Por primera vez en la historia, una nave espacial terrestre ha tocado el Sol, anuncia la NASA en un comunicado: atravesó su atmósfera, tomó muestras de las partículas y analizó los campos magnéticos.
La atmósfera solar tiene tres capas: la fotosfera, la cromosfera y la corona solar, compuesta de plasma. La corona se extiende más de un millón de kilómetros sobre la cromosfera y es la parte de la atmósfera solar que ha atravesado la sonda Parker Solar Probe de la NASA.
Parker se lanzó en 2018 para una misión de siete años que tiene como principal objetivo rodear la circunferencia exterior de la corona del Sol. Tres años después del lanzamiento y décadas después de la primera concepción, finalmente ha llegado a su destino.
La atmósfera del Sol está hecha de material solar que se ha unido al Sol por la gravedad y las fuerzas magnéticas. A medida que el calor y la presión crecientes alejan ese material del Sol, llega a un punto en el que la gravedad y los campos magnéticos son demasiado débiles para contenerlo.
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Superficie crítica
Ese punto, conocido como la superficie crítica de Alfvén, marca el final de la atmósfera y el comienzo del viento solar, la corriente de partículas cargadas que se liberan desde la corona: ese límite es el que cruzó la sonda solar Parker.
Aunque se desconoce dónde se encuentra exactamente la superficie crítica de Alfvén, las estimaciones la sitúan entre 10 y 20 radios solares desde la superficie del Sol: entre 6,9 y 13,8 millones de kilómetros.
Parker Solar pudo comprobar que estaba atravesando esa superficie crítica cuando se posicionó a 13 millones de kilómetros de la superficie solar: realmente había entrado en la atmósfera de nuestra estrella.
Durante su trayecto, Parker Solar Probe pudo comprobar que la superficie crítica de Alfvén no tiene la forma de una bola lisa. Más bien, tiene picos y valles que arrugan su superficie.
Más posibilidades futuras
Descubrir dónde se alinean estas protuberancias con la actividad solar proveniente de la superficie ayudará a los científicos a descubrir cómo los eventos que ocurren en el Sol afectan a la atmósfera y al viento solar, destaca la NASA.
Aunque ese primer paseo a través de la corona duró solo unas pocas horas, la misión Parker continuará su acercamiento al Sol: los siguientes sobrevuelos, el primero de los cuales tendrá lugar en enero de 2022, traerán de nuevo a Parker Solar Probe a la corona solar.
Además, como el tamaño de la corona aumenta con el ciclo solar, Parker Solar tendrá más posibilidades en el futuro de estar más tiempo dentro de esta parte de su atmósfera y obtener todavía más información.
En el ojo de la tormenta
Otro descubrimiento: cuando Parker Solar Probe descendió a poco menos de 15 radios solares (alrededor de 10,4 millones de kilómetros) desde la superficie del Sol, atravesó una característica especial de la corona solar llamada pseudotreamer: fue como volar hacia el ojo de una tormenta.
Dentro del pseudostreamer, las condiciones se calmaron, las partículas se ralentizaron y el número de curvas disminuyó, un cambio dramático con respecto al ajetreado aluvión de partículas que la nave espacial encuentra en el viento solar.
Por primera vez, la nave espacial se encontró en una región donde los campos magnéticos eran lo suficientemente fuertes como para dominar el movimiento de partículas.
Se trata de un gran paso para la ciencia solar, destaca la NASA: así como el aterrizaje en la Luna permitió a los científicos comprender cómo se formó nuestro satélite, tocar la materia misma de la que está hecho el Sol ayudará a los científicos a descubrir información crítica sobre nuestra estrella más cercana y su influencia en el sistema solar.
Los nuevos resultados de la sonda solar Parker de la NASA se anunciaron el 14 de diciembre en una conferencia de prensa en la Reunión de Otoño de la Unión Geofísica Estadounidense de 2021 en Nueva Orleans. Los resultados han sido publicados en Physical Review Letters y aceptados para su publicación en Astrophysical Journal.
Referencia
Parker Solar Probe Enters the Magnetically Dominated Solar Corona. J. C. Kasper et al. Phys. Rev. Lett. 127, 255101. DOI:https://doi.org/10.1103/PhysRevLett.127.255101
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