará importantes resistencias corporativas e ideológicas. Mientras, en lo político, la lucha contra la corrupción primará sobre la generalización de los experimentos democráticos en curso y la habilitación de mayores espacios de transparencia a propósito de la gestión pública.
La actuación sobre los principales factores de descontento cívico (desde las desigualdades a los abusos de poder) puede permitir cierta contemporización con la estabilidad, confiando en que la mejora de la calidad del ejercicio burocrático haga olvidar otras reivindicaciones de mayor calado.
El informe, de 67 páginas, incluye los datos más sobresalientes del ejercicio, los protagonistas, previsiones 2013 y una detallada cronología.
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