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Un nuevo método permite predecir las olas gigantes

Ingenieros de la Escuela de Ingeniería Henry Samueli de la Universidad de UCLA han creado y capturado con éxito una ola gigante, también conocida como “olas monstruo”. En sus experimentos, han descubierto que existen olas ópticas gigantes que se propagan a través de fibra óptica y que consisten en extraños y breves pulsos de luz intensa análogos a los famosos “monstruos oceánicos”.

Esta investigación, que aparece publicada en la revista Nature, podría ayudar a conocer o a resolver incluso el misterio que envuelve a estas olas gigantes, tan difíciles de estudiar directamente y tan dañinas al mismo tiempo.

Las olas monstruo son olas relativamente grandes y espontáneas que constituyen una amenaza incluso para los grandes barcos y transatlánticos. Son definidas por los oceanógrafos como olas superiores al doble de la altura del mayor tercio de las olas en un registro.

Una ola gigante no es lo mismo que un tsunami. Los tsunamis son olas generadas por desplazamientos de masas que se propagan a gran velocidad, mientras que las gigantes se dan de manera aislada.

Durante mucho tiempo fueron tomadas como algo legendario, quedando recogidas incluso en obras literarias como “Robinson Crusoe” o “La Odisea”. Hoy, sin embargo, son conocidas como un fenómeno natural real de los océanos, con pocos testimonios, pero con capacidad para destruir incluso los modernos trasatlánticos.

Su medición científica fue confirmada positivamente sólo tras el seguimiento de una ola gigante en la plataforma petrolífera Draupner, en el Mar del Norte el 1 de enero de 1995. El evento, que inflingió daños menores a la plataforma, confirmó la validez de la medida.

Fenómeno caótico

En cualquier caso, este misterioso fenómeno ha eludido el trabajo de los investigadores y nunca hasta ahora se había “fabricado” una ola monstruo, ni en el agua ni en ningún otro medio.

Se piensa que las olas gigantes son un fenómeno no lineal, quizá caótico, capaz de generarse de repente a partir de otras olas pequeñas e inofensivas.

Hasta ahora, el estudio de las olas gigantes del mar se ha centrado mucho en los sistemas oceanográficos. Quizá el mejor estudio que se ha hecho hasta ahora de este fenómeno es el Proyecto MaxWave, durante el cual los investigadores, mediante datos tomados por satélites de la Agencia Europea del Espacio, identificaron un significativo número de señales que podrían ser evidencia de olas gigantes. En concreto fue detectada una por cada 150.000 km², lo que nos permite hacernos una idea de lo raro del fenómeno.

La novedad aportada por este grupo de ingenieros de UCLA es cambiar el punto de vista de estas investigaciones. Las ondas de luz viajan por la fibra óptica y obedecen matemáticamente de una muy similar a como lo hacen las olas en mar abierto. Este nuevo enfoque ha permitido estudiar el fenómeno natural en un laboratorio.

Una aguja en un pajar

Todavía, detectar una ola monstruo es como buscar una aguja en un pajar. La ola es un evento solitario que ocurre raramente. Para empeorar aún más las cosas, los intervalos en los que se producen son totalmente aleatorios. Usando el modelo de detección propuesto por estos investigadores es posible no sólo capturar olas ópticas gigantes sino medir también sus propiedades estadísticas.

De igual modo que las olas “raras” que se dan en el mar, las ópticas obedecen a estadísticas “L-Shaped”, que es un tipo de distribución en el que la altura de la mayoría de las olas se agrupa alrededor de un valor pequeño en el que, sin embargo, también pueden darse valores mayores de una manera atípica. A pesar de ser un hecho raro, como se ha dicho, su probabilidad de que ocurra es mayor de lo que la estadística convencional dice.

“Este descubrimiento es la primera observación de una ola gigante hecha por el hombre y recogida por la literatura científica. Sus implicaciones, además, van más allá de la física”, comenta el profesor Bahram Jalali en un comunicado. ”Por ejemplo, eventos extraños y extremos también ocurren en los mercados financieros, con consecuencias espectaculares. Nuestras observaciones pueden ayudar a desarrollar modelos matemáticos capaces de identificar las condiciones que llevan a dichos eventos”.

Esta investigación ha sido subvencionada por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de la Defensa (DARPA), que la central de investigación y desarrollo del Departamento de Defensa Norteamericano.