Tendencias21

Los jóvenes urbanos tienen hábitos más saludables

La vinculación entre naturaleza y salud ha sido objeto de numerosas investigaciones. Este binomio inseparable ha acaparado la atención de científicos que han demostrado en diversos estudios, por ejemplo, que el contacto con la naturaleza aumenta la salud humana o que la naturaleza favorece el bienestar físico y mental, tal y como ha publicado anteriormente Tendencias 21.

A todos estos estudios se le suma ahora una nueva investigación, realizada por expertos en medicina social y preventiva de la Universidad de Montreal, en Canadá, dirigidos por el doctor roman.pabayo@umontreal.ca. Este estudio ha puesto de manifiesto que los jóvenes urbanos que cada día acuden a su centro educativo en bicicleta o a pie gozan de mejor salud que los niños de su misma edad que residen en zonas rurales, publica dicha universidad en una nota de prensa.

Para dibujar el perfil socioeconómico de los jóvenes y la relación de la actividad física con sus parámetros de salud, así como para comparar todos los datos de jóvenes de zonas urbanas con los de jóvenes de zonas rurales, Pabayo y su equipo analizaron los hábitos diarios de un total de 7.690 niños canadienses.

Según se publica en la revista Pediatrics, los análisis longitudinales de estos datos demostraron que las zonas urbanas, los hogares con ingresos bajos o los hogares monoparentales resultaron ser significativos pronosticadores del uso de medios de transporte no pasivos para ir a la escuela.

«Este estudio es importante para el bienestar de los niños porque la mayoría de ellos no está cumpliendo con las directrices de actividad física necesarias para un óptimo crecimiento y desarrollo», explica el doctor Pabayo, responsable de la investigación.

Apuesta por el ‘transporte activo’

Este trabajo de investigación se caracteriza por haber analizado al mismo grupo de niños en diferentes edades, es decir, encuestaron los hábitos de comportamiento de los mismos sujetos a lo largo de diversos años académicos.

Así, se ha podido demostrar que, a medida que crecen, los niños utilizan cada vez más lo que se denomina «transporte activo». Este térmico alude al esfuerzo físico y excluye el transporte público, autobuses escolares y la conducción. Es, por tanto, un medio de transporte –por lo general individual- que fomenta el ejercicio físico del niño para ir a la escuela.

Según los autores del estudio, este tipo de transporte suelen usarlo los niños para ir al colegio hasta que cumplen los diez u once años de edad, momento en el que la tendencia se invierte.

«El transporte activo representa una forma asequible y fácil de incorporar la actividad física en las rutinas diarias de los niños”, comenta Pabayo, quien asegura que “en un estudio diferente realizado con niños de la ciudad canadiense de Quebec, hemos encontrado asociaciones significativas entre el peso, y si van al colegio en bicicleta o caminando”.

Factores clave en la elección del transporte

Otro de los datos relevantes que pone de manifiesto este estudio es, por ejemplo, que los niños cuyos padres confirmaron que su hijo tenía muchos amigos en zonas cercanas a su casa tenían más del doble de probabilidades de aumentar su transporte activo durante dos años, en comparación con otros niños.

En cambio, los adolescentes tenían menos probabilidades de aumentar sus activos de transporte si no hay semáforos ni pasos de peatones en su ruta a la escuela. El hecho de tener a alguien con quien viajar o hermanos mayores resultó asimismo un factor determinante.

De esta forma, los responsables de la investigación manifiestan que deben realizarse estudios futuros con el objetivo de explicar estas tendencias y los factores identificados en el estudio.

«¿Por qué los niños de Saskatchewan (provincia al oeste de Canadá) y Manitoba (situada en el extremo oriente del país canadiense) son más propensos a utilizar el transporte activo en un determinado momento de sus vidas? ¿Qué pasa con los niños de familias más pobres? ¿Por qué hay diferentes patrones de medida dependiendo de factores sociodemográficos y regionales?”, se preguntan Pabayo y su equipo. “Si podemos obtener una mejor comprensión de los factores que influyen en cómo los niños van a la escuela, podremos animar a más familias a usar la bicicleta o caminar a la escuela, dando lugar a comportamientos saludables que duren toda la vida», concluyen.