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Un nuevo software permite crear mundos virtuales en 3-D a cualquier persona

Informáticos de la Universidad de Stanford han desarrollado una herramienta que permite crear mundos virtuales, como Second Life, más fácilmente y de un modo más realista. Esta herramienta dejará en manos de casi cualquier usuario generar objetos tridimensionales para esos mundos virtuales.

El responsable de este proyecto es el informático Vladen Koltun, que fue creador del Grupo de Mundos Virtuales de Stanford. Cuando se planteó como objetivo desarrollar una herramienta capaz de crear objetos virtuales en tres dimensiones fácilmente, pensó en empezar con árboles. El resultado final es, efectivamente, un software llamado “Dryad” que tiene la funcionalidad de crear árboles tridimensionales muy reales y en grandes cantidades. En la actualidad el programa se puede descargar de Internet gratuitamente.

“En el mundo, sólo un pequeño grupo de personas tiene los conocimientos suficientes como para crear objetos tridimensionales”, comenta Koltun en un comunicado de la Universidad. “Ellos son los encargados de hacerlos todos, por ese motivo es complicado ver objetos tridimensionales en la web”.

¿Por qué empezar con árboles en lugar de con animales, humanos o edificios, que son más importantes en mundos virtuales como Second Life? Koltun pensó que los botánicos ya han catalogado y clasificado los árboles del mundo “real” con gran detalle. Por ello, incorporaron todos estos datos a un potente motor matemático capaz de crear árboles usando alrededor de 100 atributos diferentes, dando como resultado variables casi infinitas, tales como el grosor del tronco, el tamaño de las hojas etcétera.

Los árboles son auténticamente en tres dimensiones. Es posible rodearlos o verlos desde cualquier ángulo, casi como si fueran reales.

Sólo con el ratón

“Dryad” es una nueva e intuitiva forma de que usuarios particulares puedan crear árboles virtuales únicos usando sólo el ratón del ordenador para navegar a través de un “espacio de árboles”, a los que se les puede cambiar de apariencia cambiando de dirección.

El software de Koltun deja a los usuarios la posibilidad de moverse por un espacio que contempla más de 100 atributos. El aspecto que muestra esta herramienta es similar al de la que se usa en Google Maps para “visitar” las calles de una ciudad. “Con “Dryad”, se puede recorrer un espacio con todos los árboles y, sencillamente, elegir el que queramos”, comenta Koltun.

“Dryad” ha supuesto un auténtico reto y muchas horas de trabajo, para el que se han tenido en cuenta diferentes aspectos. Por ejemplo, una importante funcionalidad del software es que incorpora una técnica de intercambio de información que lo mejora cada vez que un usuario elige un árbol determinado.

Como en el mundo real, no todos los árboles son igualmente apreciados. Dado que un usuario por él mismo no es capaz de mapear las mejores partes de este enorme espacio con árboles, el trabajo se hace colaborando con otros usuarios, permitiendo que el software se refine y mejore constantemente. Es decir, cuantas más veces se elija un árbol, más completo quedará porque más características se habrán ido añadiendo de este modo colaborativo.

Red social

El modelo matemático de “Dryad” empuja a los usuarios hacia aquellos árboles semejantes a los que ya son “populares” para otros usuarios. Para Koltun, los mundos virtuales deberían servir como una red social que nos permita compartir espacios y participar en una determinada experiencia junto a otras personas. “ (En los mundos virtuales) se puede formar grupos ad hoc sin que sea necesario ningún tipo de registro. Es posible acercarse a una persona o a un grupo y empezar una conversación”, afirma.

Otro de los motivos por los que el Grupo de Mundos Virtuales de Stanford pusiese tanto empeño en este proyecto es el hecho de que los usuarios normales son incapaces de crear objetos tridimensionales. Para ello, hay que ser prácticamente un escultor. Para Koltun, este hecho es un auténtico lastre a la hora de que los mundos virtuales se extiendan, ya que uno de los aspectos que aporta realismo es, precisamente, el que los usuarios se muevan en un espacio en tres dimensiones.

Sin duda, la falta de herramientas adecuadas para crear objetos tridimensionales es un cuello de botella para generar espacios virtuales. Incluso las herramientas creadas originalmente para usuarios normales, sin grandes conocimientos, resultan complicadas. Por ejemplo, la herramienta que usan los residentes de Second Life no es muy difícil de usar para los expertos, pero para los primerizos pueda llegar a ser una losa.

Crear cosas en Second Life requiere paciencia, tiempo y algunos conocimientos técnicos. Generar mobiliario, objetos, edificios o ropa queda limitado a un relativamente pequeño grupo de personas que poseen dichos conocimientos.

Cuando llegue el día en que cualquiera pueda diseñar objetos cotidianos, el entorno tridimensional de los mundos virtuales cobrará vida y se convertirá en otro espacio en el que los seres humanos puedan interactuar: educación, negocios, formación, intercambio de intereses y, por supuesto, flirtear. Este es, por lo menos, el horizonte en el que se mueve este grupo de informáticos de Stanford.