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La resonancia magnética descubre zonas del cerebro que se iluminan mientras mentimos

Un equipo de investigadores de la universidad norteamericana de Temple, en Filadelfia, Pennsylvania, acaba de presentar un sistema que podría sustituir a los tradicionales detectores de mentira o polígrafos. El nuevo sistema es capaz de registrar los cambios que se producen en el cerebro cuando decimos una mentira gracias a la combinación del uso de un polígrafo tradicional con las imágenes de resonancia magnética.

Según su creador, Scott H. Faro, director del Funtional Brain Imaging Center y del Clinical MRI de la Temple University School of Medicina, decir la verdad o mentir requiere diferentes acciones en el cerebro humano, que pueden medirse con mayor fiabilidad que antes gracias a esta combinación de sistemas.

Según ha descubierto su grupo de investigadores, durante el proceso de mentir el cerebro humano activa mayor número de áreas que mientras decimos la verdad. Las pruebas se realizaron con un grupo de 11 voluntarios. A seis de ellos, se les pidió que dispararan una pistola de juguete con balas de fogueo. Los otros cinco participantes no dispararon la pistola.

Precisión en los resultados

En ambos experimentos, a los dos grupos se les pidió alternativamente que mintieran y dijesen la verdad acerca de su participación. Los científicos examinaron entonces a cada individuo con las imágenes de resonancia magnética, al mismo tiempo que les aplicaban a cada uno el polígrafo. La prueba del polígrafo consiste en medir la presión sanguínea, la respiración y los cambios en la transpiración de la piel mientras se miente.

Tal como explica al respecto el boletín de la Radiological Society of North America, los investigadores descubrieron que tanto las imágenes de resonancia magnética como el polígrafo identificaban con precisión cuando los participantes mentían o decían la verdad acerca de su participación en los disparos. El medidor de resonancias detectaba las señales magnéticas derivadas de los átomos de oxígeno.

Según se iba incrementando la actividad cerebral, también aumentaba el flujo de sangre en el cerebro, lo que conllevaba más oxígeno en la sangre. Esto último, a su vez, aumentaba la fuerza de la señal registrada. La técnica de resonancia magnética o fMRI, normalmente utilizada para realizar escáneres cerebrales, puede generar mapas de la actividad del cerebro humano en partes milimétricas.

Tres regiones activadas durante la mentira

Según Faro, el estudio de su equipo de investigación es el más exhaustivo hasta la fecha por el nivel del cuestionario realizado. El equipo utilizó un método denominado “de control positivo” en el que preguntas del tipo “¿se llama usted John Smith?” se mezclaron con las preguntas relacionadas con los disparos realizados.

En los sujetos que habían mentido, pudo verse cómo el cerebro se activaba en tres regiones diferentes: lóbulo frontal, lóbulo temporal y lóbulo límbico. Para Faro, el análisis estadístico de estas activaciones constituye la fórmula para comprender el complejo comportamiento de la mentira.

El polígrafo es capaz únicamente de registrar las respuestas periféricas que provoca la mentira. En cambio, las imágenes de resonancia magnética proporcionan información acerca del origen mismo de la activación cerebral que produce el acto de mentir.

Las aplicaciones de las imágenes de resonancia magnética pueden ser, según Faro, muy variadas: desde las académicas, que podrían aprovechar este tipo de imágenes para comprender mejor los comportamientos psico-sociales, hasta las policíacas, en el caso de investigaciones. Sin embargo, esta tecnología resulta cara, lo que quizá provoque que su implantación sea lenta.

Decadencia del polígrafo

Con este descubrimiento, la llamada “máquina de la verdad”, aunque tradicionalmente utilizada desde que en 1915 la concibiera el psicólogo William Marston, pierde cada vez más puntos.

Tal como recuerda al respecto Nature la Academia Nacional de las Ciencias estadounidense publicó en 2003 un estudio en el que se concluía que el polígrafo era realmente poco fiable puesto que se ha demostrado que, con algo de práctica, los individuos son capaces de controlar y moderar sus propias respuestas físicas cuando mienten, lo que los convierte en más poderosos que el aparato.