EDUARDO MARTÍNEZ DE LA FE
2016 ha arrancado con varias sombras. Por un lado, el estallido del conflicto entre Arabia Saudita e Irán, que amenaza con convertirse en un polvorín. De otro, la sacudida que la economía china está aportando a las bolsas del mundo. El clima económico tiene un efecto medioambiental: ya se habla de air-apocalipsis en Pekín, debido a que casi la mitad de los días del año 2015 ha sufrido polución incontenible, informa GlobalTimes.
El aniversario del ataque al semanario satírico francés Charlie Hebdo ha evocado a su vez el retroceso a la libertad de expresión que estamos sufriendo, producto según Spiked de las amenazas que vienen de nuestra propia civilización. The New York Times incluso llega a pedir a las autoridades francesas que no restrinjan las libertades cívicas previstas para contener la amenaza terrorista.
Y por si fuera poco, los ataques sufridos por mujeres en Alemania el fin de año se interpretan como un choque de civilizaciones y hablan de la inviabilidad de la convivencia entre culturas, como destaca el periodista euroescéptico y filósofo británico John Laughland.
Ciertamente, hay también indicios de evolución, de cambio soterrado que está latente en los procesos sociales de diferentes países, que nos hablan de una transición, del fin de una época. Una transición que se presenta compleja y turbulenta, llena de incertidumbre y de esperanza.
