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Los peces bagre se convierten en caníbales en los ríos alemanes

Pescadores alemanes de Alta Sajonia han observado a especímenes del pez bagre, también conocido como pez gato, cazando patos y pequeños cisnes en la superficie de los ríos, así como devorando a individuos de su misma especie, según informa la prensa local.

Unos hábitos nada frecuentes en ellos. Habitualmente, el pez bagre se alimenta de otros peces, pero el aumento de tamaño que está experimentando esta especie al carecer de depredadores naturales está alterando el equilibrio biológico en los ríos y lagos donde habitualmente habita.

El bagre no se siente amenazado por otros animales y crece a lo largo de toda su vida. Su mayor tamaño se está localizando en ejemplares superiores a los 2,5 metros, cuando lo natural en el continente es que no superen el metro. Esto está provocando los cambios alimentarios mencionados.

De esta forma, el pez bagre está acabando con la fauna piscícola de la zona y, ante la falta de alimento, comienza a nutrirse de otras especies, como los patos y cisnes, y está desarrollando hábitos caníbales, un comportamiento hasta ahora no conocido entre ellos.

Originario de las aguas del Pacífico y de América del Norte, el pez bagre es una especie que habita tanto en agua dulce como salada y que fue introducida en Europa hace varios siglos. Los especímenes de río se reproducen con mayor facilidad en aguas más cálidas. De hecho, esta especie suele esconderse entre rocas y barro en los periodos de invierno. Los peces bagre son omnívoros y suelen habitar en los lechos limosos de los ríos y lagos (los de agua dulce).

Las cañas de los pescadores no pueden con ellos

Manfred Holzner, presidente de la asociación de pescadores local Altötting-Mühldorf, en declaraciones a Die Welt, atribuye los ataques de los bagre a otras especies a que «ahora otros peces, simplemente, se han convertido es escasos».

Asimismo, Holzner asegura que este prehistórico depredador cuando alcanza un tamaño superior a los 80 centímetros carece de enemigos naturales, salvo ellos mismos.

Los pescadores, debido a su peso y tamaño, no pueden pescarlos con cañas y la legislación alemana prohíbe utilizar otro tipo de artes para capturarlos (el uso de redes está prohíbido). De momento, los pescadores han hecho saltar las señales de alerta, pero hasta ahora las autoridades de este país no han adoptado ningún tipo de medida. «Esta situación se está dando en algunos lugares como el Isen, el Rott y el Vils, por lo que hay que pensar en algo», afirma Holzner.

La trucha común, especie amenazada en la Península

Más al sur, el calentamiento global y el aumento de temperatura del agua de los cauces, amenaza la existencia de otra especie: la trucha común.

Según un estudio realizado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), el hábitat de la trucha común en la Península Ibérica habrá prácticamente desaparecido antes del año 2100.

«Este animal tiene unos márgenes fisiológicos muy estrechos para vivir” asegura Ana Almodóvar, coautora de la investigación, que ha sido publicada en Global Change Biology.

El análisis de la temperatura de los ríos en la comunidad autónoma de Navarra entre los años 1975 y 2007 relfejó una “clara tendencia al alza y una pronunciada subida sobre 1986″ y, al cruzar estos datos con la población de truchas, se observó una notable disminución de las poblaciones de este pez.

El estudio augura que, debido al incremento de la temperatura de los ríos españoles, la trucha perderá la mitad de su hábitat en 2040, y prácticamente se habrá extinguido en 2100 en los ríos navarros.

Según el equipo de investigación, estos resultados son extrapolables a otras regiones ibéricas y mediterráneas como las penínsulas Itálica, Balcánica y Anatólica. «La región del Mediterráneo es una zona muy vulnerable a las variaciones climáticas y a la disminución de la disponibilidad de agua», comenta Almódovar. Debido a la contaminación, a la extracción del agua fluvial para regadío y al aumento de la temperatura, «el estado ecológico de los ríos es cada vez más precario y ahora mismo solo hay truchas en las cabeceras de los ríos», constatan los científicos.