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Nissan mejorará la seguridad de sus coches imitando a los peces

Un equipo de ingenieros japoneses de la compañía Nissan Motor está desarrollando una tecnología con la que, algún día, podrán evitarse muchos accidentes de tráfico.

Dicha tecnología está inspirada en el comportamiento de los peces cuando éstos nadan por una pecera sin colisionar nunca, a pesar de tener un espacio limitado, informa la revista Physorg.com.

El resultado del trabajo es un robot que puede viajar en grupos de más de siete unidades, evitando choques, gracias al intercambio de información con el resto de los miembros del grupo. Nissan Motor espera que este sistema pueda aplicarse a sus automóviles en un futuro.

Movimiento y seguridad

El robot, que tiene tres ruedas, utiliza un telémetro láser (dispositivo que mide distancias de forma remota) para medir la distancia que le separan de los obstáculos, así como comunicaciones por radio. Con estos elementos, es capaz de recrear el comportamiento de un pez, es decir, puede cambiar de dirección y moverse en paralelo sin chocar.

Los peces han sido el modelo escogido para imitar porque, según el director del proyecto, el ingeniero Toshiyuki Andou, se puede aprender mucho de una pecera en lo que a grado de libertad de movimiento de los peces y de seguridad se refiere.

Esta tecnología será mostrada en la feria de electrónica CEATEC, que se celebra en Japón entre el seis y el 10 de octubre, pero no es el primer intento de Nissan Motors por hacer sus vehículos más seguros.

El año pasado, la compañía presentó también en CEATEC un micro-coche robótico denominado “BR23C”que imitaba a las abejas. Ambos inventos siguen el mismo objetivo: reducir a la mitad el número de accidentes de tráfico con los coches de la compañía para 2015, en comparación con las cifras de 1995.

Imitar también a las abejas

Con respecto al BR23C, según explicó Nissan en un comunicado, las abejas, durante su vuelo, crean a su alrededor un espacio propio, de forma ovalada. Por otro lado, sus complejos ojos les permiten ver con una amplitud de 300 grados, y así pueden volar sin interrupción, dentro de su “espacio individual”.

Para recrear esta función del ojo de la abeja, los ingenieros utilizaron ya en el micro-coche robótico de 2008 un telémetro láser que detectaba obstáculos a más de una distancia de dos metros en un radio de 180 grados.

El telémetro láser enviaba señales a un microprocesador situado dentro del robot, indicándole así los posibles obstáculos. En función de esta información, el BR23C podía evitar chocar con dichos obstáculos.

Según explicó entonces Andou, una fracción de segundo después de detectar el obstáculo, el coche robot imitaba el movimiento de una abeja y cambiaba de dirección instantáneamente, girando sus ruedas en ángulos rectos para evitar las colisiones, y reduciendo la velocidad.

El ingeniero señaló que la mayor diferencia de este sistema con respecto a cualquier otro sistema es que la maniobra realizada era totalmente instintiva e instantánea, similar a la que hacen las abejas cuando van a chocarse con un obstáculo.

Observando la naturaleza

Estos dos inventos de Nissan Motor se enmarcan dentro de una rama de la ingeniería que estudia los procesos de la naturaleza para buscar las soluciones más efectivas, y que está dando interesantes frutos: la biomímica.

El pasado mes de julio, Telegraph describía algunos de los logros alcanzados en las últimas décadas por la biomímica.

Uno de los ejemplos más conocidos es el de George de Mestral, un ingeniero suizo que desarrolló en 1951 el concepto del Velcro al observar cómo las semillas de un género de plantas llamadas arctium se enganchaban constantemente a su ropa y al pelo de su perro, cuando ambos daban paseos por el campo.

Al examinar el material de estas semillas a través de un microscopio, Mestral consiguió distinguir diversos filamentos entrelazados terminados en pequeños ganchos, causando así una gran adherencia a los tejidos. Éste fue el origen de su invento.

Otros investigadores se han apoyado en la biomímica para diseñar, por ejemplo, una tecnología basada en los peces, capaz de aprovechar los remolinos que causan los fluidos en torno a un cuerpo como fuente de energía limpia (prototipo Vivace de la Universidad de Michigan) o para crear un sistema como “Biowave”, que imita el movimiento de las plantas subacuáticas para generar electricidad.