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Los incendios forestales no son sólo una catástrofe ambiental

El verano de 2017 será recordado por los virulentos incendios acaecidos en diferentes partes del planeta, pero con un denominador común: la grave afección a bienes y personas.

Ya en junio pasado, la opinión pública quedó muy afectada por las noticias del Gran Incendio Forestal que asoló Portugal, cobrándose múltiples vidas humanas. A este desastre le siguieron otros en California, Galicia, nuevamente Portugal y por supuesto en las cumbres de Gran Canaria. Los incendios forestales están dejando de ser sólo una catástrofe ambiental, para convertirse también en un problema capital de seguridad ciudadana.

Sin duda nos enfrentamos ante un fenómeno que en absoluto es casual, sino que manifiesta una peligrosa tendencia: La influencia del cambio climático, el abandono del campo  y la expansión de las urbanizaciones en entornos sin gestión preventiva,  generan las condiciones perfectas para que los incendios cobren una peligrosidad desconocida hasta hace poco.

Es urgente primeramente hacer una reflexión sobre la inversión en materia de Prevención y Extinción de Incendios Forestales. Cada vez que nos asola un Gran Incendio Forestal (GIF), se pone en entredicho el dimensionado de  los medios de extinción, concluyéndose con que son insuficientes y que por tanto urge incrementarlos.

Si hacemos una retrospectiva de la evolución de los medios de extinción en los últimos años, se constata que éstos se han incrementado a golpe de  grandes incendios forestales. La presión sobre los políticos es tal, que tras un GIF se ven prácticamente abocados a gastar todo el dinero disponible en aportar nuevos medios de extinción y en inversiones de restauración de las zonas quemadas (inversión en lo negro).

Todo esto va en detrimento de la Gestión del Territorio y las inversiones en prevención (inversión en lo verde).  Lo más preocupante de todo es que el dinero gastado en la extinción de un Gran Incendio Forestal no mejora las condiciones de seguridad del resto del territorio para el próximo verano, que sigue teniendo todas las papeletas para ser pasto de las llamas.

Medios suficientes

El combate de los Incendios Forestales no se entiende actualmente sin el concurso de los medios aéreos.  En el caso que la gravedad del GIF lo requiera, el Ministerio va despachando medios (principalmente hidroaviones, que llegan en pocas horas desde sus bases peninsulares) y combatientes (de la Unidad Militar de Emergencias-UME), que por su experiencia y número de efectivos, son un apoyo impagable.

Urge por tanto reconocer, que tenemos medios de extinción más que suficientes. No debemos olvidar sobre todo, que los Grandes Incendios Forestales están durante gran parte del tiempo en la situación de “Fuera de Capacidad de Extinción”.

Esto significa, que por más medios humanos y materiales que se implementen, la potencia del fuego es tan descomunal, que no se puede detener el avance del fuego. Gran parte del agua vertida en estas situaciones por los medios aéreos casi no llega al suelo. En tierra, las brigadas se enfrentan a situaciones de riesgo extremo, teniendo que realizar maniobras muy peligrosas y que no siempre salen bien.

Declive del sector primario

Haciendo un análisis más profundo, se constata que el verdadero origen de los Grandes Incendios Forestales está vinculado al declive del Sector Primario. La ausencia de agricultura, ganadería y silvicultura, nos ha creado un paisaje más naturalizado, pero altamente inflamable.

Entramos ahora en la esencia del problema. Si toda la inversión para la lucha contra los incendios forestales se centra en el refuerzo de los medios de extinción, generamos el siguiente bucle:
 

Replantear la estrategia

La única forma de romper este círculo vicioso pasa por replantear la Estrategia frente a los Incendios Forestales:
 

 

Cambio social: el caso de Gran Canaria

Y esto sólo se consigue con un cambio a nivel de toda la sociedad. Tenemos que estar dispuestos a pagar un poco más por los productos locales, exigir que las ayudas a la importación de alimentos básicos se reconviertan en ayudas a la producción local, reconvertir la agricultura de exportación en generadora de los productos alimenticios que consumimos aquí y, sobre todo, reconocer el imprescindible servicio preventivo que generan nuestros profesionales del sector primario y compensarles por este trabajo.

El Cabildo de Gran Canaria ha dado un importante paso en la dirección correcta para solventar este grave problema. La reciente implantación del Fondo Verde Forestal, con un presupuesto anual de 4,4 millones de euros, puede incrementar considerablemente la superficie de bosque en la isla y por vez primera sostener una ambiciosa política de prevención de incendios, multiplicando la superficie tratada, en alianza con nuestros agricultores, pastores y silvicultores.

Ellos son sin duda y de forma incomprensible los grandes marginados en las políticas ambientales de los últimos decenios y los únicos que podrán garantizarnos en un futuro unos paisajes seguros, donde el fuego se quede en conato o pequeño incendio, pero que no pase a Gran Incendio Forestal. La sobreprotección de la Naturaleza en ambientes con presencia antrópica sólo lleva a su destrucción.

(*) Carlos Velázquez Padrón es Presidente de Profor-Delegación Canarias