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El humor se aprende en las aulas

Hay una ciencia para la elaboración de un buen chiste que haga partirse de risa al público. Y como cualquier otra habilidad, Peter Orazem y Gavin Jerome creen que se puede aprender en su curso Universidad de la Comedia, en la Universidad Estatal de Iowa (ISU, en EE.UU.). No es broma, se puede aprender a ser gracioso.

«Siempre me preguntan lo mismo: ‘¿Se puede enseñar a alguien a ser gracioso?’ O eres gracioso o no lo eres, ¿verdad?» No, la comedia es como cualquier otra habilidad, como la cirugía cerebral, la carpintería o la soldadura.
Hay trucos, técnicas y fórmulas que, si se estudian, lo hacen a uno más divertido», asegura en la nota de prensa de la Universidad, Jerome, un profesional del entretenimiento que se ha asociado con Orazem para impartir el curso.

Orazem, profesor de economía en la Universidad Estatal de Iowa, es la prueba viviente. Ahora enseña la habilidad que desarrolló por primera vez como estudiante en uno de los talleres de comedia de Jerome. «Recuerdo que mi primer chiste ocupaba cerca de dos páginas y tenía notas a pie. He aprendido que hay una diferencia entre una tesis y un gag«, explica Orazem.

Ahora, Orazem recibe regularmente solicitudes para actuar en actos de caridad y presentar eventos en el campus. Y utiliza el humor en el aula, añadiendo chistes a conferencias sobre microeconomía -un tema que muy pocos encuentran divertido, pero donde Orazem puede conseguir risas-. Jerome cuenta que su antiguo alumno es un gran ejemplo de cómo la comedia es una herramienta que cualquiera puede utilizar.

«El humor es un lenguaje universal, tiene aplicaciones prácticas para cualquier estudiante, no importa en qué campo se van a especializar», confirma Jerome. «En cada una de nuestras clases tratamos de añadir algunas cosas prácticas e importantes. Así que la lección puede ser divertida, pero nosotros mostramos cómo la comedia se relaciona con el trabajo».

Primer paso: el guión

El humor puede ser un lenguaje universal, pero un buen comediante entiende que algunos temas están fuera de los límites. Todo depende de la audiencia y el ambiente. «Se puede ser absolutamente hilarante sin conmocionar a la gente, sólo tienes que ser inteligente», explica Orazem.

No se trata sólo de lo que dices, sino de cómo lo dices. La estudiante Lisa Hansen lo aprendió después de la primera clase. «Soy muy sarcástica y a veces eso no acaba de encajar a otras personas», dijo Hansen. » Lo que yo creo que es divertido puede no ser divertido para los demás, así que estoy aprendiendo a calibrar a la audiencia.» Jerome y Orazem también comparten algunos de los trucos de los humoristas que se han transmitido de generación en generación.

El primer paso es escribir un buen guión. «Se empieza con una gran cantidad de material y varias páginas que usted puede reducir gradualmente a cuatro líneas», explica Orazem. «No hay nada más aterrador que escribir chistes y no saber cómo van a funcionar. Hay que llevar el material delante del público para averiguar si es tan bueno como usted piensa que es.»

Orazem y Jerome saben cuán atemorizante y emocionante es probar el material en un escenario por primera vez. Así que para la clase final, los estudiantes realizarán su stand-up en público, en la Universidad. «Es como saltar de un avión; le sugiero a todo el mundo que lo haga al menos una vez. Conseguir la primera risa es una sensación diferente a todo lo demás», cuenta Jerome.

De este modo, el curso sirve de apoyo a los estudiantes para su capacidad de hablar en público, en una presentación científica, por ejemplo.