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Los primeros mapas del Sistema Solar revelan que está rodeado por una misteriosa franja

A mediados de octubre, la NASA anunció que el satélite espacial IBEX, lanzado en 2008, había generado los primeros mapas completos de nuestro Sistema Solar, con un resultado sorprendente.

En dichos mapas, apareció por vez primera una estructura brillante con forma de franja compuesta por átomos densamente unidos, que rodea a todo el Sistema Solar.

Hace tiempo que se sabía que el Sistema Solar está rodeado por una extensa burbuja de magnetismo, a la que se denomina heliosfera.

Esta burbuja lo protege de la radiación cósmica perniciosa y marca el límite entre nuestro Sistema Solar y el espacio exterior, y está compuesta por iones procedentes de la atmósfera solar. A pesar de conocer su existencia, sin embargo, hasta ahora no había podido observarse la heliosfera, porque no emite luz.

Huella magnética

El objetivo inicial del satélite IBEX (Interstellar Boundary Explorer) de la NASA era explorar y observar durante dos años la frontera entre nuestro Sistema Solar y el espacio exterior, concretamente las interacciones entre el Sol y la heliosfera.

Por otro lado, con IBEX se pretendía obtener la primera imagen completa de la situación en el borde de la heliosfera, mediante la captación de imágenes de átomos neutros energéticos (ENA) que rodean esta región.

Finalmente, en el borde del Sistema Solar, cuya longitud es de más de quince mil millones de kilómetros, se ha encontrado una franja brillante y densa formada por los ENA, explican los científicos. Dicha franja encierra prácticamente el Sistema Solar en un círculo.

Según declaraciones de David McComas, investigador principal del Southwest Research Institute de Texas (Estados Unidos), publicadas por la agencia de noticias Cordis, en total se han detectado cerca de un millón de átomos neutros, durante los seis meses que ha llevado completar el mapa del cielo.

La franja de átomos ENA detectada se encuentra justo donde el campo magnético de la galaxia envuelve más al límite exterior de la heliosfera, y podría ser la huella dejada por un campo magnético externo al borde de ésta, mediante un proceso que los científicos aún desconocen.

Según McComas, también sería plausible que esta franja hubiese cambiado de forma o evolucionado durante los seis meses en los que se han desarrollado los mapas.

Aspecto de la franja

En los mapas obtenidos por el IBEX, el cinturón de partículas parece brillante, pero en realidad la franja no es una fuente de luz, sino de ENA, que los sensores del satélite han podido detectar, explican los investigadores.

Por otro lado, la franja consiste en una fina estructura, en pequeños filamentos de emisiones atómicas, y se extiende en perpendicular a la dirección del campo magnético galáctico situado más allá de la heliosfera.

Los átomos neutros se han producido justo en el borde exterior de ésta, allí donde los vientos solares reducen su velocidad y se mezclan con materia interestelar procedente de regiones ajenas al Sistema Solar.

Burbuja protectora

Los científicos señalan en la página web de la NASA que el hallazgo de la franja que marcaría el borde externo de la heliosfera obligará a revisar las ideas previas que se tenían sobre el borde exterior de esta burbuja.

Lo cierto es que para los investigadores, de momento, la franja resulta todo un misterio, y pone de manifiesto que existe algún aspecto fundamental de la interacción entre la heliosfera y el resto de la galaxia que se les escapa.

Según ellos, comprender la física de la heliosfera exterior es importante para saber el papel que juega esta burbuja en la protección del Sistema Solar contra los rayos cósmicos.

Conocer la forma y el tamaño de la heliosfera serían factores clave para determinar la potencia protectora de dicha burbuja y, en consecuencia, la cantidad de rayos cósmicos que alcanzan la Tierra. Asimismo, los resultados recogidos por IBEX podrían ayudar a conocer cómo responde la heliosfera al colisionar con nubes interestelares (acumulaciones de gases y polvo) o con campos magnéticos galácticos.

Los resultados de esta investigación, en la que han participado científicos de diversas universidades europeas, han aparecido publicados en la revista Science.