Al-Jazira: aire fresco e instrumentación

Olfa Lamloum: Al-Jazira, espejo rebelde y ambiguo del mundo árabe. Barcelona: Editorial Hacer, 2006 (141 páginas).
Creada en noviembre de 1996 con capital qatarí, la cadena árabe por satélite Al-Jazira ha cosechado un seguimiento inusitado en menos de una década. Buena parte de su éxito se debe a la cobertura realizada de los conflictos que asolan al mundo árabe e islámico durante los últimos años en Irak, Afganistán, Palestina y Líbano. Pero su triunfo mediático no se debe menos a la bocanada de aire fresco que representa en un mundo viciado por la monolítica información oficial.
Frente al tedioso y monótono tono gris de los medios de comunicación gubernamentales en el mundo árabe, Al-Jazira se ha impuesto con una pluralidad de colores, siendo actualmente la cadena de televisión más popular en los países árabes. Así lo confirman sus altos índices de audiencia entre sus telespectadores de lengua árabe; y a los que se suman los 80 millones de hogares a los que llegan sus emisiones en inglés a través de su nuevo canal Al-Jazira Internacional, creado en 2006.
El gran eco del que goza Al-Jazira no se asienta solamente en su soporte tecnológico, de televisión vía satélite, sino también en una nueva ética periodística en su entorno, basada en el lema de “la información y su contraste”. Además de su credibilidad, Al-Jazira ha logrado sintonizar con algunas de las principales demandas de las sociedades árabes, que exigen mayor transparencia informativa, la apertura y democratización de sus sistemas políticos y, no menos importante, la liberación de la presión e intervención externa en la región.
Paradójicamente, Al-Jazira ha actuado como un revulsivo para la apertura de otras cadenas similares que pretenden contrarrestar su influencia o simplemente competir con aquélla. Pero para que las nuevas televisiones gocen de cierta credibilidad y audiencia deben, sin embargo, presentar un formato más plural de la información que el habitual en las televisiones estatales árabes.