Un estudio experimental ha sometido a un grupo de 541 voluntarios a cien dilemas sociales para observar su actitud a la hora de cooperar con el compañero, entrar en conflicto o traicionarlo. Después, un algoritmo computacional ha clasificado sus conductas. El 90% de los participantes encajaron en cuatro clases de carácter: pesimistas, optimistas, envidiosos y confiados. El de los envidiosos es el grupo más numeroso, con un 30% frente al 20% de cada uno de los restantes. El trabajo lo han publicado en la revista por investigadores de la junto a colegas de las universidades de , (Tarragona) y de . La investigación se enmarca en la teoría de juegos. A esas personas se les pidió jugar por pares que cambiaban en cada ronda, pero además cada vez el juego era distinto, es decir, lo mejor podía ser cooperar con el otro, hacer lo contrario que el otro o traicionarlo. De esta manera tenemos datos de lo que hacen en situaciones sociales muy diferentes, explica uno de los autores del estudio, Anxo Sánchez, de la UC3M. Los resultados obtenidos van en contra de ciertas teorías como la que apunta que los humanos actúan de manera puramente racional, y por lo tanto deberán tenerse en cuenta a la hora de rediseñar políticas económicas, sociales y de cooperación. Así lo indica Yamir Moreno, del Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos (BIFI), de la Universidad de Zaragoza. El ordenador agrupó al 90% de los participantes en cuatro grupos. Los envidiosos, a los que no les importa la ganancia obtenida, siempre que sea superior a la de los demás, son el grupo mayoritario, con un 30%. Los optimistas (20%) deciden pensando que el otro va a escoger lo mejor para ambos. Los pesimistas (20%) eligen la opción menos mala porque creen que el otro les fastidiará. Por último, los confiados (20%), que cooperan siempre, son colaboradores natos: les da igual ganar que perder. Existe un quinto grupo indefinido, formado por el 10% de los voluntarios, que el algoritmo no pudo clasificar porque no responden de manera determinante a ninguno de estos patrones. Sánchez lo explica con un dilema concreto: dos personas pueden cazar ciervos juntas, pero si están solas solo pueden cazar conejos. El envidioso elegiría cazar conejos, porque como mínimo estará igual al otro o mejor; el optimista escogería cazar ciervos porque es lo mejor para los dos; el pesimista, conejos porque así se asegura que tiene algo; y el confiado coopera y cazaría ciervos sin pensárselo dos veces. Lo curioso es que la clasificación la hizo un algoritmo de ordenador que podría haber obtenido un amplio número de grupos y, sin embargo, ha arrojado una clasificación óptima en cuatro tipos de caracteres, explica Moreno. Los grupos más lógicos no han sido impuestos por los investigadores, destacan éstos. "La finalidad de emplear las matemáticas era precisamente garantizar la imparcialidad, añade Sánchez. Además, la plataforma permite experimentar con un gran número de individuos, y los resultados abren la puerta a mejorar las máquinas, a hacer "robots más humanizados", concluye Sánchez.
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