El grupo de investigación en células B del IMIM, dirigido por Andrea Cerutti, profesor de investigación ICREA, ha descubierto un nuevo mecanismo para la activación de linfocitos B, las células encargadas de producir los anticuerpos, a través de las moléculas BAFF y APRIL. Estas moléculas promueven la interacción de la proteína señalizadora MyD88 con el TACI, un receptor que estimula la activación de los linfocitos B y la producción y la diversificación de anticuerpos.
Cabe destacar que la MyD88 es una proteína señalizadora que generalmente no interviene en la activación de los linfocitos B, pero que es necesaria para que las células del sistema inmunitario innato detecten la presencia de patógenos. La diversificación y la plasticidad del sistema inmunitario son esenciales para lograr una protección inmunológica adecuada. La interacción entre el TACI y la MyD88 descrita en este estudio revela una sorprendente vinculación entre el sistema inmunitario innato y el sistema inmunitario adaptativo. La interacción TACIS-MyD88 incrementa la eficacia del sistema inmunitario aumentando la plasticidad.
Según Raúl Santamaria, miembro del Grupo de Investigación de Células B del IMIM y coautor de este estudio, «La importancia del estudio radica en el descubrimiento de la interacción entre TACI y MyD88, unión hasta ahora desconocida y que hace que las respuestas inmunológicas sean más eficientes. La identificación de esta interacción puede impulsar el desarrollo de nuevos tratamientos contra enfermedades asociadas a una activación excesiva de los linfocitos B a causa de BAFF y APRIL”.
Cuando hablamos del sistema inmunitario debemos diferenciar entre el sistema inmunitario innato y el sistema inmunitario adaptativo. El sistema inmunitario es un «protocolo» de defensa inmunitaria ancestral que tenemos codificado desde el nacimiento y que se ha mantenido muy bien conservado a lo largo de la historia evolutiva de los seres vivos. Este protocolo innato reconoce y combate los patógenos mediante unas moléculas defensivas relativamente poco sofisticadas, algunas de las cuales utilizan la proteína señalizadora MyD88.
A pesar del efecto que un fallo del sistema inmunitario innato puede producir, por ejemplo enfermedades como el lupus, la investigación que se ha llevado a cabo en este campo todavía es escasa. El sistema inmunitario adaptativo, en cambio, es el que hace frente a los patógenos de una manera más específica, mediante moléculas defensivas muy sofisticadas, como los anticuerpos producidos por los linfocitos B (un ejemplo de anticuerpos son los que inducen a las vacunas).
Aunque generalmente desempeñan un papel protector, los linfocitos B pueden precipitar o agravar el lupus o la artritis reumatoide, dos trastornos autoinmunes relacionados con la producción excesiva de BAFF y APRIL y signos elevados no habituales de TACI. El lupus y la artritis reumatoide provocan inflamación y daños en los tejidos a través de diversos mecanismos, entre los que se incluye la producción de anticuerpos aberrantes (llamados autoanticuerpos) que reaccionan ante componentes del propio cuerpo en vez de combatir los patógenos.
«Descubrir cómo interactúan TACI y MyD88 abre la puerta al diseño de nuevos fármacos que actúen sobre esta interacción a nivel molecular y puedan disminuir, así, la producción de anticuerpos nocivos, como los que liberan los linfocitos B autoreactivos en pacientes con enfermedades autoinmunes. Los fármacos bloqueadores de la interacción TACI-MyD88 también pueden ser beneficiosos para mitigar el crecimiento de tumores derivados de los linfocitos B, como el linfoma o el mieloma múltiple», explica Irene Puga, miembro del Grupo de Investigación de Células B IMIM que ha participado en este estudio.
Este estudio, que se ha realizado utilizando linfocitos B y tejidos de pacientes portadores de mutaciones TACI y MyD88 y de ratones modificados genéticamente con ausencia de MyD88, aporta nuevos datos a estudios publicados anteriormente por otros grupos y llevados a cabo en ratones transgénicos para BAFF. Asimismo, ofrece los conocimientos específicos necesarios para crear nuevos fármacos.
«Las enfermedades autoinmunes, como el lupus o la artritis reumatoide, son patologías muy comunes que incapacitan a quienes las sufren y que aún no tienen cura. Resultados como estos permiten identificar nuevas moléculas terapéuticas que mitiguen los efectos secundarios asociados a los protocolos actuales de tratamiento», concluye Andrea Cerutti.
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