Una innovación desarrollada en el marco del proyecto COMPLUMAS, en el que trabajan siete investigadores de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), ha hecho posible, por primera vez en España, utilizar plumas de pollo para fabricar materiales compuestos. La innovación ha sido realizada por el estudiante Jordi Aymerich, de Ingeniería Técnica Mecánica en la Escuela de Ingeniería de Terrassa (EET) de la Universidad Politécnica de Cataluña. BarcelonaTech (UPC), bajo la dirección de los profesores Nuria Garrido y Fernando Carrillo. Aymerich experimentó a escala de laboratorio las posibilidades de valorización de las plumas de pollo para fabricar un material biocomposite mediante la mezcla de este residuo animal con un plástico biodegradable, el ácido poliláctico (en inglés PLA). El objetivo era obtener un nuevo composite utilizando las plumas de pollo y optimizar las condiciones de su proceso de fabricación. El resultado ha sido positivo. Esta investigación permitiría dar salida a la gran cantidad de residuos que se generan diariamente en los mataderos de pollo. Las plumas de pollo se componen principalmente de una proteína llamada queratina y de ciertas impurezas. La queratina se caracteriza por poseer una baja densidad y unas buenas propiedades de aislamiento térmico y acústico. Estas propiedades podrían ser aprovechadas ventajosamente para el desarrollo de materiales industriales. No obstante, para poder utilizar la queratina es necesario, previamente, separar las impurezas que acompañan a la queratina. Por ello, Aymerich estabilizó las plumas con un pretratamiento a base de vapor de agua. A continuación, las trituró para luego mezclar el material resultante con el ácido poliláctico (PLA). A partir de aquí el estudiante optimizó las condiciones de fabricación del material compuesto, como la temperatura, la velocidad y el tiempo de procesado y los porcentajes de cada uno de los materiales que intervienen a fin de encontrar las condiciones óptimas de fabricación. Así, Jordi Aymerich analizó las propiedades físicas y mecánicas del nuevo composite: la densidad, la estabilidad dimensional y su resistencia mecánica. La conclusión ha sido que en las condiciones de fabricación optimizadas es posible obtener materiales compuestos con un 25% de plumas y un 75% de PLA, y que estos materiales se podrían utilizar para desarrollar aplicaciones industriales, por ejemplo en los sectores de la automoción, la construcción y el empaquetado. Por lo tanto, Aymerich ha demostrado que la valorización de plumas como material de carga en biocomposites podría reciclar potencialmente una parte de los cinco millones de toneladas anuales de este residuo que genera la industria avícola, un residuo de difícil gestión que termina en grandes crematorios, y que a partir de ahora podría tener una reutilización práctica y muy provechosa.
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