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Físicos chinos consiguen los primeros «átomos artificiales»

Un equipo de investigadores chinos ha conseguido en laboratorio agrupaciones de cristales a escala atómica, lo que en la práctica significa la fabricación de átomos artificiales.

La proeza ha sido realizada por un equipo del Instituto de Física de la Academia China de Ciencias (Chinese Academy of Sciences, CAS), que trabajó a partir de un sustrato de silicio.

Las nanoagrupaciones de cristales (nanocluster crystals) forman parte de las tecnologías que se desarrollan a escala molecular con la finalidad de ser explotadas en los procesadores ópticos, sistemas de grabación magnética de alta densidad, en la informática y en la criptografía cuánticas.

Hasta ahora, según estos investigadores del CAS, la inestabilidad de las propiedades de los materiales en nanoagrupaciones impedían su producción a escala industrial, barrera que ahora ha sido franqueada.

Según explica la Academia China de Ciencias en un comunicado, el problema de la inestabilidad lo solucionaron colocando átomos de metal repartidos armoniosamente sobre el sustrato de silicio, utilizando para ello un sistema denominado “procedimiento mágico de agrupamiento” (en inglés magic clustering process).

Material de diseño

Este equipo, formado por Jia Jinfeng (Jin-Feng JIA) y Xue Qikun (Qi-Kun XUE), afirma que es capaz de producir materiales de diseño con propiedades específicas eligiendo únicamente la composición y tamaño de las agrupaciones de átomos artificiales.

El descubrimiento, aparte del interés industrial, constituye un fuerte impulso a las investigaciones en nanotecnologías, ya que la progresiva reducción del tamaño de los transistores (elemento constitutivo de los procesadores) alcanzará su techo en 2014.

Esta limitación está llevando a muchos laboratorios a buscar mayores reducciones a partir de otras tecnologías, particularmente las nanograpas o nanoclusters.

Estos nanoclusters son los que han conseguido ahora los investigadores chinos, quienes consideran que en la práctica son átomos artificiales que pueden ser a partir de ahora fabricados a voluntad.

Esta nueva capacidad de la ciencia, cuyas consecuencias para el desarrollo tecnológico aún no se pueden anticipar, ayudará también a profundizar en el conocimiento de la materia y en el comportamiento de los átomos.