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El 11S redujo la religiosidad de los familiares de algunas víctimas

Con motivo del décimo aniversario del atentado del 11 de septiembre de 2001, en los últimos tiempos han aparecido diversos estudios y revisiones de los efectos que estos ataques han tenido en la población estadounidense.

Por ejemplo, la revista de la American Psychologist Association publicaba recientemente un número en el que se incluía una docena de artículos sobre el impacto social, psicológico y político de estos ataques terroristas en la sociedad norteamericana.

Evaluación de más de 600 afectados

Para el tema que nos ocupa en esta sección, nos centraremos específicamente en uno de estos artículos. En él se exponen los resultados de una investigación realizada por especialistas del New York State Psychiatric Institute, de la Universidad de Columbia, sobre el efecto de los atentados del 11S en la religiosidad de las personas directamente afectadas por este episodio.

La investigación examinó en concreto, mediante encuestas y cuestionarios, los cambios auto-percibidos en la “importancia de sus propias creencias religiosas” por los familiares y amigos de las víctimas del 11S.

Asimismo, evaluó ciertas condiciones psicológicas, como los niveles de duelo complicado, de trastorno por estrés postraumático o TEPT y de depresión clínica o MDD que los afectados presentaban.

Para el estudio, se recogieron datos de un total de 608 participantes, entre dos años y medio y tres años y medio después de los atentados.

El antes y el después

Todos los participantes en la investigación habían perdido a un hijo, a su pareja, a alguno de sus progenitores o a otros seres queridos, como amigos íntimos, en el 11S.

En las encuestas, organizadas por el psiquiatra de la Universidad de Columbia, Yuval Neria, se les preguntó a los voluntarios qué importancia daban éstos a la religión antes de los ataques, y que importancia le daban a la religión después de los atentados, en el momento de la evaluación.

Por otro lado, los participantes completaron cuestionarios para evaluar sus niveles de trastorno por estrés postraumático y de depresión, así como para analizar si sufrían o no un duelo complicado.

Esta última condición caracteriza por síntomas o conductas de riesgo sostenidas en el tiempo y de intensidad peligrosa para la salud, dentro de un contexto de pérdida, como pensamientos intrusivos acerca del fallecido, dolor incontrolable por la separación, incapacidad para seguir adelante con la propia vida, etc.

Resultados obtenidos

Los resultados de estos análisis fueron los siguientes: en primer lugar, la mayoría de los participantes informaron que la importancia que para ellos tenían las creencias religiosas no había sufrido ningún cambio tras el 11S.

Por otro lado, un 11% de los encuestados señaló que los atentados habían propiciado un aumento de la importancia que le daban a sus creencias religiosas.

Por último, un 10% de las personas evaluadas afirmó que la importancia de sus creencias religiosas se había visto reducida tras los ataques terroristas.

Los investigadores pudieron establecer entonces que esta reducción de la importancia de las creencias religiosas personales estaba relacionada con la gravedad del trauma y la pérdida sufrida por los encuestados.

Así, aquellas personas que habían perdido a un hijo o a una hija en el 11S resultaron ser casi el doble de propensos a afirmar que su religiosidad se había reducido tras los ataques, en comparación con aquéllos que habían perdido a otro pariente o a un amigo, informa Epiphenom.

Ausencia de sentido

Parece posible, por tanto, que la severidad de la angustia vivida en el momento de los atentados sea la causa de la reducción en la importancia dada a las creencias religiosas por parte de los afectados.

El hecho de que en las encuestas las personas que más habían sufrido en el momento de los atentados (aquéllas que habían perdido a sus hijos o que habían presenciado los ataques en directo) afirmaran el doble de veces que los demás que habían sufrido estrés postraumático, depresión severa y duelo complicado tras ellos, respaldaría esta hipótesis.

A partir de los resultados obtenidos, Neria y sus colaboradores concluyen que “el duelo por una pérdida traumática comúnmente conlleva sentimientos de falta de propósito y de futilidad acerca del futuro (Prigerson et al., 1996) y puede exacerbar el sentimiento de ausencia de sentido que subyacería a la reducción de la importancia que los afligidos dan a la religión”.