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Los animales urbanitas adaptan sus costumbres a las ciudades

¿Por qué hay diferencias tan importantes en la tolerancia de los animales a los cambios ambientales provocados por la ciudad? Estas cuestiones son abordadas en un artículo de revisión publicado por investigadores del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) en la revista . Los animales que han sabido convertirse en urbanitas son aquellos capaces de ajustar su comportamiento a los retos que supone la vida en al ciudad. Por ejemplo, cambian sus hábitos alimenticios, incorporando en su dieta alimentos asociados a la actividad humana (frutos de árboles ornamentales, basura, etc). Esto hace que muchas veces tengan tanta comida al alcance que se conviertan en especies más sedentarias y aumenten su densidad hasta convertirse en plagas. En cuanto a la presencia humana, aunque se han observado animales -como el coyote o el oso negro- que cambian el horario de actividad para evitar el contacto con humanos, muchos otros han perdido el miedo a los humanos. Es el caso de las palomas, que dependen en gran medida de la comida que les dan las personas voluntariamente y que no sólo no tienen los tienen miedo sino que incluso aprenden a reconocer aquellas personas que les dan de comer; o del mirlo, que ha acortado la distancia de fuga para poder realizar sus actividades sin ser perturbado por las personas. El ruido de las ciudades también han provocado cambios. Algunos pájaros aumentan la frecuencia de su canto y su duración para evitar que el sonido interfiera con el ruido, que suele ser de frecuencia baja. Los investigadores también subrayan las nuevas habilidades de algunos animales para aprovechar la contaminación lumínica. El mejor ejemplo son los murciélagos y algunos pájaros, que se han especializado en comer los insectos que se acumulan bajo las luces por las noches. En otros casos se ha observado que otros pájaros cantan a destiempo por culpa de la luz artificial.

RedacciónT21