Aloia Álvarez Feáns: Nigeria. Las brechas de un petroestado. Madrid: La Catarata & Casa África, 2010, (96 páginas).
Una de las mayores paradojas que presenta el continente africano es la abundancia de sus recursos naturales y la extrema pobreza de la mayoría de sus habitantes. Si bien no todos sus países contienen las mismas riquezas en su subsuelo, lo cierto es que los Estados que las poseen presentan este antagonismo. Nigeria es uno de los casos más sobresalientes, pero no el único.
Poseedor de una importante reserva mundial de petróleo (del 2,3 por ciento), Nigeria es el principal productor y exportador en el continente africano. Con una población de unos 150 millones de habitantes (que en el 2050 rondará los 300 millones), este gigante africano ocupa una de las posiciones más bajas en el índice de desarrollo humano: en el 2009 estaba en el puesto 158 de los 182 países evaluados por el PNUD. Más de un tercio de su población (34,1 por ciento) vive por debajo del umbral de la pobreza, mientras una minoría disfruta de las riquezas del país.
La pregunta no se hace esperar: ¿A qué se debe tamaña desigualdad? ¿Quiénes son los responsables de este reparto desigual de la riqueza? Durante la etapa colonial era fácil advertir que la principal responsabilidad recaía en la potencia colonial. Pero en la era postcolonial se suma la corresponsabilidad de sus elites gubernamentales. Además de su pésima gestión de los recursos, hay que señalar su apropiación y despilfarro en detrimento de una distribución más equitativa y el desarrollo socioeconómico del conjunto del país.
El panorama nigeriano se complica aún más por la concentración del crudo en la región del delta del Níger, que sufre una galopante degradación medioambiental con repercusiones negativas en la fuente de supervivencia tradicional: la agricultura. Sin olvidar los numerosos actores que pugnan por el control de los beneficios derivados del crudo: “sociedad civil, compañías petroleras, fuerzas de seguridad del Estado, milicias paramilitares, militantes armados y redes criminales” (p.26).
El breve texto de Aloia Álvarez, de apenas 96 páginas, ilustra magníficamente la maldición de los recursos que sufre Nigeria o, igualmente, la denominada paradoja de la abundancia, que reúne una pobreza socioeconómica extrema en un medio no menos significativamente rico en recursos. Su obra fue merecedora del II Premio de Ensayo Casa África en su convocatoria de 2009.
Hacer un comentario