La literatura científica es rica en estudios sobre los videojuegos, las apuestas y la participación en a través de Internet. Un realizado en 2013 por científicos de la Universidad de Tohoku, situada en la isla principal de Japón, desmintió que la práctica de juegos comerciales de entrenamiento cerebral (como Brain Age) en adultos jóvenes tuviera algún efecto real. El supuesto beneficio en potenciar habilidades cognitivas dependería de cada juego y de la cantidad de esfuerzo que una persona le dedica, habiéndose especulado con que puede contribuir a fomentar la motivación, la orientación y hasta las matemáticas. Pero nada de esto se ha confirmado. Por lo general, los artículos científicos señalan más bien los problemas que estas actividades plantean a las personas, especialmente a los jóvenes. La base de este comportamiento está, en parte, en el cerebro: genera dopamina, un neurotransmisor que se libera en situaciones en las que la recompensa es incierta. Esta reacción cerebral, cuando no es controlada, crea una semejante a la drogadicción y provoca cambios perjudiciales en el cerebro. Estos efectos perniciosos se potencian a veces con ciertos mecanismos, como las luces intermitentes, que rodean a estas ofertas lúdicas y que, según algunos , inducen a jugar más durante más tiempo. Incluso pueden provocar que los jugadores piensen que están ganando más de lo que realmente están consiguiendo. Ya vimos en otro que, cuando una persona va perdiendo apuestas en el juego, se activa un circuito cerebral que le impulsa a seguir jugando y, la mayoría de las veces, a perderlo todo. Lo peor es que, cuando la participación en este tipo de entretenimientos se convierte en una adicción, se crea en las personas una sensación de aislamiento y ansiedad que puede tener consecuencias todavía peores. Como siempre, el problema no es de la actividad en sí, sino de las personas, que son las que deciden el uso que dan a estas tecnologías, ya sea consumirlas o diseñar juegos y apuestas orientados a explotar la fragilidad psicológica de la gente.
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