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El asteroide que se acerca hoy a la Tierra viaja con su propia luna

Una secuencia de imágenes de radar del asteroide 1998 QE2, que pasará hoy “cerca” de la Tierra, obtenidas la noche del 29 de mayo por científicos de la NASA, ha revelado que este cuerpo celeste no viaja solo sino que lo hace con su propio satélite, que se calcula tiene un diámetro de 600 metros de extensión.

Se trata, por tanto, de un sistema binario. Alrededor del 16% de los asteroides de 200 metros o más grandes que se encuentran en el vecindario de nuestro planeta son sistemas binarios o triples.

Estas imágenes de radar fueron tomadas por la antena Deep Space Network ubicada en Goldstone, California, cuando el asteroide se encontraba ya a seis millones de kilómetros de nuestro planeta. Otros datos arrojados por las observaciones han sido que el 1998 QE2 tiene unos 2,7 kilómetros de diámetro y un periodo de rotación de menos de cuatro horas. Además, su superficie presenta grandes concavidades, publica el Jet Propulsion Laboratory de la NASA en un comunicado.

A las 20:59 GMT (22.59 hora peninsular española), el 1998 QE2 alcanzará su máxima proximidad con nuestro planeta, unos 5,8 millones de kilómetros, alrededor de 15 veces la distancia entre la Tierra y la Luna. Este cuerpo celeste fue descubierto el 19 de agosto de 1998, por el Massachusetts Institute of Technology Lincoln Near Earth Asteroid Research (LINEAR), cerca de Socorro, Nuevo México.

Próximas imágenes en mayor resolución

La resolución de las imágenes iniciales del 1998 QE2 es de aproximadamente 75 metros por pixel, pero los astrónomos esperan que aumente en los próximos días, a medida que se disponga de nuevos datos.

Entre el pasado 30 de mayo y el próximo nueve de junio los astrónomos estarán observando el asteroide con la antena Deep Space Network de la NASA en Goldstone y desde el Observatorio de Arecibo en Puerto Rico.

Los dos telescopios tienen capacidades de imagen complementarias que permitirán aprender todo lo posible sobre el asteroide durante su breve visita a las “cercanías” de la Tierra. El radar es una poderosa técnica para el estudio del tamaño, forma, estado de rotación, características de superficie y rugosidad de estos cuerpos celestes, así como para mejorar el cálculo de sus órbitas.

Estas mediciones de radar sobre las distancias y velocidades de los asteroides son prioritarias para la NASA, ya que son consideradas necesarias para proteger a nuestro planeta de cualquier colisión (de hecho, la NASA tiene un proyecto especializado bautizado como NEO). Hasta la fecha, los expertos han descubierto más del 98% de los objetos celestes cercanos a la Tierra que se han conocido.

Pero en esta búsqueda hay muchas más personas involucradas, aparte de los astrónomos de la NASA: astrónomos de universidades e institutos de ciencia espacial de todo EEUU trabajan para seguir y comprender mejor estos cuerpos celestes.

La NASA irá a buscar muestras a un asteroide peligroso

De cara al futuro, la NASA planea lanzar en 2016 una sonda robótica a uno de estos objetos cercanos a la Tierra que son potencialmente peligrosos. Se trata de la misión OSIRIS-Rex, que viajará al asteroide 101955 Bennu y será pionera en el reconocimiento directo de objetos amenazantes.

Los responsables del proyecto planean que la nave espacial enviada vuelva a la Tierra con muestras de este asteroide para analizarlas. El 101955 Bennu está considerado como potencialmente peligroso e incluido en el sistema de control Sentry, que se encarga de vigilar continuamente a los asteroides con posibilidad de impactar con la Tierra en los próximos 100 años.

Cuando es detectado cualquier peligro potencial de este tipo, éste es inmediatamente publicado en NEO (Near Earth Object Program).

Asimismo, este asteroide es un Apolo, que son los asteroides con una órbita cuyo semieje mayor es mayor que el de la Tierra. Este grupo de cuerpos celestes es uno de los tres grupos de asteroides cercanos a la Tierra. El caído en Rusia el pasado 15 de febrero también era un asteroide Apolo.

En general, el estudio de estos objetos celestes, además de revelar sus riesgos potenciales, supone una valiosa oportunidad para aprender más acerca de los orígenes de nuestro sistema solar, el origen del agua de la Tierra, e incluso el origen de las moléculas orgánicas que propiciaron el desarrollo de la vida en nuestro planeta.