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Los smartphones llevan la telemedicina a zonas rurales

Un nuevo estudio de la Clínica Mayo de Estados Unidos confirma que las imágenes conseguidas con smartphones sirven para evaluar a pacientes con accidentes cerebrovasculares en lugares remotos, a través de la telemedicina. El estudio, el primero en probar la eficacia de las aplicaciones de telerradiología de teléfonos inteligentes en una red “teleictus” en el mundo real, se ha publicado recientemente en Stroke, la revista de la Asociación Americana del Corazón.

«Básicamente, lo que esto significa es que la telemedicina puede cabernos en los bolsillos», explica el doctor Bart Demaerschalk, profesor de neurología y director médico de Teleictus, en una nota de prensa de la institución. «Para los pacientes esto significa el acceso a los conocimientos técnicos de manera oportuna cuando más lo necesitan, sin importar la sala de urgencias en la que se encuentren», añade Demaerschalk.

La Clínica Mayo fue el primer centro médico en Arizona en hacer investigación clínica pionera sobre el uso de telemedicina para atender a los pacientes con ictus en lugares no urbanos. En la red Teleictus, el uso de plataformas de telemedicina o robots situados en un hospital rural permiten a un paciente con ictus poder ser vistos en tiempo real por un especialista en neurología que por lo general trabaja desde un ordenador de sobremesa o portátil en Phoenix (Arizona).

Diagnóstico más rápido

Los pacientes que presenten signos de accidente cerebrovascular pueden ser examinado por el neurólogo, que también puede ver los escáneres del cerebro del paciente para detectar posibles daños causados por una hemorragia o una arteria bloqueada. Si es necesario pueden administrarse a los pacientes medicamentos anticoagulantes, dentro del estrecho margen de tiempo que permite minimizar lesiones permanentes del cerebro.

El estudio comparó la calidad de las imágenes médicas tomadas mediante una aplicación determinada para smatphones con el mismo tipo de información e imágenes que se ven normalmente a través de ordenadores de sobremesa. Los neurólogos de Mayo trabajaron con los médicos y radiólogos de emergencia del Yuma Regional Medical Center para comparar los escáneres cerebrales de 53 pacientes que acudieron a ese centro médico con un accidente cerebrovascular.

Las imágenes fueron revisadas por los radiólogos en Yuma y un panel de evaluación independiente de neurólogos para determinar el nivel de coincidencia entre los modos de evaluación tradicionales y los realizados mediante teléfonos inteligentes y la red Teleictus. El estudio muestra que había un alto nivel de acuerdo (92 a 100%) entre todos los evaluadores de las características radiológicas más importantes.

Arizona, un estado rural

«Los teléfonos inteligentes son ubicuos, están en todas partes», dice el doctor Demaerschalk. «Si somos capaces de transmitir la información de salud de forma segura y al mismo tiempo utilizar las capacidades de videoconferencia para la evaluación clínica, podemos tener la telemedicina en cualquier lugar, lo que es esencial en un estado como Arizona, donde más del 40% de la población no tiene acceso a inmediata atención neurológica.»

El estudio fue financiado por el Departamento de Salud de Arizona y la tecnología y la asistencia técnica fue proporcionada por Calgary Scientific, el fabricante de ResolutionMD.

La Red Teleictus de la Clínica Mayo incluye hospitales en 11 localidades de Arizona, incluyendo Phoenix, y en un hospital en St. Joseph, Missouri. Hasta la fecha, más de 1.000 consultas de emergencia por accidente cerebrovascular han tenido lugar entre los neurólogos de Mayo y los médicos de los centros periféricos.

Referencia bibliográfica:

Bart M. Demaerschalk, Jason E. Vargas, Dwight D. Channer, Brie N. Noble, Terri-Ellen J. Kiernan, Elizabeth A. Gleason, Bert B. Vargas, Timothy J. Ingall, Maria I. Aguilar, David W. Dodick, and Bentley J. Bobrow: «Smartphone Teleradiology Application Is Successfully Incorporated Into a Telestroke Network Environment;. Stroke. 2012; published online before print September 11 2012, doi:10.1161/STROKEAHA.112.669325.