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La web ha muerto, pero Internet tendrá una larga vida gracias a las aplicaciones

“Las aplicaciones siempre han sido el sueño del software”, ha declarado a SINC Óscar Hormigos, creador de la primera experiencia The Appfest, un evento que subió a las aplicaciones al escenario del Circo Prize de Madrid durante dos días.

Un día, Joaquín Ayuso imaginó que podía pagar con su teléfono móvil y que, además, alguien le llevaría las cuentas. Entonces inventó Kuapay.

Enrique Tapia y sus compañeros de PlayTales pensaron en un cuento infantil para irse a dormir sin páginas de papel. Y para Fran Pérez, la plataforma de sus sueños era llevar siempre encima todas sus películas y series favoritas. Lo consiguió con Youzee, donde las tiene ordenadas y comparte sus comentarios con los demás.

Pero el primero en subir a la palestra del ciclo de emprendedores del The Appfest fue Xavier Verdaguer, que se imaginó unas zapatillas con sensores de vibración en la suela, sincronizados con el GoogleMaps de su teléfono inteligente, para que pequeños tembleques en los pies lo guiaran por el campus de Stanford encima de su bici.

“Como todo emprendedor, en un problema vi una oportunidad”, dice mientras sonríe, en lugar de quejarse de su poco sentido de la orientación. Después de encontrar la solución, creó las GPShoes y una empresa que fusiona ropa con teléfonos móviles inteligentes, Innovalley.

Emprende que emprenderás

Las apps se esconden en la ropa, en los libros, el cine y las tarjetas de crédito. Como recalca Hormigos, “el mundo ya es multidispositivo”. Se usan a cualquier hora, están por todas partes y, por si esto fuese poca garantía de éxito, su público potencial somos todos. A diferencia de los ordenadores, no hace falta estar alfabetizado tecnológicamente para utilizar las aplicaciones.

“Siempre pienso en mi madre, que nunca usó el ordenador en casa y ahora es súper fan de las tabletas, donde pinta, guarda sus fotos, apunta recetas y nos manda mensajes”, dice Hormigos.

Él es uno de los lectores de Wired, la revista de referencia para estar al día de cómo la tecnología afecta otras esferas de la vida, como la cultura, la educación y la economía.

Evan Hansen, su editor online, cree que con las apps no solo los usuarios obtienen mejoras importantes de rendimiento y una mejor capacidad de respuesta, sino que además los desarrolladores adquieren mayor control sobre el diseño.

Descanse en paz

Hace un año y medio, en un reportaje que marcó un punto de inflexión, Wired pronosticó la muerte de la web, pero auguró “larga vida a Internet”. “Te has pasado todo el día en Internet, pero no en la web”, escribió Chris Anderson, editor de Wired. En el artículo, el periodista aclaraba que no se trata de una distinción trivial, ya que en los últimos años “uno de los cambios más importantes en el mundo digital ha sido trasladarse de la web abierta a las plataformas semicerradas que utilizan Internet para transportar datos, pero no el navegador para visualizar”.

Por ejemplo, para qué visitar el website de cuatro supermercados si existe una aplicación como Supertruper que te hace la lista de la compra comparando precios de manera más rápida y sencilla, escaneando los códigos de barras de los productos que uno tiene en casa y están a punto de acabarse.

Uno de los padres del concepto 2.0, el impulsor del software libre Tim O’Reilly, coincide en que la web es la fase adolescente de la evolución de internet. Ya en el año 1997 se atrevió a decir que el sistema operativo futuro de internet se convertiría en “un vasto repositorio de servicios programables” y los móviles no han hecho más que acelerar este proceso y desenmascarar la realidad. Por otro lado, Anderson advierte que las aplicaciones están reguladas por términos de servicio que el usuario acepta antes de utilizarlas.

Óscar Hormigos lo dice en el The Appfest: “La web ha muerto, la aplicación le va a ganar siempre”. Uno de los motivos principales para desencantarse de la web y enamorarse de otras formas de consumo, como apuntó Wired, es por “la simplicidad y la elegancia de los servicios que funcionan”.

Y las aplicaciones funcionan, como la fusión de circuitos y ropa de Xavier Verdaguer. La evolución del negocio de las apps es incierta, pero asegura que vale la pena “meterse en líos”, su definición personal de emprendedor.

A él en los últimos años le ha pasado de todo: empezar solo, arruinarse, aprender, volver a crecer, vender, pasarlo mal, pasarlo bien… Ahora, el empresario sabe que una de las oportunidades más claras se encuentra en el mundo de las aplicaciones, donde queda mucho camino por recorrer. Él, con sus zapatillas guiadas por GPS, ya lleva un buen trecho andado.