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Los genes condicionan la respuesta a las influencias religiosas

La dopamina es una hormona y neurotransmisor del sistema nervioso central comúnmente asociada con el sistema del placer del cerebro. Por ejemplo, esta hormona nos suministra los sentimientos de gozo y refuerzo que nos motivan a realizar ciertas actividades, como alimentarnos.

Por otro lado, la sociabilidad se encuentra también muy ligada a la neurotransmisión de dopamina.

Así, una baja captabilidad de dopamina es frecuentemente encontrada en personas con ansiedad social o puede ser responsable de estados de apatía.

La transmisión de la dopamina en el cerebro se produce a través de unos “receptores de dopamina”, que son proteínas de la superficie celular que se unen con alta afinidad a la dopamina y que producen cambios intracelulares que influyen en el comportamiento de las células.

Se cree que ciertas variantes en uno de estos receptores de dopamina, el llamado receptor D4, estarían relacionada con la propensión a correr riesgo o a buscar nuevas experiencias pero, también, con la susceptibilidad a las influencias ambientales.

Influidos por la religión

En esta dirección, un equipo de científicos de la Universidad de California en Santa Bárbara, Estados Unidos, (UCSB) ha estudiado el efecto de la dopamina en el comportamiento humano, teniendo en consideración una influencia ambiental específica: la de la religión.

Según publica Epiphenom, la psicólogo de dicha universidad, Joni Sasaki y sus colaboradores quisieron averiguar si el mecanismo humano de la dopamina, regulado por ciertos genes, podía ayudar a explicar la diversidad de nuestras respuestas a las influencias religiosas.

Para ello, según explican los investigadores en la revista especializada Social Cognitive and Affective Neuroscience, los científicos analizaron en concreto cómo el gen para el receptor de dopamina D4 interactuaba con la influencia de la religión, para provocar un comportamiento prosocial específico.

En su investigación, Sasaki y su equipo realizaron un experimento de imprimación o de activación de asociaciones particulares en la memoria.

A los participantes en el estudio (todos ellos estudiantes universitarios) se les pidió que usaran conjuntos de palabras para formar frases.

A la mitad de estos participantes, se les dieron frases a formar que tenían contenido religioso, y al resto frases de contenido no-religioso.

De esta forma, los investigadores hicieron pensar a una parte de los voluntarios en la religión, sin que éstos se dieran cuenta.

Respuestas dependientes de variantes genéticas

Después de este ejercicio, Sasaki y su equipo midieron la buena disposición de los estudiantes analizados a participar como voluntarios en una serie de organizaciones y clubes universitarios. Los resultados fueron similares a los revelados por otros estudios: en general, los participantes religiosos no se mostraron más voluntariosos que los no religiosos, pero aquellas personas que habían sido influenciadas por frases religiosas sí que mostraron mayor disposición a ayudar, independientemente de si eran religiosas o no.

Sin embargo, de este último grupo, no todos los participantes respondieron a dicha influencia: al parecer, la respuesta prosocial dependió de una variante en el gen para el receptor D4 estudiado.

En concreto, los individuos con una variación particular en dicho gen presentaron un impulso prosocial realmente importante, a partir de la influencia religiosa.

Por el contrario, los participantes que no presentaban dicha variación no resultaron afectados por la imprimación religiosa realizada.

Según los investigadores, estos resultados tienen implicaciones para la comprensión de porqué algunas personas pueden comportarse de forma prosocial por distintas razones e influencias, no sólo la religiosa; así como señalan la importancia de integrar la investigación genética en la psicología experimental.

En este sentido, estudios previos ya han establecido la existencia de una relación entre genética y comportamiento. En ellos ha sido constatada, por ejemplo, la influencia de los genes en las relaciones sociales y de pareja, en la propensión a la infidelidad, en la generosidad e, incluso, en los comportamientos políticos.