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El lenguaje no se limita al habla

Un estudio reciente de la Universidad Northeastern (EEUU) ha revelado que las personas aplican las mismas reglas que usan para el lenguaje hablado a otros lenguajes, como el lenguaje de signos. Esto supone que el lenguaje no es simplemente escuchar sonidos o mover la boca. Cuando nuestro cerebro está «fabricando lenguaje», proyecta una estructura abstracta. La modalidad en que lo haga (discurso o signo) es secundaria.

El lenguaje no se limita al habla

Contrariamente a lo que se cree, el lenguaje no se limita al habla. En un estudio reciente publicado en la revista PNAS, una investigadora de la Universidad Northeastern (EEUU)  llamada Iris Berent ha revelado que las personas también aplican las reglas del lenguaje hablado al lenguaje de señas.

El lenguaje no es simplemente escuchar sonidos o mover la boca. Cuando nuestro cerebro está «fabricando lenguaje», proyecta una estructura abstracta. La modalidad en que lo haga (discurso o signo) es secundaria.
 
«Hay un error popular que es pensar que el lenguaje de signos no es realmente un lenguaje», explica Berent. «Parte de nuestro objetivo es revelar la compleja estructura del lenguaje de signos, y al hacerlo, desacreditar esta noción».

El experimento

Para llegar a esta conclusión, Berent y su equipo estudiaron palabras (y signos) que compartían la misma estructura general. Descubrieron así que la gente reaccionaba a esta estructura de la misma manera, independientemente de si se les presentaba con palabras o con signos.

En el estudio, Berent estudió palabras y signos con duplicación (por ejemplo, slaflaf) – aquellos que muestran repetición completa o parcial. Halló que las respuestas a estas formas cambian dependiendo de su contexto lingüístico.

Cuando una palabra se presenta por sí misma (o como un nombre para un solo objeto), las personas evitan duplicar. Por ejemplo, califican slaflaf (con duplicación) peor que slafmak (sin duplicación). Pero cuando la duplicación señala un cambio sistemático en el significado (por ejemplo, slaf = singular, slaflaf = plural), los participantes lo prefirieron.

A continuación, Berent preguntó qué sucede cuando la gente ve duplicar signos (signos con dos sílabas idénticas). Los sujetos eran hablantes de inglés que no tenían conocimiento de un lenguaje de signos.
 
Para la sorpresa de Berent, estos sujetos respondieron a los signos de la misma manera que a las palabras. No les gustaba la duplicación de gestos únicos, pero sistemáticamente la preferían si (y sólo si) esa duplicación señalaba un plural.
 
Los hebreos mostraron esta preferencia además cuando la duplicación señaló un diminutivo, en línea con la estructura de su propio idioma. «No se trata del estímulo, esto realmente atañe a la mente, y específicamente a nuestro sistema de lenguaje», afirma Berent.
 
«Estos resultados sugieren que nuestro conocimiento del lenguaje es abstracto y amodal. El cerebro humano puede captar la estructura del lenguaje independientemente de si se presenta con palabras o con signos».

El lenguaje de signos es el idioma

Actualmente existe un debate sobre qué rol ha desempeñado el lenguaje de signos en la evolución del lenguaje y si la estructura del lenguaje de signos comparte similitudes con el lenguaje hablado.
 
El laboratorio de Berent muestra que nuestro cerebro detecta similitudes profundas entre el habla y el lenguaje de signos. Esto permite a los hablantes de inglés, por ejemplo, aplicar su conocimiento del lenguaje al lenguaje de signos.
 
Las similitudes se hallan en la estructura de ambos lenguajes, incluso si estos se examinan a nivel fonológico (el de los sonidos), donde cabría esperar que fueran completamente diferentes del lenguaje hablado.
 
Lo más notable es cómo nuestro cerebro puede extraer algo de esa estructura, incluso cuando no tenemos conocimiento del lenguaje de signos; y aplicar algunas de las reglas de nuestra fonología del lenguaje hablado al de signos, sigue explicando Berent.

Para la investigadora, estos hallazgos demuestran que nuestro cerebro está construido para manejar tipos muy diferentes de insumos lingüísticos. Los resultados de este trabajo confirman lo que algunos científicos han pensado durante mucho tiempo, pero que la gente en general no entiende: que el lenguaje es el lenguaje independientemente del “formato” en que se presente.

RedacciónT21

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