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Los animales también piensan y sus representaciones mentales son objetivas

Los animales son capaces de engendrar conceptos y forman sus representaciones mentales desde que tienen la capacidad de obtener información sobre las relaciones que se producen en su entorno, de memorizarlas y de separarlas de la percepción de los objetos y de los acontecimientos externos.

Esta es la tesis de un libro que acaba de aparecer en Francia de la mano de Joëlle Proust, investigadora del pensamiento animal, y que es el resultado de la integración de los últimos conocimientos en biología, psicología experimental, neuropsicología y etología cognitiva.

Ya en 1977, en otra obra memorable, Joëlle Proust había demostrado que el espíritu se instala en el animal desde que en su conciencia se opera la distinción entre el mundo interior y el exterior, entre la experiencia y el objeto.

Para ella, la representación mental del mundo se origina en la correlación que se produce entre los distintos estados internos de un organismo, que son los que otorgan significado a la realidad, y destaca que esa representación ocurre en los animales que tienen un cerebro.

Formar conceptos

En esta segunda obra sobre el tema del pensamiento animal, Joëlle Proust añade que los animales con cerebro disponen de un dispositivo natural para calibrar las modalidades sensoriales, lo que les permite producir representaciones mentales de los objetos externos, memorizarlos e incluso engendrar conceptos.

Proust aclara que los animales sociales no humanos obtienen la información no de un registro psicológico, como las creencias y deseos de nuestra especie, sino sobre la base de los comportamientos sociales. Ello les permite incluso disfrutar se una teoría social rudimentaria, aunque no de una teoría del espíritu.

En un artículo aparecido en Terrains, Joëlle Proust explica al respecto que numerosos animales no humanos tienen representaciones mentales tan reales como las humanas y que perciben el mundo como compuesto en cuerpos distribuidos en el espacio y dotados de una cierta autonomía.

Representaciones objetivas

Asimismo, destaca Proust que las representaciones mentales de los animales no humanos son también objetivas, lo que permite que sus convicciones puedan ser falsas o verdaderas.

Ello le lleva a concluir que algunos animales no humanos pueden formar conceptos que le hacen inteligibles los aspectos del entorno que son importantes para ellos, lo que explica que algunas razas como los perros dispongan de teorías concretas sobre sus relaciones sociales que incluyen escalas sociales, amigos y enemigos.

La conclusión que se desprende de sus trabajos es que los animales no humanos son capaces de conceptuar el mundo externo en función de las actividades que le son indispensables para la vida y que son capaces de almacenar en su memoria gran parte de la experiencia vivida.

En virtud de esta información, estos animales pueden prever las evoluciones del entorno, disponer de un mapa mental de su territorio y orientarse mejor en la búsqueda del alimento.

Constatación universal

Esta constatación es válida para los mamíferos, pero también para las serpientes y los pájaros, si bien los grandes primates son los que ofrecen unas capacidades mentales más próximas a las humanas.

De todas formas, las investigaciones sobre el espíritu o la mente de los animales resultan complejas porque obligan a redefinir la noción de pensamiento, conciencia y lenguaje.

Por este motivo, las conclusiones de Joëlle Proust no deben ser interpretadas literalmente, en el estricto sentido humano, sino en un sentido semejante que, en cualquier caso, invita a la reflexión sobre la representación mental que los humanos tenemos de los animales no humanos.

Para la autora, estos descubrimientos deben iluminar los comportamientos humanos sobre los derechos de los animales y contribuir a redefinir nuestras relaciones con las especies llamadas inferiores.