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Domesticación extrema: Del dromedario al ratón tartamudo

Hace poco, investigadores de la Vetmeduni Viena han descubierto el origen de la domesticación de los dromedarios, animales utilizados durante más de 3.000 años para el transporte de personas y mercancías en el norte de África y Asia.

A los científicos les ha costado lo suyo. Para averiguar este punto, tuvieron que analizar muestras de ADN de dromedario de unos 7.000 años de antigüedad, obtenidas de huesos de dromedarios salvajes y domesticados de aquella época. Luego compararon estas muestras con perfiles genéticos de poblaciones de dromedarios actuales de todo el mundo.

Así fue como identificaron que la primera domesticación de dromedarios salvajes se produjo hace unos 7.000 años en el sudeste de la Península Arábiga, sobre una variedad que se extinguió alrededor de 2.000 años después de esa primera domesticación.

En general, durante el proceso de domesticación, lo que se hace es propiciar la reproducción de aquellos animales cuyo genotipo aporta el mayor beneficio a los humanos. Este proceso, aplicado al dromedario, fue fundamental para el desarrollo de las sociedades humanas en ambientes inhóspitos.

El riesgo de ser transformada en cyborg

Es difícil, en cambio, encontrarle una utilidad tan clara a otras domesticaciones y manipulaciones genéticas actuales de animales.

Por ejemplo, la “fabricación” de ratones tartamudos protagonizada por un equipo de la Universidad de Washington (EE UU). Estos científicos han logrado diseñar ratones con una mutación en un gen (el Gnptab), que es característica de los humanos que tartamudean.

¿Cómo puede ser tartamudo un ratón que no habla?, cabría preguntarse. Pues mostrando cambios en los patrones de sus vocalizaciones; que eso (vocalizar) al parecer los ratones sí pueden hacerlo.

Los ratones tartamudos no llevan cosas como los dromedarios, claro está, pero sí podrían ayudar a entender el tartamudeo en nuestra especie y su posible tratamiento, aclaran los investigadores sobre esta domesticación extrema aparentemente absurda.

¿Pero qué decir de la transformación de roedores en alcohólicos, el diseño de ratones fluorescentes e incluso de la fabricación de cucarachas cyborg? Al parecer estos esfuerzos también sirven, sí, pero también es verdad que son manipulaciones mucho más crueles que las basadas en fomentar ciertos cruces o apareamientos.