Según informa Cordis, esto fue comprobado en un experimento de la Universidad de St. Andrews y la Universidad de Sussex (Reino Unido), consistente en pedir a cuarenta y cinco estudiantes que sostuvieran y olieran una camiseta sudada con el logotipo de la Universidad de Brighton (una universidad cercana a la de Sussex y con la que existe una rivalidad amistosa) o de su propia universidad, y calificaran su sensación de repulsión en una escala de uno a siete.
Los resultados mostraron que los participantes sentían considerablemente menos repulsión cuando creían que la camiseta sudada provenía de un integrante de su mismo grupo (otro estudiante de su propia universidad) y no de un miembro de otro grupo (un estudiante de la Universidad de Brighton rival). Repulsión y organización social
En un segundo experimento, estudiantes voluntarios llevaron a cabo una tarea similar en la que se les dijo que las camisetas se las habían puesto estudiantes en general o bien estudiantes de otra institución rival, la Universidad de Dundee.
A diferencia del primer experimento, en lugar de calificar sus sentimientos de repulsa al oler las camisetas, se solicitó a los participantes que se lavasen las manos. Se apreció que aquellos a los que se les dijo que las camisetas eran de estudiantes de Dundee (un grupo de forasteros) se dirigieron al lavabo más rápido y utilizaron más jabón.
Los científicos concluyen de estos resultados que “en muchos sentidos, la repulsión es la emoción de la organización social. Es la que separa a las personas, y para unirlas es necesario atenuarla”.
Asimismo explican que los resultados señalan la existencia de un instinto evolutivo destinado a evitar enfermedades pues “atenuar la repulsión puede implicar que se baje la guardia en prácticas que contribuyen al contagio de enfermedades, esto es, una mayor predisposición a compartir comida y bebida, quedarse cerca de personas enfermas y no irse cuando tosen, etc”.