Los primeros llantos de los bebés están influidos por su lengua materna, ha revelado un estudio de la Universidad de Wurzburgo (Alemania) en el que se analizaron los llantos de bebés chinos y cameruneses cuyas madres hablaban una lengua tonal.
Las lenguas tonales son aquellas en las que sutiles diferencias en el tono de ciertos sonidos pueden cambiar radicalmente el significado de las palabras. Para los oídos de los europeos resultan bastante extrañas, pues en ellas un sonido aparentemente idéntico significa cosas completamente distintas en función de si se pronuncia con un tono alto, bajo o fluctuante.
Dos ejemplos de idiomas tonales son el mandarín, lengua oficial de China, y el lamnso, idioma del pueblo camerunés Nso compuesto por aproximadamente 280.000 personas (dedicadas a la agricultura) que viven en aldeas de alta montaña al noroeste del país.
Los investigadores de la Universidad de Wurzburgo se preguntaron si el llanto de los recién nacidos de mujeres que hablan lenguas tonales complejas reflejaría dichos cambios de tono. Examinaron la cuestión con 55 neonatos de Pekín y 21 Nso de Camerún. De todos ellos se grabaron sus expresiones de llanto (espontáneas, por ejemplo, cuando los bebés tenían hambre) durante sus primeros días de vida.
Resultados obtenidos
Los científicos, dirigidos por la investigadora Kathleen Wermke, descubrieron así que el llanto de los recién nacidos de madres que hablan una lengua tonal se caracteriza por una variación melódica significativamente mayor que la de los bebés nacidos en Alemania, por ejemplo.
Los bebés Nso de Camerún mostraron así una mayor variación tonal global (en el intervalo entre el tono mayor y el más bajo) que los bebés alemanes, además de una mayor intensidad en el aumento y caída de los tonos a corto plazo durante el llanto, de nuevo en comparación con los bebés de madres alemanas.
Los mismos resultados -aunque en un grado menor, seguramente porque el lamnso es tonalmente más complejo que el mandarín- fueron hallados al comparar los llantos de bebés alemanes y chinos de Pekín.
Implicaciones
Wermke y su equipo creen que estos resultados señalan que el desarrollo de la lengua no se inicia sólo cuando los bebés empiezan a balbucear o a producir sus primeras palabras, sino mucho antes.
Durante el último tercio del embarazo, señalan, los bebés se irían familiarizando con su «lengua materna», lo que explica que los recién nacidos exhiban en su llanto patrones melódicos característicos influenciados por su entorno.
En 2013 ya hablamos de otro estudio que apuntaba algo parecido, en este caso realizado por especialistas de la Pacific Lutheran University (PLU) de Estados Unidos.
En esta investigación se constató que una vez que el feto ya cuenta con los mecanismos cerebrales y sensoriales necesarios para la audición (a partir de alrededor de la semana 30 de gestación) y hasta el final del embarazo, comienza el aprendizaje de su lengua materna, más concretamente, de sonidos particulares de su lengua materna.
Los resultados obtenidos por Wermke y sus colaboradores podrían, por otra parte, contribuir a una mejor comprensión de los factores que influyen en las fases más tempranas del desarrollo del habla, y en última instancia contribuir a la identificación de indicadores tempranos de trastornos del desarrollo de las capacidades lingüísticas. Aunque para alcanzar este objetivo aún queda mucha investigación por hacer, reconocen los propios científicos alemanes.
Referencia bibliográfica:
Kathleen Wermke, Johanna Teiser, Eunice Yovsi, Paul Joscha Kohlenberg, Peter Wermke, Michael Robb, Heidi Keller, Bettina Lamm. Fundamental frequency variation within neonatal crying: Does ambient language matter? Speech, Language and Hearing (2016). DOI: 10.1080/2050571X.2016.1187903.
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