Los seres humanos no son los únicos que comprenden la muerte y que sienten respeto hacia sus familiares fallecidos. Unos investigadores han observado en China a los langures dorados de nariz chata ( ), una especie de primates asiáticos en peligro de extinción, manifestando muestras de afecto y compasión hacia una hembra moribunda, miembro de su grupo. Hasta ahora, aparte de los grandes simios, no se sabía que otros primates pudieran tener comportamientos de empatía ante la muerte. Él se acerca a su pareja, que yace moribunda alejada del grupo, y con suavidad agarra su mano sin dejar de mirarla. Su compañera intenta ponerse en pie. Sin éxito, cae desplomada. Entonces él empieza a tirar de ella, tratando de reanimarla, pero ella ya descansa. Sin moverse, él permanece a su lado hasta que decide irse. A medio camino, mira atrás, pero ella ya no le devuelve la mirada. La secuencia de acontecimientos sucedió durante la observación, por parte de investigadores de la Universidad de Kyoto (Japón), de un grupo de 150 monos de esta especie en la reserva natural nacional de Zhouzhi (China). Los expertos percibieron que, en un subgrupo, una hembra apodada , débil y alejada del resto, comenzaba a sangrar por la nariz. El único macho que componía esta –formado por otras tres hembras adultas, dos menores y dos crías– se acercó a la hembra que yacía moribunda. El bautizado como tocó su mano e hizo advertencias para que el resto se mantuviera alejado. Media hora más tarde, la pareja subió a un árbol y permaneció sentada sobre una rama a 25 metros de altura, donde el macho contemplaba a su compañera. Treinta minutos después sucedió lo inevitable. La hembra cayó desplomada al vacío y permaneció en el suelo sin moverse y emitiendo unos débiles gemidos. Todo el grupo corrió a su lado. Después de cuidarla durante 50 minutos, dejaron a la pareja en la intimidad. Entonces DM intentó levantarse y seguir al grupo, pero volvió a caer de golpe y murió. Su compañero permaneció a su lado. Durante cinco minutos estuvo acariciándola y tirando en vano de su mano para intentar reanimarla. Finalmente el mono se reunió con el grupo en un río a 50 metros del lugar donde yacía DM sin apartar la mirada de ella. Uno de los investigadores enterró el cuerpo de la hembra fallecida en las proximidades. Al día siguiente, los monos chatos dorados volvieron donde su compañera había muerto. Durante al menos dos minutos, ZBD permaneció sentado observando el lugar donde había dejado a su pareja.
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