Científicos del CNRS han descubierto que un polisacárido presente en las paredes de un alga que se utiliza para preparar el sushi típico de la comida japonesa, el porphyran, puede ser descompuesto por una enzima denominada porphyranasa. Esta actividad enzimática recién descubierta fue identificada en una bacteria marina y, sorprendentemente, también en el intestino de los japoneses. Según los investigadores, esta coincidencia se explicaría sólo por la transferencia de genes de dicha bacteria a los japoneses. Es decir, que la flora intestinal de los japoneses habría evolucionado gracias a la transferencia de genes de las bacterias presentes en las algas que envuelven el sushi. Los científicos afirman que este caso es un claro ejemplo de la evolución darwiniana en vivo. Los genes de algas transferidos resultan beneficiosos para sus huéspedes humanos porque permiten a éstos extraer nutrientes de un material vegetal, que de otro modo no serían capaces de digerir.
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