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Desafiar la creencia en el libre albedrío nos vuelve egoístas

Las complejidades del libre albedrío -y cómo la creencia en esa idea, o en la falta de ella, impacta en nuestra conducta- se examinan en un nuevo estudio de la Universidad de California en Santa Bárbara (UCSB, EE.UU.), de los psicólogos John Protzko y Jonathan Schooler. Sus hallazgos aparecen en la revista Cognition.

Los resultados muestran que aunque las personas son intuitivamente cooperativas, desafiar su creencia en el libre albedrío corrompe este comportamiento y conduce al egoísmo impulsivo. Sin embargo, cuando se les da tiempo para pensar, los participantes son capaces de anular la inclinación hacia el auto-interés.

«Desafiar la creencia de una persona en el libre albedrío corrompe los procesos mentales más automáticos e intuitivos», dice Protzko, del Laboratorio de Schooler en el Departamento de Ciencias Psicológicas y Cerebrales de la UCSB, en la información de ésta. «Nuestro estudio sugiere que desafiar la creencia de un individuo en el libre albedrío puede cambiar este mecanismo por defecto, al menos temporalmente, y le convierte en intuitivamente poco cooperativo y hace que actúe en su propio interés.»

Estudio

Para probar qué descontando la existencia del libre albedrío aumenta la probabilidad de un comportamiento no cooperativo, Protzko y Schooler reclutaron a 144 personas para jugar un juego de contribución económica llamado Bienes Públicos. Los sujetos eligieron la cantidad de su propio «dinero» que ponían en una cesta pública. Sus contribuciones se duplicaron y la cesta comunitaria se dividió en partes iguales entre los jugadores. También pudieron mantener el dinero que no aportaron a la cesta común.

En una de las dos manipulaciones utilizadas para determinar por qué el comportamiento cambia cuando se desafía el libre albedrío, los investigadores fijaron limitaciones de tiempo para las contribuciones de los participantes a la cesta pública. Esto, en esencia, influyó en el sentido de libre albedrío de los jugadores. A algunos sujetos se les dijo que debían leer las instrucciones y decidir la cantidad a donar menos de 10 segundos; otros se les dijo que esperaran 10 segundos antes de tomar su decisión. A los

Los que eran obligados a decidir deprisa se volvían menos generosos, pero no los que eran obligados a esperar. «Desafiar la creencia de una persona en el libre albedrío no parecía que les proporcionara una justificación consciente para la falta de cooperación», dice Protzko. «Si así fuera, deberíamos haber observado un menor número de contribuciones a la cesta cuando a las personas se les daba tiempo suficiente para pensar en su decisión sobre la cantidad a aportar».

Lectura

La otra manipulación se presentó en forma de estudio aparte, para ver si la lectura de ciertos pasajes altera el estado de ánimo. El pasaje decía que la neurociencia ha demostrado recientemente que nuestras decisiones, o lo que percibimos como decisiones, se producen por interacciones complejas del cerebro antes de que tengamos acceso consciente a ellas. Los participantes del grupo control leyeron un artículo sobre si la energía nuclear es amigable con el medio ambiente.

Luego, los investigadores evaluaron el nivel de creencia de los participantes en el libre albedrío, pidiéndoles que evaluaran, en una escala 1-100, si estaban de acuerdo con la afirmación: «Tengo libre albedrío.» Los que habían leído el artículo sobre neurociencia estaban significativamente menos de acuerdo (75,6) que los que leyeron el pasaje de control (86,6).

«Es muy perjudicial saber que no tenemos libre albedrío», dice Protzko. «Cambia la forma en que vemos las cosas. Sin embargo, con el tiempo, nos recuperamos y avanzamos en nuestra vida como si nada hubiera cambiado».

Referencia bibliográfica:

John Protzko, Brett Ouimette, Jonathan Schooler: Believing there is no free will corrupts intuitive cooperation. Cognition (2016). 151: 6 DOI: 10.1016/j.cognition.2016.02.014.