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Descubren la firma cerebral de las parejas violentas

Investigadores de Virginia Commonwealth University han dado un paso trascendental en la identificación de las bases neurobiológicas que determinan la violencia entre las parejas íntimas: en el momento de las agresiones, una zona conocida como corteza prefrontal medial registra una actividad eléctrica especial, claramente diferente a la observada en las agresiones contra amigos y personas desconocidas.

Descubrir las causas por las cuales una persona decide agredir a alguien con quien comparte su vida es una de las obsesiones de los estudios psicológicos, que han avanzado bastante en este tipo de aspectos. Sin embargo, hasta el momento no se sabe tanto con respecto a las claves neurobiológicas de este fenómeno: en definitiva, cómo se modifica la actividad eléctrica cerebral durante los hechos de violencia y en los momentos previos.

El área cerebral que determina la violencia conyugal

La violencia de pareja o conyugal incluye el abuso físico, sexual o emocional de un integrante de la pareja hacia el otro. De acuerdo a una nota de prensa, este estudio analiza únicamente casos de parejas heterosexuales. La investigación, publicada recientemente en la revista Biological Psychology, identificó que la firma cerebral de este tipo de violencia se concreta en la corteza prefrontal medial.

Esta región del cerebro se encarga de conducir una serie de respuestas emocionales y de alerta que se necesitan para el despliegue de la conducta humana. Por ejemplo, una de las cuestiones emocionales que procesa son las percepciones de cercanía y valor de otras personas. Debido a esto, presenta un ritmo eléctrico específico cuando se produce violencia contra una persona especialmente cercana.

Resultados concluyentes

Aunque los científicos esperaban que la agresión de la pareja íntima estuviera relacionada con una firma única de actividad cerebral, se sorprendieron en cuanto a la capacidad de esta firma para predecir la violencia de pareja en el mundo real. Lo observaron y comprobaron mediante imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf), una técnica que posee la gran ventaja de permitir “mapear” funcionalmente regiones activas del cerebro en una forma no invasiva, describiendo su actividad eléctrica.

Realizaron un experimento mediante un juego de ordenador, que consistía en «castigar» virtualmente a la pareja, a un amigo o a un desconocido al cometer determinados errores en el juego, en el que participó un grupo de voluntarios. Al analizar las imágenes obtenidas, descubrieron que cada tipo de agresión mostraba una firma cerebral diferente.

Posteriormente, cotejaron los resultados obtenidos con las experiencias previas de los participantes con relación a la violencia de pareja, verificando que aquellos voluntarios que habían optado en un mayor porcentaje por reprender a su pareja en el videojuego también contaban con una mayor cantidad de antecedentes de violencia conyugal.

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Otras orientaciones

Vale remarcar que el estudio incluyó entrevistas previas y posteriores con los participantes, para evaluar posibles implicaciones de las pruebas en la vida cotidiana. Además, constataron que las agresiones protagonizadas por las mujeres estaban generalmente precedidas por algún tipo de violencia ejercido por el hombre.

En el mismo sentido, destacaron que se debe profundizar en nuevos estudios acerca de cómo reaccionan otros tipos de parejas, incluyendo aquellas que eligen otras orientaciones sexuales. Al completar este universo, se podrá en cierta forma obtener un panorama general del impacto cerebral de la violencia de pareja, haciendo posible al mismo tiempo el desarrollo de alternativas terapéuticas.

Referencia

Neural mechanisms of intimate partner aggression. David S Chester, Alexandra M Martelli, Samuel J West, Emily N Lasko, Phoebe Brosnan, Anastasia Makhanova, Andrea L Meltzer and James K McNulty. Biological Psychology (2021).DOI:https://doi.org/10.1016/j.biopsycho.2021.108195

Foto: imagen de resonancia magnética funcional de la región del cerebro (corteza prefrontal medial) que muestra una actividad inusual durante la agresión de la pareja íntima, en comparación con la agresión contra amigos cercanos y extraños. Crédito: David S Chester et al. / Virginia Commonwealth University.