La era digital está acentuando las desigualdades en el acceso a la información de calidad, lo que es muy peligroso para las democracias, advierten voces expertas. En la profesión del periodismo se está produciendo una creciente dicotomía: un nuevo proletariado mal pagado o incluso no remunerado y una elite de profesionales que hacen información o consultoría de alto valor añadido.
Lo ha dicho, por ejemplo, el cofundador de Twiter, Evan Williams: «Hay mucha basura en Twiter, mucha basura en los blogs y muchísima basura en Internet. La mayor parte de las noticias que encontramos no importan nada. Sería mejor que la gente consumiera menos noticias y más ideas».
El periodista francés Bernard Poulet, autor del libro La fin des Journaux et l’avenir de l’information (El fin de la prensa y el futuro de la información), dice en Le Monde: «La información de calidad costará más cara cada día y se destinará a una elite capaz de pagarla, mientras que la gran masa tendrá solo una especie de «acceso mínimo de información», muy manipulada.
Volvemos atrás en la historia, dice, a cuando los Fugger elaboraban sus cartas con las informaciones de su red de corresponsales dirigidas solo a los banqueros. Por un lado, tenemos la pauperización de las gran prensa, que se está hundiendo. Y, por el otro lado, florecen los informes confidenciales muy caros, dirigidos a aquellos que necesitan y quieren información analítica de alta calidad. «En suma, una información rica para los ricos y otra pobre para los pobres».
«Periodistas: sólo la calidad os salvará», enuncia Andrew Sullivan, uno de los blogueros de más éxito en los EEUU. «Yo no aconsejaría a mi hijo que se hiciera periodista, salvo si diera muestras de un gran talento. El periodismo deberá ser mucho mejor, mucho más experto, con más dedicación y talento. Es una mala noticia para la gran masa de periodistas que se contentan con una amable mediocridad, al abrigo de los ingresos publicitarios. Se va a producir una cruel selección entre los periodistas de alto valor añadido y el proletariado de la información, sentados delante de sus pantallas como los obreros mal remunerados de las cadenas de montaje».
Cacahuetes y monos
Los medios de comunicación, acuciados por la implacable crisis, se han lanzado a la caza de los visitantes únicos con toda clase de ardides que marchitan los contenidos de calidad, un gran número de noticias, listas, títulos engañosos, palabras clave, cantidad barata de producir a ultranza.
Al mismo tiempo, las empresas y los anunciantes emplean periodistas para fabricar contenidos a la medida, publicidades encubiertas, colocadas en sitios de alto tráfico. Los ingleses dicen: «You pay peanuts, you get monkeys», es decir, a la gente se la da cacahuetes y, claro, acuden miles de monos.
En EE.UU., el número de licenciados está bajando acentuadamente. Solía ser el primer país del mundo en finalización de estudios universitarios y ahora está en el puesto 16. ¿Queremos un mundo de monos?
(*) Miguel Ormaetxea es el editor de Media-Tics, donde se publicó originalmente este artículo. Se reproduce con autorización.
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