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Cómo encogerse los dedos usando pelotas de ping-pong

Un equipo de investigadores de la Universidad Católica de Lovaina La Vieja (en su tierra, Bélgica, KU Leuven) han realizado un estudio sobre ilusiones ópticas que da un poco de grima. Los científicos (psicólogos experimentales) ‘clavaron’ una pelota de ping-pong sobre el dedo corazón de alguien y observaron el conjunto desde arriba.

Según informa la KU Leuven, entonces se dieron cuenta de que su sistema visual ‘rellenaba’ la parte inferior de la bola, a pesar de que ellos sabían que dicha parte faltaba (la pelotita había sido achatada para poder ‘clavarla’ sobre el dedo en cuestión). En consecuencia, el dedo con la pelota encima pasó a ser percibido como inusualmente corto.

¿Cómo es esto posible?, cabría cuestionarse. Parece ser que gracias a la necesidad de «compensar» la parte de bola perdida.  Esta compensación la elabora el propio sistema visual humano, y no la imaginación, aseguran los científicos.

La mente racional no manda

En realidad esta investigación -aparentemente superficial- tiene su valor, pues arroja luz sobre la relación entre la percepción y las creencias; y sobre el funcionamiento de nuestra mente. Lo mismo sucede con el análisis de los engaños de los trucos de magia, basados sobre todo en ilusiones ópticas.

De hecho, la ciencia de la magia tiene un gran atractivo para los psicólogos, como ya os contamos hace unos años al hablar del encuentro Neuromagic, que en 2011 y en 2012 reunió a algunos de los mejores magos del mundo y a prestigiosos neurocientíficos especialistas en percepción, conciencia y cognición.

Vebjørn Ekroll, uno de los autores del estudio de la KU Leuven, señala que la ilusión del dedo encogido en concreto proporciona una fuerte evidencia de algo contrario a la intuición acerca del funcionamiento del cerebro humano:

«Nuestro sistema visual está detrás de la ilusión, y no nuestra mente consciente. Racionalmente, sabemos que nuestro dedo en realidad no es más corto, pero la ilusión persiste, a pesar de todo», apunta. Así que, siempre que la magia esté a nuestro alcance, lo mejor será relajarse y disfrutar del espectáculo en lugar de intentar comprender sus trucos. De cualquier modo, no podremos sustraernos al engaño…