Científicos de la University College London han desarrollado un novedoso método para medir la degradación de los libros antiguos y de documentos históricos valiosos, a través de su olor. Se trata de un test de olfateo, no destructivo, que podría ayudar a librerías y museos a preservar sus ejemplares. Este test se basa en analizar, en el olor a moho que normalmente desprenden los libros antiguos, cientos de compuestos orgánicos volátiles. Cada combinación particular de estos compuestos es resultado de un grado específico de degradación y depende de la composición original de los libros y documentos, incluidos su sustrato de papel, los medios utilizados y su encuadernación. Los métodos convencionales de análisis de estos objetos pueden dañar éstos, dado que suponen quitar muestras de ellos para estudiarlas con equipos de laboratorio. Con la nueva técnica, basta sólo con analizar los gases que dichos objetos desprenden, para conocer su estado.
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