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Weinberg: los descubrimientos físicos no amenazan a las creencias religiosas

La puesta en marcha del Gran Colisionador de Hadrones (o LHC de Ginebra abre importantes posibilidades para la ciencia y para el conocimiento general de la naturaleza última de la realidad. Este hecho podría suponer transformaciones en nuestras concepciones del mundo, entre las que se encuentran las concepciones religiosas.

El LHC, que es el acelerador de partículas más grande del mundo, supone el mayor experimento de la física subatómica realizado hasta ahora. Con él se pretende, entre otras cosas, encontrar signos de una escurridiza partícula cuántica denominada bosón de Higgs, también conocida como la partícula divina, y que está considerada la esencia de la materia porque sería la responsable de dotar de masa a los demás componentes básicos de ésta.

Al respecto de todas estas cuestiones, la revista Newsweek ha publicado recientemente una entrevista con el físico Steven Weinberg, ganador en el año 1979 de un Premio Nobel de Física por combinar el electromagnetismo y la fuerza nuclear débil en el Modelo electrodébil.

Comprender el mundo

Weinberg, que trabaja como profesor en la Universidad de Texas en Austin, señaló en Newsweek que es posible que el LCH proporcione a los físicos teóricos nuevas ideas con las que desarrollar una teoría matemáticamente consistente que aúne a todas las partículas y fuerzas que conocemos. Pero el científico no cree que se alcance, al menos no tan fácilmente, una teoría final.

¿Acercarnos a esa teoría última del universo podría impactar a la religión? Según Weinberg, a medida que la ciencia explica la realidad, se reduce la necesidad de explicaciones religiosas sobre ella. Por tanto, aunque la ciencia no entre en conflicto directo con la religión, sus logros despojan a la religión de una de sus motivaciones originales: la de comprender el mundo.

Pero, para Weinberg, los descubrimientos en la física de partículas no tendrán el mismo impacto sobre la religión que, por ejemplo, la Teoría de la Evolución de Charles Darwin (a pesar que esta teoría ha sido demostrada científicamente, algunos grupos religiosos actuales, principalmente en Estados Unidos, interpretan en las Escrituras que sólo un ser supremo pudo crear directamente a los humanos y a otros animales como especies separadas y acabadas, concepto que choca frontalmente con la Teoría de la Evolución).

Según el físico, el descubrimiento del bosón de Higgs simplemente confirmaría la teoría de la ruptura espontánea de simetría electrodébil que, al fin y al cabo, parece un concepto demasiado teórico para que de él se desprendan consecuencias metafísicas que contraríen a las ideas religiosas.

La ruptura espontánea de simetría se refiere a determinados comportamientos de la materia. A temperatura elevada (o a alta energía), la materia forma un gas o un plasma y este estado posee todas las simetrías de las ecuaciones que describen el movimiento de las partículas. Asimismo, a baja temperatura la materia puede encontrarse en un estado que no posee todas las simetrías de las ecuaciones microscópicas, sino solamente un sub-grupo de simetría completa. Este fenómeno es el que se denomina ruptura espontánea de simetría y que, según Weinberg, se confirmaría en caso de que se descubriera el bosón de Higgs en el LHC.

No existe el diseño inteligente

¿Molestarían, en cambio, a los creyentes las posibles contribuciones de los descubrimientos del LHC al hallazgo de una teoría final? Weinberg explica que, si algún día, se consigue desarrollar dicha teoría final -que supondría explicar las cuatro interacciones fundamentales entre las partículas elementales que componen la materia- y que si, además, dicha teoría vertiese luz sobre el tema del origen del Big Bang y del universo, quedaría poco a la religión por explicar sobre el cosmos.

Esta teoría final superaría al actual modelo estándar de la física de partículas, que describe tres de esas cuatro interacciones fundamentales.

Para el físico, hoy día y especialmente en las sectas religiosas más establecidas de Occidente, se debe aceptar que no se puede explicar la naturaleza desde el punto de vista religioso, y dejar este papel a la ciencia.

Weinberg considera, por otro lado, que los avances científicos reducen cada vez más la probabilidad de encontrar un «primer diseñador»; o un diseñador inteligente en el universo.

De hecho, las personas que esperan encontrar evidencias de una acción divina en la naturaleza, en el origen del universo o en las leyes que gobiernan la materia, probablemente acabarán desilusionándose, declara el físico.

Intervención divina en el LHC

En cuanto a la posición del ser humano o su propósito en el mundo, Weinberg asegura que vivimos con un propósito, pero que no es otro que el que nosotros inventemos para nosotros mismos. Según él, requiere de mucho coraje observar la naturaleza, tratar de vivir una buena vida, amarse unos a otros, y crear cosas bellas, sin tener que «ver» un plan divino para el ser humano.

Weinberg termina afirmando que siempre es posible que el LHC permita descubrir algún aspecto de la naturaleza que resulte inexplicable para la ciencia y que realmente requiera de “intervención divina”. Pero el físico no cree que esto llegue a suceder.

Steven Weinberg es defensor del materialismo científico duro, y ha atacado frontalmente al relativismo cultural y el constructivismo. De hecho, se ha convertido en un célebre activista por el racionalismo y contra la religión.

En 1999, por ejemplo, declaró en una charla dada en abril de 1999 en la Conferencia sobre el Diseño Cósmico de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia en Washington: Con o sin religión, la gente buena seguirá haciendo el bien y la gente mala seguirá haciendo el mal; pero para que la gente buena haga el mal -hace falta la religión.